MONASTERIO COLONIAL EN PELIGRO



Monumento histórico nacional, Santa Catalina corre riesgo por la construcción de una torre de 18 pisos en la misma manzana.




La preservación de destacados enclaves que caracterizan la rica arquitectura de nuestra ciudad entra muchas veces en colisión con los intereses económicos de algunos sectores inmobiliarios. No hay duda de que en los últimos años ha crecido la conciencia sobre la importancia de proteger y cuidar a aquellos edificios de indudable valor histórico, gracias a la acción de numerosas ONG y ciudadanos que han sabido alertar a tiempo sobre, por ejemplo, demoliciones que dejan como saldo irrecuperables pérdidas del patrimonio urbanístico.
Resulta imprescindible a estos fines mejorar la comunicación entre los diferentes organismos del gobierno de la ciudad, para que el trabajo conjunto alcance los mejores resultados. A nadie se le ocurriría destinar un grueso presupuesto a la preservación de un espacio para que, con la venia de alguna otra oficina municipal, se autorice, por ejemplo, una megaconstrucción en el terreno lindero que atente contra ese mismo patrimonio que se busca preservar.
Esto parece estar ocurriendo con la iglesia y el monasterio Santa Catalina de Siena, que ocupan parcialmente la manzana delimitada por San Martín, Viamonte, Reconquista y Córdoba, en el microcentro porteño, y que fueran declarados monumento histórico nacional en 1942 y en 1975, respectivamente.
Aparentemente, el proceso se habría iniciado con una audiencia pública a la que sugestivamente no fueron invitadas las autoridades eclesiásticas. Llama la atención también que, en marzo de 2011, el gobierno de la ciudad autorizara la construcción de una torre de 60 metros con 18 pisos en la referida manzana, justo antes que la Legislatura porteña aprobara una ley de ampliación de los límites del área histórica que incluye el convento y la iglesia, cuyo origen se remonta a 1745. Con la vigencia de dicha ley, hoy no se habría podido conseguir la autorización.
El proyecto inmobiliario contempla el desarrollo de un hotel, viviendas, oficinas y subsuelos para cocheras. Cualquier emprendimiento de las proporciones mencionadas tendrá nefastos efectos. Por su antigüedad, los cimientos y la estructura de Santa Catalina son sumamente vulnerables y no resistirían los movimientos y vibraciones que las excavaciones y la posterior construcción acarrearían. Además, subyacen allí las ruinas de una enfermería y un cementerio que el gobierno porteño debería preservar en tanto órgano de aplicación de la ley de protección del patrimonio arqueológico y paleontológico.
Hay que consignar también que en medio de la vorágine cotidiana, muchos llegan a Santa Catalina en busca de actividades, atención espiritual o del simple y reparador sosiego que ofrece su patio de añosos árboles. No menos importante resulta considerar el impacto visual negativo que afectará irremediablemente la escala urbana del colonial conjunto edilicio y que, además, dejará sin el sol necesario a la antigua estructura que verá amenazada su conservación por las humedades propias de un edificio histórico.
Vecinos y representantes de la ONG Basta de Demoler, de la Fundación Ciudad, de la revista Todo es Historia y del rectorado de Santa Catalina presentaron un recurso de amparo en oposición a la construcción mientras que el Ministerio de Desarrollo Urbano de la Ciudad niega las acusaciones y refiere que los planos fueron debidamente aprobados.
Somos también los ciudadanos quienes debemos alzar la voz ante la desaprensión de las autoridades para evitar atentados contra un patrimonio arquitectónico y arqueológico que nos pertenece a todos y que tenemos la obligación de preservar para las futuras generaciones.


Fuente texto: lanacion.com 
SANTA CATALINA

Santa Catalina, fundado en 1745, fue en sus orígenes un Monasterio y una Iglesia de monjas dominicas contemplativas de clausura. Declarado en 1942 Monumento Histórico Nacional, hace treinta años fue legado al Arzobispado de Buenos Aires. En 2001 el Monasterio fue renovado con el fin de ponerlo al servicio de su nueva misión: atender las necesidades espirituales de las personas que trabajan en el microcentro porteño, sin exclusiones.
Hoy Santa Catalina atiende a quienes se acercan en busca de una escucha personalizada contando para ello con un calificado grupo de sacerdotes y laicos especializados en el acompañamiento espiritual, servicios de asesoría jurídica, de orientación laboral y de acompañamiento en el duelo. Desde su identidad católica, no sólo ofrece talleres y seminarios sobre temas religiosos, sino también cultiva el camino espiritual de la belleza mediante la promoción del canto, la música, la danza, las artes visuales y la restauración de pinturas e imágenes.

Santa Catalina
San Martín 705
www.santacatalina.org.ar

 

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