LAS CARTAS SECRETAS DE LA CALLE TACUARÍ





CUADERNOS PRIVADOS


Por Laura Ramos

En la esquina de las calles Tacuarí y Potosí, que hoy se llama Alsina, se alzaba una edificación conocida en la época colonial como “el presidio viejo”: allí nació Lucio V. Mansilla, nuestro dandi nacional. En esa casa de San Telmo los niños Eduarda y Lucio se entretenían revisando los aparadores y cajones secretos del comedor doméstico, donde encontraban “cartas empaquetadas de infinidad de personajes, cartas que, a ocultas, solía yo leer”, confesó Mansilla en sus deliciosas memorias, escritas en 1904, cuando tenía 84 años y el movimiento rosista, ese gran productor de pasiones color punzó, había quedado en cierto modo atrás. Sobrino de Rosas, hijo de Agustina Ortiz de Rosas y polémico contrincante de Sarmiento, Mansilla encuentra en la autobiografía, o en la novela doméstica, un modo de contar la patria con su gracia afrancesada y soberbia.
En su artículo “Sarmiento, lector de imágenes, escritor de prodigios”, Graciela Batticuore señala que la figura de Agustina Rosas “adquiere un lugar relevante en las memorias del hijo y su obra nos ofrece otro ejemplo de la relación madre-niño-lectura, así como de la colocación del autobiógrafo en la escena familiar argentina del siglo XIX.” Lucio narra su experiencia como niño lector y a la vez la de su hermana Eduarda Mansilla, que también fue escritora. Dice Mansilla que en su casa no hay una biblioteca materna: Agustina no es una lectora y la biblioteca del padre está fuera del lugar donde habitan los niños durante la primera infancia. De modo que Agustina Rosas, para que sus hijos aprendan a leer, apela al legajo de las cartas familiares.
Cuenta Mansilla en sus Memorias: “La señora había coleccionado cientos de cartas y hecho con ellas, poniéndoles tapas de cartón, un grueso infolio. Era para que nos acostumbráramos a leer letra manuscrita de toda clase (había alguna que al mejor se la daría) y para que supiéramos qué clase de amigos tenía mi padre …. Allí, en ese enorme mamotreto, verdadero legajo de varios, aprendí yo a conocer y a querer algunos personajes, los de letra clara como el señor don Domingo de Oro. Las simpatías de mi hermana y las mías estaban en razón inversa de la mala letra de los personajes”.
De modo que el ingenio de los niños pronto convirtió en juego la didáctica materna y encontró una diversión en la lectura. En primer lugar, el legajo proveía a los niños una destreza: la lectura de letras manuscritas de distinto tipo. Este entrenamiento les permitía, a través de la letra, de su forma, su tamaño, su cadencia, además, llegar a vislumbrar el carácter y la personalidad de los corresponsales, que les resultaban más o menos queribles en relación con la amabilidad o la rusticidad de su caligrafía. La novela familiar de los niños Mansilla se completaba tanto más cuanto esos corresponsales, cuyas misivas ellos leían ora a hurtadillas, ora a instancias de su madre, eran también asiduos visitantes de la casa.
Aunque estos padres “leen poco” -como aclara el memorialista-, las lecturas escogidas para los niños, así como la casa misma y sus rituales organizan una lógica propia. La casa Mansilla recibe a menudo visitas prestigiosas: la calle Tacuarí esquina Potosí es una mansión marcada por la belleza y por los brillos que el dinero es capaz de proporcionar. Y aunque no hay una biblioteca, las cartas y documentos dan cuenta de una literatura: la historia de la patria y la historia familiar.
Porque los propósitos, conscientes o no, de Agustina Ortiz de Rosas al dar a leer a sus hijos los archivos familiares, no son tanto pedagógicos cuando políticos: el legajo permite a los niños construir una genealogía. El conocimiento de los nombres de los allegados y parientes de la familia Mansilla les sirve para situarlos socialmente, para insertarlos en las redes de parentescos familiares, sociales y políticos. De modo que la práctica de la lectura del legajo los perfila como dignos herederos de la casa, apunta Batticuore. Como si se tratara de un manual cosido y dibujado por ella misma, la madre Agustina insta a los hijos a ejercitar su lectura. Pero el objeto de instruir a los niños es doble: no se trata tanto de iniciarlos en el conocimiento del alfabeto como de apropiarse, por medio del acceso a las cartas manuscritas de los corresponsales de la familia, de un linaje.

Fuente: clarín.com


'EL GRITO' DE MUNCH, ESTRELLA DE LAS SUBASTAS
DE LA SEMANA PRÓXIMA EN NUEVA YORK






Simon Shaw de la casa de subastas Sotheby's habla sobre "El Grito" de Edvard Munch durante una rueda de prensa el 27 de abril de 2012 en Nueva York. Esta versión de "El grito" y una acuarela que sirvió de modelo a "Los jugadores de cartas" de Paul Cezanne son las estrellas de las subastas de arte moderno e impresionista de la semana próxima, que podrían dar lugar a nuevos precios récord. 

Por Brigitte Dusseau

Una versión del cuadro 'El grito', de Edvard Munch, y una acuarela que sirvió de modelo a 'Los jugadores de cartas', de Paul Cezanne, son las estrellas de las subastas de arte moderno e impresionista de la semana próxima en Nueva York, que podrían dar lugar a nuevos precios récord.
La versión de "El grito" (1895) del pintor noruego, que será subastado el 2 de mayo por Sotheby's, es una de las cuatro de esta obra célebre en todo el mundo y que con el correr de los años se ha convertido en un símbolo de la angustia existencial del hombre moderno.
Este óleo, con un marco de madera y que lleva inscrito en letras rojas el poema que lo inspiró, está estimado en por lo menos 80 millones de dólares. Ciertos expertos anticipan que la pintura podría superar ampliamente ese precio, aunque otros son más mesurados. Sólo nueve obras de arte, pinturas o esculturas de Picasso, Giacometti o Klimt entre otros, han superado los 80 millones de dólares en subastas.
Puesta en venta por el empresario noruego Petter Olsen, que la había heredado de su padre -amigo de Munch-, la pintura es la única versión de 'El grito' que no está en manos de un museo. La fama de 'El grito' creció en los últimos 15 años tras dos espectaculares robos en museos de Noruega. En 1994, una versión fue robada de la Galería Nacional de Oslo y recuperada poco después por la policía.
En agosto de 2004, otra versión fue robada en pleno día por hombres armados en el Museo Munch de Oslo. La pintura fue recuperada en 2006. Es "muy difícil evaluar" esta obra, reconoció el viernes Simon Shaw, responsable del departamento de arte moderno e impresionismo de Sotheby's, destacando su historia y su fama como imagen universal.
"Sabemos que actualmente existe un gran apetito por los grandes obras maestras", agregó sin embargo. Con precios en torno a los 80 millones de dólares, son pocos los compradores que pueden aspirar a la pintura. Una decena de todo el mundo habrían manifestado su interés.
En total, Sotheby's subasta la semana próxima once obras valudas en más de diez millones de dólares, entre ellas un Picasso, un Soutine y un Joan Miro. Por su parte, la otra gran casa de remates neoyorquina, Christie's, pondrá a la venta el 1 de mayo más de 30 pinutras y esculturas, varias de ellas que también superan el umbral de los 10 millones de dólares.
La estrella en Christie's es una acuarela del francés Paul Cézanne, estudio preparatorio a la serie "Los jugadores de cartas", de la cual existen cinco versiones diferentes pintadas entre 1890 y 1896. Esta obra está valuada entre 15 y 20 millones de dólares.
En manos desde los años 1930 del coleccionista texano Heinz F. Eichenwald, fallecido el año pasado, la pintura no era exhibida desde 1953. Christie's, que espera ventas por unos 100 millones de dólares, subrayó también el interés actual por obras maestras reconocidas. La casa de remates subastará además seis obras de Picasso, un Henri Matisse y un Giacometti.

Fuente: AFP

LUCIAN FREUD:
UN TITÁN DE LA PINTURA HABLA SOBRE SU GRAN PASIÓN





LUCIAN FREUD PINTANDO

Quiero que la pintura funcione como carne. Mi idea del retrato viene de mi insatisfacción con los retratos que se parecen a la gente. Me gustaría que mis retratos sean de lagente, no como ellos. No tener que mirar al que posa, sino ser los que posan. Para mí la pintura es la persona. Quiero que funcione para mí como lo hace la carne.

Cuanto más miras un objeto, más abstracto se vuelve, e irónicamente, más real.

¿Qué le pido a una pintura? Que sorprenda, que perturbe, que seduzca, que convenza.

Sólo me interesa la persona, en hacer una pintura de ellos, no utilizarlos para un propósito artístico ulterior. Para mí, usar a una persona para hacer algo que no es intrínseco a ella, está mal.

Me acuerdo de que Francis Bacon decía sentir que le estaba dando al arte algo que hasta entonces le faltaba. Para mí, es lo que Yeats llamaba la fascinación con lo difícil. Sólo trato de hacer lo que no puedo.

Odio el hábito y la rutina. Eso es lo que aman los perros. Aman la regularidad en todo, y yo no tengo regularidad en nada. Tengo un horario y una agenda, pero no una rutina.

Pinto personas no por lo que parecen ni a pesar de lo que parecen, sino por lo que resultan ser.

Mi trabajo es puramente autobiográfico. Es sobre mí y mi entorno. Sobre mi esperanza, mi memoria, mi sensualidad y mi compromiso. Trabajo con gente que me interesa y que me importa, en habitaciones que conozco.

Cuando miro un cuerpo me da la oportunidad de elegir qué poner en el cuadro, qué me sirve y qué no. Hay una diferencia entre los hechos y la verdad. La verdad tiene un elemento revelador. Si algo es verdad, hace algo más que impactarte por su mera existencia.

El aura de una persona o un objeto es tan parte de él como su carne. El efecto que producen en el espacio es similar al del color o los aromas. Por lo tanto, el pintor debe preocuparse tanto por el aire alrededor de su objeto como por el objeto en sí. A través de la observación y la percepción de esa atmósfera que podrá captar el sentimiento que saldrá de su pintura.

Para un pintor, todo lo que ve debe estar ahí para su uso y placer. Y como el modelo que fielmente copia no va a ser colgado al lado de la pintura, como la pintura va a estar ahí sola, no es importante si es una copia fiel del modelo.

Todo cuadro se hace con la ayuda del modelo. El problema con los desnudos es que intensifican ese intercambio. Bosquejar la cara de alguien le hace menos daño a su autoestima que bosquejar todo su cuerpo desnudo.

Si un cuadro convence o no, depende de sí mismo. El modelo sólo debe servir como punto de partida del entusiasmo del pintor. La pintura es todo lo que sienta por él, lo que crea que merece preservarse. Si un pintor tomó realmente de su modelo todo lo que tenía que tomar, ninguna persona puede ser retratada dos veces.

No quiero que ningún color se destaque. No quiero hacer un uso modernista del color, como algo independiente. Los colores plenos y saturados tienen un significado emocional que quiero evitar.

Nunca pondría en un cuadro algo que no estuvo frente a mí. Eso sería una mentira sin sentido, un mero truco de destreza, puro artificio.


Lucian Freud (Berlín, 8 de diciembre de 1922 – Londres, 20 de julio de 2011) fue un pintor y grabador británico, considerado como uno de los artistas figurativos más importantes del arte contemporáneo.
Luego de haberse iniciado en el surrealismo en su juventud, se convirtió tras la Segunda Guerra Mundial en uno de los principales representantes de la pintura figurativa inglesa. Especializado en retratos, estos suelen excluir la expresión de sentimientos y los personajes representados aparecen bajo una fuerte luz, y con una carnalidad muy perceptible en el caso de los desnudos.
Recibió la Orden del Mérito del Reino Unido.
Sus padres fueron el arquitecto Ernst Ludwig Freud (1892–1970) y Lucie («Lux») Brasch (*1896). Era nieto de Sigmund Freud. Tuvo dos hermanos, el escritor y parlamentario Klemens Raphael Freud (1924) y el editor Stephan Gabriel Freud (1921). Su sobrina, Emma Freud, es una prominente productora de radio británica.
En 1933, cuando Lucian tenía solo 11 años de edad, el padre de Lucian, Ernst Freud, tuvo que emigrar con su familia a Londres, Reino Unido. La emigración ocurre motivada por la llegada de Hitler al poder. Ernst Freud fue luego quien organizó la recepción de los abuelos de Lucian, en 1938: Sigmund Freud y Martha Bernays quienes llegaron junto a su hija (tía de Lucian) Anna. Lucian recibió la nacionalidad británica en 1939. Durante este período estudió en el Dartington Hall School en Totnes, Devon, y después en el Bryanston School.
Lucian Freud fue un gran amigo del pintor expresionista figurativo Francis Bacon, desde 1959 y hasta su muerte 1992. Las obras de Lucian, particularmente los variados retratos de la madre, suelen describirse como las más importantes representantes de la escuela neofigurativa inglesa.
Durante un breve período estudió en la Central School of Art de Londres y después con mucho éxito en la Escuela de Pintura y dibujo Cedric Morris's East Anglian, en Dedham. Se alistó como marino mercante en un convoy del Atlántico Norte en 1941, antes de serle invalidado su servicio en 1942.
En 1943, El editor ceylanés Tambimuttu comisionó al joven artista para ilustrar un libro de poemas de Nicholas Moore, titulado The Glass Tower.
En su primera exhibición individual, en la Lefevre Gallery, en 1944, expuso su celebrado cuadro El cuarto del pintor. The painter's room.
Para el verano de 1946, viajó a París antes de continuar a Italia por varios meses. Desde entonces viviría y trabajaría en Londres.
En 1948 contrajo matrimonio por primera vez con Kathleen Garman Epstein, con quien tuvo dos hijas. Con frecuencia, Kathleen posó para él como modelo.
Tras el divorcio de su primera esposa, se casó en 1953 con Caroline Blackwood, quien se divorció de él en 1959.
Con su pareja Bernardine Coverley, tuvo dos hijas. Esther Freud, quien es una conocida escritora, casada con el actor David Morrisey y Bella Freud, diseñadora de modas. Además, tuvo cinco hijos con Suzy Boyt y otros cuatro con Katherine Margaret McAdam.Las primeras pinturas de Freud a menudo están asociadas con el surrealismo y muestran personas y plantas en yuxtaposiciones inusuales. Estos trabajos están usualmente hechos con pintura muy fina y a partir de los años 1950 empezó a realizar retratos, muy a menudo desnudos, sin nada más, utilizando la técnica del empasto (o impasto). Los colores son a menudo neutros.
Los temas de Freud son personas y sus vidas; amistades, familia, colegas, amantes y niños. En contadas ocasiones acepta retratos por encargo. Como él mismo dice en sus memorias: "El tema es autobiográfico, cuanto tiene que ver con la esperanza y la memoria y la sensualidad y la participación, la verdad..." "Pinto gente, no por lo que quisieran ser, sino por lo que son".
El uso de animales en sus composiciones está muy extendido y es a menudo característico que aparezcan las mascotas al lado de su propietario. Ejemplos de retratos de animales y personas en la obra de Freud incluyen Muchacho y Speck (1980-81), Eli y David (2005-06) y dobleRetrato (1985-86).
Su pasión por los caballos le llevó a pintar los ejemplares de la escuela en Darlington, donde, además de montarlos, incluso dormía en los establos. De estos, cabe destacar los retratos de Grey Gelding (2003), La yegua Skewbald (2004), y Yegua comiendo heno (Mare Eating Hay) (2006).
Su cuadro "a la manera, al estilo de Cézanne" (after Cézanne) es notable por su forma inusual y el alto precio que pagó la Galería Nacional de Australia, de $ 7.4 millones de dólares americanos.
Un retrato de pequeño formato de la reina Isabel II causó controversia, al mostrarla tan envejecida (o más) de lo que es. La prensa británica publicó críticas contrapuestas sobre él.

Pintor de producción no demasiado extensa y sumamente cotizado ahora, cuenta con apenas cinco ejemplos en España: cuatro en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, ("Reflejo con dos niños, autorretrato", "Gran interior, Paddington", "Último retrato" y "Retrato del barón H.H. Thyssen-Bornemisza"), existe otro retrato del barón, de mayor formato, que al parecer lo heredó su hija Francesca. En museos de Hispanoamérica, hay que citar dos pinturas en el MUNAL de México y una en MALBA de Argentina.
El 20 de julio de 2011, falleció "en paz" en su domicilio de Londres, según un comunicado de su abogada Diana Rawstron que recoge France Presse.



PASIÓN BARROCA Y DESBORDADA



Rompió todas las leyes de la sociedad. Fue una de las mayores pintoras de su época. Como Caravaggio, durante casi cuatro siglos fue olvidada. Una muestra en París redescubre su talento.

En el Museo Maillol de París se lleva a cabo hasta el 15 de julio la exposición Artemisia, poder, gloria y pasiones de una pintora. Rescatada del olvido, podemos ver en esta magnífica muestra –curada por Roberto Contini, conservador de Pintura Italiana y Española de los siglos XVI-XVII en la Gemäldegalerie de Berlín, y Francesco Solinas, profesor del Collège de France– 42 de sus obras y una veintena de las de sus contemporáneos más cercanos, entre ellos Orazio Gentileschi, su padre.
La pintora barroca italiana fue una mujer libre, rebelde, ambiciosa, muy cortejada y genial. Vivió rodeada de mecenas, formó a los grandes de la época, su autorretrato desnuda –representando una de las ocho virtudes de Miguel Angel– decora la casa del propio Buonarroti bajo el encargo de su sobrino, Miguel Angel el joven. Fue alumna de Galileo Galilei, primera mujer miembro de la Academia de Dibujo. Trascendió fronteras, fue amiga de Diego de Velázquez, también pintora de la corona española y de la reina de Inglaterra. Rompió todas las leyes sociales y se convirtió en una de las artistas más célebres de su época. Compleja, apasionada, también sus cartas de amor, asociadas a su trabajo, a su amante Francesco María Maringhi, desbordan de emociones, mezcladas con algunos versos latinos de Petrarca, Tasso o del mismo Miguel Angel. Muere en la gloria pero es olvidada durante cuatro siglos.
Artemisia Gentileschi (1593-1654) ha sido rescatada del olvido ahora en Francia con la muestra en el Museo Maillol. Al entrar en el suntuoso recinto de este hotel particular que fue la casa de Maillol y de su esposa, Dina Vierny, uno se topa con obras que rinden cuenta de la importancia de esta una mujer excepcional en la historia del arte y, en particular, en el período barroco-clasicista. A través de los dos pisos del museo se despliega un universo de formas impregnadas de refinamiento, voluptuosidad, teatralidad en las expresiones y colores, bajo una pasión intensa que emana del conjunto de estos elementos. La genial creadora renace como una suerte de Ave Fénix frente a nuestra mirada subyugada.
Hija del maestro toscano de la pintura barroca Orazio Gentileschi, Artemisia nació en Roma el 8 de julio de 1593. Su madre murió en el séptimo parto, cuando ella tenía 12 años. Decide ser artista y se convierte en la mejor alumna de su padre: quiere trascender su condición (fue el caso de Caravaggio en otro sentido), cuya pintura, según dicen algunas fuentes, la trastornaba.
Caravaggio muere en 1610; Artemisia tiene entonces 17 años y firma su primer cuadro: “Susana y los viejos”. Artemisia ha eliminado todo detalle anecdótico, como el jardín o las joyas que son un clásico a la hora de tratar este tema de lascivia bíblico. La atención está prestada a los personajes y a la pureza que irradia el cuerpo desnudo de Susana, la expresión de miedo de su rostro, bajo el inmenso contraste entre el rojo y el azul, que derivan del interés de la pintora por Miguel Angel en aquella época.
Un año más tarde, en 1611, uno de los colaboradores de su padre en la decoración de la casa del cardinal Scipione Borghese, Agostino Tassi, comienza a darle clases de perspectiva. Se inicia entonces un capítulo oscuro en la vida de Artemisia. No acepta el pedido de matrimonio que le hace Tassi, quien la viola. Su padre decide denunciarlo al papa Pablo V para obligarlo a casarse –era la ley de la época– y somete de hecho a Artemisia a un proceso humillante bajo la mirada de toda Roma. El proceso público duró varios meses. Fue sometida a la tortura que consistía en prensar los dedos a través de cuerdas hasta destruir las falanges. En los registros judiciales que se conservan se puede leer una famosa frase de Artemisia, quien con los dedos deshechos se dirige a Tassi diciéndole: “Este es el anillo de bodas que me tenías prometido”. Tassi es condenado a cinco años de exilio y galeras pontificias –que nunca cumplió– mientras que Artemisia se casa con Pierantonio Stiattesi, florentino, hijo de un zapatero, y juntos se trasladan a Florencia. 

MUSA DE LA PINTURA. Circa1635. óleo sobre tela, 70 x 62,5 cm.
 MUSA DE LA PINTURA. Circa1635. óleo sobre tela, 70 x 62,5 cm.

En aquella época, en la corte del gran duque de la Toscana, Cosme de Médicis, se encuentra como consejero y maestro de perspectiva en la Academia, Galileo. Fue amigo y maestro de Artemisia. Ella ya era integrante de la prestigiosa Academia del Dibujo, la primera mujer con ese cargo. Se conservan 28 cartas entre ellos. El aporte de Galileo es clave en una de las obras maestras de la pintora: “Judith decapitando a Holofernes”, ejecutada entre 1612-1613.
En esta obra mayor, Artemisia pone sus rasgos en el frío y calculador rictus del rostro de Judith, atribuyendo a Holofernes los de Tassi. La oscuridad y violencia de esta obra, la seguridad en el rostro de Judith decapitando a Holofernes, se atribuyen a su traumática violación y al proceso humillante que vivió posteriormente. El cuadro tiene detalles de Caravaggio: la sangre manchando las sábanas blancas es un efecto de gran dureza que responde al estilo impactante del maestro del claroscuro.
En 1620 el duque Cosme de Médicis quiso adquirir una segunda copia. Y es aquí donde intervendrá Galileo. En este segundo cuadro hay una diferencia en cómo la sangre fluye desde el cuello de Holofernes: el recorrido de la sangre sigue una trayectoria parabólica. Galileo que conocía las dos versiones del cuadro de Artemisia es probable que le haya indicado la trayectoria correcta, en una suerte de realismo que acentúa la crudeza del cuadro (Galileo se ocupó en estudiar el movimiento de los proyectiles y en describir el movimiento parabólico).
Artemisia vuelve a Roma, se reafirma en la escena internacional con una docena de cuadros: llega a la cumbre de una carrera brillante de retratista. La corte de los Médicis con su particular gusto por el teatro, dicta el gusto en la ciudad. La pintora se instala con su familia, su marido y cuatro hijos, cerca de la plaza del Popolo durante cuatro años, entre 1620 y 1626.
Separada de su marido, se traslada a Venecia donde el éxito continuará durante tres años antes de partir a Nápoles. Allí se instala durante 20 años para trabajar al servicio de otro de sus admiradores, el virrey Fernando Enríquez Afán de Ribera, duque de Alcalá. Instala un taller con una docena de ayudantes y forma a los mejores pintores del futuro: Pacceco De Rosa, Onofrio Palumbo, Bernardo Cavallino, Spardano. Se impone en el medio artístico napolitano gracias a un encargo “El nacimiento de Juan el Bautista”, hoy en el Museo del Prado, y los tres retablos destinados a la catedral de Pozzuoli.
Cuadros bíblicos, personajes mitológicos e históricos, retratos de actrices.
Como Artemisia era muy bella los coleccionistas adquirían sus retratos en toda Europa, porque ella solía ser su propio modelo. Había muchas mujeres pintoras en la época pero estaban limitadas a pintar vírgenes y flores: la hija de Orazio imponía su cuerpo. Audaz y refinada, trabajó para todos los coleccionistas privados: los Médicis, el duque de Módena, el conde de Amabares, los D’Este, además de banqueros, príncipes europeos y toda suerte de nobles. Las figuras femeninas de sus cuadros están en su mayoría desnudas: hay músicas, pensadoras, artistas y personajes célebres: Cleopatra, Diana, Dalila, María Magdalena, Judith, la Galatea...
“Cleopatra” (1635) se impone entre sus retratos-autorretratos por su dramatismo, con su torso delicado y desnudo mientras se deja morder por una serpiente pequeña, apenas visible. La acompaña en su fuerza impactante “El suicidio de Lucrecia” (1630-1633), la expresión noble de la esposa de Lucio Tarquinio Colatino entregada al sacrificio para salvar el honor perdido. Cuerpos sensuales y delicados, eróticos, con una plástica profundamente teatral donde ella misma se incluye como personificación de su arte.
En 1639 Artemisia viaja a Londres. Vivirá allí dos años y decorará los techos de la casa de la reina en Greenwich. Su padre era considerado allí el mayor maestro de su tiempo; muere en Londres y, según dicen las fuentes, el funeral de Gentileschi fue tan suntuoso y espectacular como fueron los de Rafael y Miguel Angel.
Artemisia regresa a Nápoles aproximadamente en 1640 y allí se queda hasta su muerte, cuya fecha exacta no es precisa pero se estima que ocurrió en 1654.
En Nápoles siguen los encargos, respaldada por su amante y protector Frescobaldi, Artemisia responde a los pedidos de sus coleccionistas realizando retratos y cuadros de grandes dimensiones como los de Diana y la Galatea, o“El juicio de París”. En los últimos años de su vida Artemisia parece colaborar estrechamente con el pintor napolitano Onofrio Palumbo, según el testimonio de algunos documentos que se encuentran en los archivos en Nápoles. Antes de morir, dirá de ella misma una frase que la define: “Soy el alma de César en un cuerpo de mujer”.
Se presume que sus restos se encuentran en la iglesia Sain Giovanni Fiorentini de Nápoles, sin embargo resulta difícil identificar su tumba, que desaparece en unos trabajos de restauración de la iglesia en 1785.

Fuente: Revista Ñ Clarín

MÁS DE SESENTA AÑOS REFLEJADOS EN RETRATOS



 ANNIE LEIBOVITZ
Annie Leibovitz es una fotógrafa de profesionalidad incuestionable. Le encargaron un retrato de la reina Isabel II de Inglaterra y realizó esta instantánea clásica, inspirada en el “Retrato de la reina Charlotte” (1789), del pintor cortesano Thomas Lawrence. Es un retrato refinado y artístico donde todo ha sido muy medido, hasta la cantidad de misterio. La opulencia del interior, los matices, la herida de la luz sobre los objetos, los reflejos, como ése del exterior en el vidrio de la puerta abierta: todo rezuma armonía, respeto y una porción innegable de academicismo. Y además está la caracterización de la reina, su vestuario y, sobre todo, esa mirada  justa de melancolía, suave de serenidad. En el fondo, es el retrato a una mujer de 81 años que huye o se resarce de las épocas más  convulsas y amargas.

La reina Isabel II, que cumple el sexagésimo aniversario de su llegada al trono, renovó su compromiso de servicio al Reino Unido y agradeció al pueblo británico por unos años "maravillosos de apoyo y ánimo".
En una carta dirigida a los ciudadanos, la soberana británica manifiestó su emoción por la gran cantidad de mensajes recibidos con motivo del Jubileo de Diamantes.
Además de renovar su compromiso con la población, la reina, de 85 años, destaca en su misiva el poder de la "unión" y "la fortaleza de la familia, la amistad y la buena vecindad". "En este año especial, yo me dedico otra vez a vuestro servicio", puntualiza Isabel II, poniendo un punto final a runores de una posible abdicación a favor de su hijo el Príncipe de Gales.
"También espero que este año del Jubileo sea un momento para agradecer los grandes avances conseguidos desde 1952 y mirar hacia el futuro con la mente clara y un corazón solidario al unirnos en nuestras celebraciones", resaltó.
Isabel II llegó al trono tras la muerte de su padre, el rey Jorge VI, el 6 de febrero de 1952 cuando la joven princesa Isabel estaba con su marido, el duque de Edimburgo, en Kenia.
Durante su reinado, la familia real enfrentó tiempos difíciles y momentos de baja popularidad, especialmente después de la muerte en 1997 de la Princesa Diana, la querida ex esposa de su hijo, el Príncipe Carlos. La reina fue personalmente criticada por parecer impasible y fuera de contacto con el sentir público por la muerte de Diana, lo que hizo que muchos se cuestionaran la existencia de la propia monarquía.
Pero la familia real goza de una renovada popularidad después del matrimonio el año pasado del nieto de la reina, el Príncipe Guillermo, segundo en la línea al trono, con Catherine Middleton.
Aunque los sesenta años en el trono se cumplieron en febrero pasado, las principales celebraciones tendrán lugar en junio próximo.
A sus 85 años, la Reina pasa a ser la soberana británica que más tiempo estuvo en el trono después de la reina Victoria, que fue monarca durante 63 años.
Durante su reinado hubo 12 primeros ministros británicos, 12 presidentes de Estados Unidos y seis papas. Ella visitó 116 países. 

                                                                                                                                                                                        CECIL BEATON

La ‘National Portrait Gallery’ de Londres ha organizado una exposición con los 60 retratos más destacados de Isabel II, llamada ‘La Reina: Arte e Imagen’. Con diez retratos por década, desde fotografías oficiales hasta retratos más modernos e innovadores –como el cuadro de Andy Warhol- , la exposición refleja el rostro de la soberana durante las últimas seis décadas. Se abrirá al público a mediados de año en Edimburgo y después viajará a Belfast y Cardiff, para terminar en Londres, donde podrá visitarse desde el 17 de mayo hasta el 21 de octubre de 2012.









ANDY WARHOL







ANDY WARHOL


JUSTIN MORTIMER


CHRIS LEVINE



PHILIP DE LÁZSLÓ



ANNIE LEIBOVITZ

DOROTHY WILDING


CHRIS LEVINE










CECIL BEATON



LUCIAN FREUD



CECIL BEATON







CHRIS LEVINE



CECIL BEATON


 

JEMMA PHIPPS  



JOHN SWANNELL 
 


* JEFF STULTIENS



CECIL BEATON 
 




    

* MICHAEL LEONARD
 


SERGEI PAVLENKO 



 
LORD SNOWDON


                                                                                                                                                                                 GUNN

RICHARD STONE


 

CECIL BEATON




                                                                                                                                                                 * ES UNA PINTURA, NO UNA FOTO.