No es poco decir. Esto me ha valido discusiones muy amargas con María Rosa [Oliver], que está cada día más embarcada en el comunismo y, para mi modo de ver, más ciega, más ofuscada, más exaltada en el error. No se puede conversar con ella sobre estas cosas. Yo por lo menos no puedo hacerlo, porque de mon côté me exalto y me irrito sin poderlo remediar.

Todo esto es muy doloroso y triste. Me hubiese gustado vivir un tiempo fuera de Argentina, pero el hecho es que no tengo dinero para hacerlo. No he tomado la precaución de retirar fondos cuando tantos lo hacían. No me he ocupado ni preocupado de asuntos monetarios. Ahora lo lamento y pienso que he sido muy cretina.

No sé si te llegó mi librito sobre Keyserling (contestación a un capítulo sobre mí que salió en sus Memorias). Me imagino que en tu carta hablas de Soledad Sonora. Poca cosa, Gabriela, poca cosa.

En cuanto a la revista, si supieras lo difícil que resulta hacer lo poquísimo que hacemos. ¡Si supieras las luchas y dolores de cabeza que representa hoy, en Buenos Aires, cualquier esfuerzo de esa índole! The World is out of joint...

París me llena de nostalgias. He perdido a casi todos los amigos que me volvían amable mi estadía aquí. Tengo algunos proyectos que trataré de realizar sin mucha ilusión de les mener a bien (la a tiene tilde grave pero no lo encuentro en mi teclado).

No te imaginas cuánto he sentido que no pudieras escribir unas líneas para el libro que publicará Aguilar en Madrid, ya que los insensatos quieren prefacios a todo trance. Eras la única persona capaz de hablar de lo poco que he logrado hacer con simpatía humana. (Lo único que me interesa).

Te daré noticias más adelante. Te ruego que me escribas a máquina si es posible pues entiendo mal tus cartas a lápiz que se borran fácilmente.

Te quiere y abraza

Victoria.

Vivo en el Hotel de la Trémoille, rue de la Tremoille, París.