El valor de la innovación
El
talento creativo es hoy un activo imprescindible para la realización
personal y para el desarrollo económico y social de las naciones. Las
neurociencias intentan descifrar las bases biológicas del fenómeno.
Por Facundo Manes / Para La Nación
Jorge Luis Borges reflexionó sobre el valor de la creatividad poética en una conferencia de 1983 en el Collège de France. Podría resultarnos sorprendente que las ideas centrales que guiaron estas consideraciones del último Borges estuvieran ligadas a la memoria, a la emoción y, sobre todo, al futuro.
Jorge Luis Borges reflexionó sobre el valor de la creatividad poética en una conferencia de 1983 en el Collège de France. Podría resultarnos sorprendente que las ideas centrales que guiaron estas consideraciones del último Borges estuvieran ligadas a la memoria, a la emoción y, sobre todo, al futuro.
Claro que Borges no fue el único en indagar sobre este
tema. La fascinación por la creatividad fue una constante de siglos.
Como sabemos, los antiguos griegos creían que la inspiración provenía de
las musas. Durante la Edad Media, los filósofos distinguieron la
creatividad artística de otros tipos de ingenio. Se pensaba que la
creatividad era una habilidad única que sólo tenían ciertas personas
elegidas. Hoy entendemos que el talento creativo no sólo no está
reservado para unos pocos, sino que existe en todos los aspectos de la
vida y es parte fundamental de todas las profesiones, desde la actuación
hasta la carpintería o la ingeniería. También sabemos que, como cada
aspecto de la experiencia humana, la creatividad se origina en el
cerebro. Es por eso que las neurociencias están intentando estudiar las
bases biológicas de este fenómeno.
Aunque no existe aún una definición de creatividad, en
términos generales se considera creativo todo aquello que presente una
visión novedosa u original sobre un problema. Muchas veces ese problema
puede ser la forma en que representamos el mundo o la construcción de
uno nuevo. Así es como se asocia la labor artística con la creatividad.
Entendemos el arte como un rasgo distintivamente humano, y quizá da
cuenta de una parte significativa de la evolución del cerebro.
¿Cómo nacen las ideas creativas? Suele ser muy
decepcionante escuchar la explicación que incluso un artista genial
suele dar respecto de dónde salieron sus ideas. Lo que es seguro es que
ninguno de los grandes creadores tuvo una idea genial sin haberle
destinado muchísimo tiempo previo a pensamientos profundos y obsesivos
sobre un tema determinado. De hecho, hay más relación entre obsesión y
creatividad que entre coeficiencia intelectual y creatividad. Según el
escultor estadounidense Richard Serra, uno no quiere terminar convertido
en un esclavo de sus propios trabajos o pensamientos previos, y el modo
de evitarlo es mantenerse constantemente activo y hacer preguntas sobre
lo que estamos haciendo y sobre lo que no entendemos. A menudo cuando
las piezas comienzan a unirse, vemos cosas que no habíamos imaginado y
que pueden llevarnos por una dirección diferente. En otras palabras, en
términos de creatividad, la inspiración es para aficionados.
Muchos creativos reportan que ellos tienen ideas nuevas cuando no están pensando en nada: cuando el cerebro está desconectado, offline
, procesa información intensamente. Sólo porque uno no esté concentrado
en algo (o creyendo que no está concentrado) no quiere decir que el
cerebro no está trabajando con la información adquirida previamente.
Podemos decir que justamente éstos serían los mejores momentos para
crear, ya que es cuando se está relajado, hay tiempo de inactividad y
existe lo que se llama "sueños diurnos". El químico alemán Friedrich
Kekulé cuenta en sus memorias que, cuando llevaba mucho tiempo
intentando encontrar la huidiza estructura de la molécula de benceno,
una tarde, mientras volvía a su casa, se quedó dormido. Allí comenzó a
soñar con átomos que danzaban y chocaban entre ellos. Varios átomos se
unieron y formaron una serpiente que hacía eses. De repente, la
serpiente se mordió la cola y Kekulé despertó. A nadie se le había
ocurrido hasta ese momento que la molécula pudiera tratarse de un
compuesto cíclico. Esto se explica porque el sueño (en el cual, entre
otras funciones, se repasan los eventos del día) también es un estado
que facilita la creatividad. Durante el sueño hay actividades cerebrales
que son similares a las que, según se comprobó, existen en períodos de
creatividad. Y el despertar también es un momento propenso. Es famosa la
anécdota de Paul McCartney sobre la noche de 1964 en que soñó la
melodía de "Yesterday". Por la mañana, la cantó bajito y la escribió.
El cerebro necesita un respiro o pausa ( downtime ) para la novedad.
Existen básicamente dos maneras de resolver problemas:
una manera lógica (pensamiento lento y repetitivo) y una manera
intuitiva. La actividad cerebral que se ve antes de que las personas
resuelvan el problema con intuición es la activación de las áreas de
imaginación y de asociación, que hablan entre ellas. Cuando estamos
concentrados en encontrar una idea o una solución novedosa a un
problema, no estamos permitiendo que trabajen en forma intensa las áreas
que hacen nuevas asociaciones en el cerebro. Cuando se realiza el acto
creativo el cerebro estaría en un estado oscilatorio, que posibilita la
sincronización entre grupos neuronales de la misma área cortical o de
áreas distantes entre sí que intervienen en una acción motora, tarea
cognitiva o perceptiva.
El equipo de investigadores de la Universidad de
McGill, en Montreal, escaneó el cerebro de Sting a través del resonador
magnético funcional para observar qué partes de su cerebro estaban
activas cuando improvisaba mentalmente una melodía que jamás había
compuesto. Lo llamativo de los resultados fue la gran activación global
de su cerebro. El proceso de creatividad claramente depende de una red
muy compleja de nuestro cerebro. Otros investigadores observaron que
cuando los músicos de jazz creaban algo nuevo, activaban áreas que
generalmente están frenadas por la parte anterior -frontal- del cerebro.
Todo esto explica, a partir de un abordaje biológico,
que para ser creativo hay que estar preparado, ser un poco obsesivo, un
poco loco (no mucho), entender el problema de manera simple (muchas
veces queremos hacerlo inteligentemente y, en realidad, todo es más
sencillo), ser valiente, estar dispuesto a equivocarse (como supieron
Galileo o Steve Jobs, muchas veces es bueno estar equivocado para luego
estar en lo correcto) y, como dijimos, estar relajado.
Claro que existe una carga genética que predispone al
talento creativo. Sin embargo, es el factor sociocultural el que juega
un rol crucial, pues el acceso a experiencias de distinta naturaleza
remodela las conexiones cerebrales necesarias para generar las
soluciones innovadoras que resultan de este pensamiento divergente. El
contexto y los factores sociales pueden estimular (o no) la explosión de
creatividad.
Las sociedades de las que nacen los talentos creativos
tienen una mayúscula responsabilidad sobre ese alumbramiento. Tanto es
así que ellos se vuelven representantes de su sociedad y muchas veces
esa ciudad o ese país es reconocido a partir de este gran hombre o
mujer. También la sociedad se beneficia económicamente gracias a esos
talentos. A gran escala, la llamada "economía creativa" o "industria
creativa" es un factor de inmenso desarrollo. Este concepto abarca
esencialmente la industria cultural (arte, entretenimiento, diseño,
arquitectura, publicidad, gastronomía) y la economía del conocimiento
(educación, investigación y desarrollo, alta tecnología, informática,
telecomunicaciones, robótica, nanotecnología, industria aeroespacial).
La creatividad humana es uno de los mayores recursos para las economías,
ya que la principal riqueza de un país es su capital humano, un bien
renovable cuyo viento de cola es la motivación.
Es que, como decíamos al comienzo, la creatividad no
está circunscripta a una práctica específica, sino que es vital para
todas las realizaciones humanas. ¿Cómo explicar, si no, el talento de
una madre y un padre para administrar sus recursos módicos y lograr que a
sus hijos no les falte nada? ¿Con qué capacidad el maestro alcanza
eficazmente sus objetivos de educar a cada uno de los alumnos de su
clase? ¿Cómo un proyecto solidario, una empresa incipiente o un Estado
averiado logran salir a flote? "Es la creatividad, amigo", podríamos
responder.
En la conferencia de 1983, Borges dijo también que la
creatividad está ligada a la adversidad: "La felicidad es un fin en sí
mismo y no exige nada, mientras que el infortunio debe ser transformado
en otra cosa". Al seguir este razonamiento, podemos pensar que la
potencialidad más grande que tenemos como comunidad es, justamente, eso:
el reconocimiento de la carencia y de los recursos para transformarla
en virtud; la memoria para aprender y la pasión para movilizarnos; y,
por supuesto, la búsqueda obstinada de la solución. La creatividad
resultará, entonces, nuestro recurso más valioso para construir ese
futuro deseado.
Fuente: lanacion.com
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