El célebre arquitecto tucumano ganó el Konex a las Artes Visuales. Su huella en la Ciudad. |
Por Berto González Montaner *
Por primera vez, la Arquitectura tiene un Premio Konex de
Brillante. Es el que comparte el arquitecto tucumano César Pelli con el
artista plástico León Ferrari, luego de la selección por un prestigioso
jurado entre más de 20 finalistas ganadores de los Premios Platino en
las Artes Visuales. Es un reconocimiento a su dilatada trayectoria, su
obra singular y su calidad humana. Pelli estudió en la Universidad
Nacional de Tucumán, en tiempos en que su escuela de arquitectura
competía con la de Harvard. Siguió en los Estados Unidos colaborando con
grandes de la arquitectura mundial como Eero Saarinen, para luego ser
decano en la Universidad de Yale. Hizo la célebre ampliación del MOMA de
Nueva York y terminó de construir su jerarquía internacional con las
Torres Petronas de Kuala Lumpur, por años el edificio más alto del
mundo.
Pero este premio tiene, entre sus virtudes, no haberse
olvidado de su terruño. Sólo en Buenos Aires ya cinceló tres de sus
joyas. El Edificio República (1996) fue la primera. Su forma está
relacionada con las particularidades del terreno. Es un lote casi
triangular con una larga hipotenusa enfrentada al río y con uno de sus
vértices que da a la Plaza Roma. Pelli pensó que más que una torre,
convenía hacer un volumen que terminara de completar el tejido de la
ciudad tradicional. Adaptándose al terreno, creó un edificio con forma
de barco (o de cuchillo, como también se ha dicho) que apunta su proa al
Norte. Y con un juego de formas cóncavo-convexas generó una particular
terraza a la altura de los árboles hacia la plaza. Su frente es de una
riqueza sin igual. Remedando el almohadillado de los edificios clásicos
de Buenos Aires (buñas que se hacían en el revoque simulando trabas de
bloques de piedra) con un muro-cortina de aluminio y vidrio con un
inédito espesor.
La forma del edificio BankBoston (2000), en
Catalinas Norte, se asemeja a las velas de una nave. O, tal vez esté
inspirada en las viejas construcciones de chapa que había en Puerto
Madero antes de ser reurbanizado. Sea una u otra la causa, el edifico
resignifica formas que tienen que ver con el alma de este sitio
portuario. Algo así como lo que había hecho con las torres de Kuala
Lumpur donde, a partir de trazados islámicos, creó un edificio que se
convirtió en ícono no sólo de la ciudad y sino de Malasia.
En la
Torre YPF, su última obra (2008) en Puerto Madero, se destaca el jardín
de invierno en el tercio superior. Según el mismo Pelli, fue una manera
de recordarles a sus clientes, una compañía petrolera, que deben tener
conciencia ambiental. Pero además de la búsqueda de sentido, de forma y
de belleza, hay otro valor que distingue su obra. Es su manufactura. El
modelado de sus piezas; la búsqueda obsesiva de los materiales
apropiados; el sutil y notable manejo de los brillos y los reflejos
según las horas del día, que convierten a estos descomunales edificios
en verdaderas joyas urbanas.
Mucho se ha debatido en estos años si
la arquitectura tiene méritos suficientes para ser considerada un arte.
Para algunos pareciera que sólo los edificios antiguos pueden aspirar a
esa categoría. A lo que se hace ahora suelen calificarlo de bodoques de
hormigón o adefesios de cemento. Seguramente habrá quienes regalan
argumentos a esa teoría. Pero para Pelli, como para muchos otros
arquitectos, más allá del hecho constructivo, de la resolución funcional
o de la ecuación inmobiliaria, hay una oportunidad y la responsabilidad
de hacer un aporte bello a la ciudad.
Lo dice en su libro Observaciones sobre la Arquitectura
: “La arquitectura es una de las grandes artes. Prueba de ello es la
profunda emoción que sentimos cuando nos encontramos en un buen
edificio. Esta emoción es comparable, y para mí, superior, a la que
sentimos frente a buenos cuadros y a las buenas esculturas”. Y
ejemplifica: “Edificios como Santa Sofía, el Palacio Katsura y Notre
Dame du Haut en Ronchamp (de Le Corbusier) son logros artísticos
sublimes. Validan nuestro arte tal como el Don Quijote de la Mancha de
Cervantes, la Pasión según San Mateo de Bach y la Ronda de Noche de
Rembrandt validan como artes la literatura, la música y la pintura.”
* Editor General ARQ
Fuente texto: clarin.com
* Editor General ARQ
Fuente texto: clarin.com
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