Una exposición compara sus dibujos del cuerpo humano con tomografías computadas, resonancias magnéticas y escaneos 3D.
Revelación. Da Vinci dibujó un bebé dentro del útero materno inspirado en la disección de una vaca preñada. |
Por Julieta Roffo
Es 1507. Leonardo Da Vinci, que ya lleva cuatro años trabajando en la Mona Lisa, está sentado junto a un viejo de unos 100 años en el lecho de muerte de ese hombre, en el Hospital Santa María Nuova de su Florencia natal. La conversación transcurre cada vez más lenta, el anciano se apaga, se muere, y Leonardo escribe en su diario: “No había nada mal en su cuerpo, excepto la debilidad. Decidí diseccionarlo para entender la causa de una muerte tan dulce”. La anatomía humana se vuelve, definitivamente, uno entre tantos de sus intereses, aunque ya había pasado décadas diseccionando cadáveres animales.
No es una
novedad la pericia con la que el genio del Renacimiento representó el
cuerpo humano en sus dibujos: desde que esos dibujos se conocieron en
1900, los anatomistas reconocieron la claridad con la que Leonardo
bosquejó órganos, músculos y huesos. Pero sí es novedosa la manera de
exponer sus obras: en Edimburgo se exhiben hasta el 10 de noviembre
treinta dibujos originales de Da Vinci junto a tomografías computadas,
resonancias magnéticas y escaneos 3D, todo en alta definición, para que
la comparación con la tecnología actual constate su talento.
Los
30 dibujos elegidos son parte de un lote de 600 que pertenece desde 1690
a la Colección Real Británica, pero que permaneció inadvertido hasta
inicios del siglo XX. No sólo hay dibujos, sino también las anotaciones
–unas 13 mil palabras– de Da Vinci, realizadas a través de su
inconfundible escritura espejada.
Es que entre 1507 y 1513
Leonardo diseccionó unos treinta cadáveres –sin problemas legales ya que
una bula papal de 1482 autorizaba esa práctica–, y en algunos casos lo
hizo con ayuda del profesor de anatomía de la Universidad de Pavía
Marcantonio della Torre. El corazón, los músculos y la estructura ósea
eran las cuestiones que más le interesaban, y el objetivo artístico
asomaba: perfeccionar el conocimiento del cuerpo humano le permitiría
pintar mejor a sus modelos sobre el lienzo.
La cercanía con Della
Torre le permitió, en esos años, conocer mejor los huesos: dibujó casi
todos los del esqueleto desde diferentes ángulos, incluida la primera
representación acertada de la columna vertebral y de los grupos
musculares más importantes del cuerpo. Los dibujos de la columna están
entre los más destacados de la muestra “Leonardo Da Vinci: Las mecánicas
del hombre”, junto con el de un bebé dentro del útero materno: ese
bosquejo, según los expertos, está basado en la disección del cadáver de
una vaca preñada que el artista realizó, y se muestra junto a un
ultrasonido en 3D de un feto de 15 semanas.
Los bosquejos de manos
y hombros, en los que no sólo se ven huesos sino también tendones y
músculos, se exponen acompañados por animaciones en alta definición que
equiparan el conocimiento obtenido hace más de 500 años a través de un
bisturí y una pluma con el que puede obtenerse hoy a través del
diagnóstico por imágenes.
“La sabiduría anatómica de Da Vinci
podría haber transformado el conocimiento médico, pero permaneció oculta
en sus cuadernos durante mucho tiempo”, le dijo al diario The Guardian Martin Clayton, curador de la muestra de Edimburgo.
Otra
de las cuestiones que la exposición revela es cuán cerca estuvo Da
Vinci de descubrir la función del latido del corazón en la circulación
de la sangre, que un siglo después descifraría William Harvey. “El 95
por ciento de su teoría era correcta pero le fallaba el corazón”,
sostuvo –en declaraciones al diario español El País – Peter
Abrahams, docente de la Universidad de Warwick, especialista en anatomía
clínica y uno de los impulsores de esta muestra.
“Nadie entendió
los dibujos de Leonardo porque eran demasiado avanzados para su tiempo
(...) Tendrían que pasar 300 o 400 años más para que el resto del mundo
llegara a las mismas conclusiones”, explicó Abrahams, que desde hace
unos cuarenta años dicta sus clases sirviéndose de las láminas dibujadas
por Da Vinci porque, asegura, así “consigue que la anatomía se vuelva
interesante” para sus alumnos.
El tratado de anatomía con el que
Leonardo soñaba nunca se publicó: el artista, matemático y también
anatomista murió en 1519, sin develar para qué servía el corazón, un
órgano que –como a tantos– lo obsesionaba.
Fuente: clarin.com
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