Urbanismo / Desde la Usina del Arte hasta Caminito
En
el recuperado edificio de la ex Compañía Italo-Argentina de
Electricidad, el flamante complejo Usina del Arte llegó a La Boca para
consolidar el perfil cultural del barrio que, en pleno siglo XXI,
sobrevive anclado en su pasado de abundante riqueza artística y sus
atractivos turísticos tradicionales, sin haber experimentado las
transformaciones que modernizaron a otros rincones de la Capital.
Una recorrida por el vecindario que creció mientras la
boca del Riachuelo funcionó como el puerto natural de Buenos Aires,
luego trasladado más al Norte, alcanza para advertir el desequilibrio
entre el vastísimo patrimonio cultural e histórico del barrio y la
ausencia de un empuje económico y de movilidad social.
La Boca permanece ajena, por ejemplo, al furor
inmobiliario que inunda otros barrios, donde la construcción de
viviendas para la clase media fue incesante hasta este año. Según datos
del Ministerio de Desarrollo Urbano porteño, durante 2011 el precio del
metro cuadrado de casas cotizó en La Boca menos que en cualquier otro
lugar de la ciudad (US$ 783,30), ya que el precio del metro cuadrado
(US$ 1364,5) en departamentos fue inferior a la media (US$ 1562,2) de la
zona sur.
Los vecinos conocen el atraso y, aunque muestran su
orgullo por la historia que late en estas calles alegradas por los
coloreados conventillos, que surgieron con la primera oleada de
inmigración italiana, ansían el desarrollo del barrio.
La Usina del Arte se suma al circuito cultural. Foto: LA NACIÓN Santiago Filipuzzi y Maxie Amena |
Rubén
Hugo Rodríguez Ponziolo y Diego Barovero, vecinos de La Boca y
directivos de su Junta Histórica, recordaron que los últimos edificios
fueron levantados por el sector privado en la década de 1970 y que,
desde 1990 hasta la actualidad, sólo hubo emprendimientos de vivienda
social en manos del Estado porteño.
En los últimos años, el Ministerio de Desarrollo Urbano
también se ocupó de revalorizar algunas arterias barriales claves para
La Boca: Brown, Regimiento de Patricios -que evidencia cierto repunte
posterior- y Pérez Galdós. Esta última embellece el acceso a la flamante
Usina del Arte, a la vez opacado por el bajo autopista de Pedro de
Mendoza.
Por la reurbanización de Pedro de Mendoza batalla la
Asociación de Vecinos La Boca, que -en consonancia con la resolución del
juez federal de Quilmes Luis Armella, encargado del saneamiento del
Riachuelo- impulsa la recuperación del tramo tendido entre Brasil y el
nuevo puente Nicolás Avellaneda.
El puente ya fue refaccionado por Vialidad Nacional,
que además inauguró debajo oficinas con salida a la calle Lamadrid. En
tanto, desde la Fundación x La Boca trabajan por la recuperación de otro
ícono del barrio: el viejo puente transbordador, que en 2014 cumplirá
100 años.
Mientras tanto, y pese al despliegue de la Prefectura
Naval, que llevó más seguridad al barrio, la inversión privada se hace
esperar. No abrieron en La Boca hoteles y existe un solo hostal
habilitado sobre la avenida Brown, casi en el límite con San Telmo. Sólo
en los últimos tiempos aparecieron nuevos enclaves gastronómicos en las
cercanías del clásico paseo de Caminito, de la Usina del Arte y de la
plaza Matheu.
Se trata de La Piccola Italia, en Garibaldi y Lamadrid,
junto a las vías muertas que aguardan por un tren o un tranvía que una
Puerto Madero con La Boca; Arte Bar, en Lamadrid e Irala, y un bodegón
en Pérez Galdós y Ministro Brin.
Caminito, con sus tangueros, mantiene el viejo atractivo turístico. Foto: LA NACIÓN / Santiago Filipuzzi y Maxie Amena Fuera de estos reductos de sabores que se suman a la oferta de los cuatro bares notables del barrio (La Perla, El Estaño, La Buena Medida y el Bar Roma) y a los tradicionales restaurante El Obrero y pizzería Banchero, La Boca sigue cautivando a los turistas y movilizando a los vecinos básicamente con el paseo de Caminito, la herencia del pintor Benito Quinquela Martín y la pasión por el Club Atlético Boca Juniors. |
Boca y su Museo de la pasión. Foto: LA NACIÓN / Santiago Filipuzzi y Maxie Amena |
El
circuito cultural está integrado por la Usina del Arte, el Museo del
Cine; la sala del Grupo de Teatro Catalinas Sur, fundado por Adhemar
Bianchi, y el Ateneo Popular de La Boca, lanzado en 1926 por el poeta,
periodista e historiador Antonio J. Bucich. Continúa con la sede del
Museo Histórico de La Boca, sobre la avenida Brown, y la de la
asociación Impulso, Gente de Arte y Letras, creada en 1940 por artistas
plásticos de la época, encabezados por Fortunato Lacámera (Lamadrid
355).
El Museo de la Pasión Boquense, en el interior de la
Bombonera, constituye otro punto esencial del recorrido, al igual que la
galería de arte instalada en la antigua carbonería donde vivió
Quinquela Martín y el conventillo histórico de 1881, ambos sobre
Magallanes, una calle a la que se extendió la estética de Caminito.
Caminito se une con la mágica Vuelta de Rocha, sobre la
que balconea el complejo construido sobre terrenos cedidos por
Quinquela Martín, que incluye: un museo en honor al fiel retratista de
La Boca, el Teatro de la Ribera y la Escuela de Artes Gráficas. La
Fundación Proa, en la reciclada casa de la familia Dallorso, completa la
postal más clásica de este barrio.
Entre las novedades que buscan rescatar este circuito,
junto a la Usina del Arte, figuran artistas que vuelven a elegir las
paredes de La Boca para dejar su "firma". Tal es el caso de Tsá, cuyo
mural más reciente se abre paso en Magallanes y Melo.
En bici o a pie, para disfrutar y conocer
A partir del sábado próximo, los fines de semana el
Ministerio de Cultura porteño ofrecerá bicicleteadas -con bicis propias o
públicas- que partirán desde la usina y recorrerán los atractivos del
barrio y otros de la zona sur. "Para que un barrio no se vuelva
reiterativo, hay que sumar opciones, abrirlo geográficamente e
integrarlo a un corredor. Trabajamos en «la milla cultural del Sur» con
esa meta", explicó el ministro del área, Hernán Lombardi. También desde
ayer el ministerio organiza visitas guiadas gratuitas por la Usina del
Arte. Se realizan sin reserva previa, de 14 a 17, en Caffarena y avenida
Pedro de Mendoza.
Opinión
Muros pintados para soñar
Muros pintados para soñar
Por TSA / Para LA NACIÓN
La
Boca convoca a los artistas porque es visto como un barrio bohemio, por
sus calles, sus bares antiguos, sus casitas de chapa, el Riachuelo, el
puente y su historia ligada al arte a través de la vida de Quinquela
Martín y otros artistas. Tantos elementos lo convierten, sin lugar a
dudas,en un barrio por demás atractivo.
En mi caso, llegué a la Boca en 2010 y como vengo de
Puerto Madryn, una ciudad en la que hay mar y muelles, encontré en este
barrio de Buenos Aires eso que necesitaba de allá, del Sur. A falta de
mar me consolé con su río y a falta de muelles, con su puerto.
Ese mismo año comencé a pintar y a pintar La Boca, poniendo énfasis en Barrio Chino
, ya que observé que había muchos muros en estado de abandono. Siempre
intenté abordar la intervención urbana como una forma de conocer el
barrio, su gente y su problemática.
Tomé como ejemplo a Quinquela, que decía: "Los hombres
no valen por lo que tienen, ni siquiera por lo que son; valen por lo que
dan".
Por lo cual, como pintor, como artista, lo que puedo
darle a mi barrio es mi pintura y mi arte, que son mis granitos de arena
para que, de alguna forma, cambie.
Observo que hay muchas cosas que están mal y digo:
puede que mis acciones no cambien el mundo, pero si cambian un baldío, o
un muro abandonado del barrio, eso, para mí, ya es un comienzo.
Además de que a los niños y a los mayores les gustan
las intervenciones urbanas -porque el color transmite cosas positivas-
creo que un mural adquiere aún más valor cuando los chicos y los
adolescentes se suman a pintar el barrio.
Esto es muy importante en una sociedad en la que
predominan las desigualdades sociales que arremeten con toda su
violencia sobre los chicos.
El grafiti y el arte urbano les permiten a los pibes
sacar afuera todo lo que absorben del entorno y logran contrarrestar los
efectos negativos que los aquejan.
En síntesis, la pintura es amor por el muro, por el barrio. Amor por compartir y dar lo mejor de uno.
TSA es la sigla con la que firma sus murales el artista Astor Pérez
Fuente: lanacion.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario