Se formó en el grabado y en la década de 1990 encontró un nuevo lenguaje en las instalaciones y las esculturas.
Por Julia Villaro
Una escalera larga y oscura que culmina felizmente en una terraza llena de luz. Cuando entro al taller de la artista plástica Elba Bairon comprendo mejor el mundo de sus esculturas: el blanco que parece alcanzarlo todo, respeta sin embargo, rincones de silencio, de soledad melancólica que pueden conducirnos a un estado sutil de inquietud interior.
Una escalera larga y oscura que culmina felizmente en una terraza llena de luz. Cuando entro al taller de la artista plástica Elba Bairon comprendo mejor el mundo de sus esculturas: el blanco que parece alcanzarlo todo, respeta sin embargo, rincones de silencio, de soledad melancólica que pueden conducirnos a un estado sutil de inquietud interior.
El trabajo de Bairon ha sido reconocido una vez más
este año, cuando con motivo del 101 Salón Nacional de Artes Plásticas
le otorgaron el Gran Premio Adquisición en la disciplina Instalación y
nuevos soportes. Su obra Sin título , de 2008 fue realizada en
yeso, sobre ladrillos y tabla de madera con esmalte sintético de 80
centímetros por dos metros y medio. Esa es la excusa para intentar entrevistarla, porque nunca permitirá que se la grabe: le tiene fobia a los grabadores.
Entonces:
en un territorio como el del arte contemporáneo, donde los límites son
cada vez más confusos y las palabras sólo tienen sentido para los
entendidos ¿de qué hablamos cuando hablamos de una instalación? Antes
que cualquier otra cosa, una instalación es un objeto situado en el
espacio del espectador, que busca, al diluir los límites entre el lugar
de la obra y el del público, interpelarnos. Muchas instalaciones son
transitables o manipulables, el caso es que su sola presencia en nuestro
territorio ordinario llama la atención de quien lo transita y con este
simple acto, modifica ese espacio para siempre. Las instalaciones de
Bairon van más allá. Para ella una instalación es una situación.
Comenzó
su carrera artística realizando grabados. No fue, sin embargo, la
necesidad de un salto abrupto lo que finalmente la acercó a la escultura
y la instalación en la década de los 90. Sabe que un interés por lo
corpóreo la habita desde niña. Si dibujar y modelar son para ella el
decantar orgánico de un mismo deseo plástico, la instalación le ha
servido como territorio de confluencia: espacio, volumen y materia
tienen la misma importancia a la hora de generar obra, y todo está
supeditado a una idea inicial, una situación disparadora que puede
provenir tanto de la literatura como de la vida cotidiana.
El
blanco de sus figuras es ambivalente: evoca pureza y al mismo tiempo
inquieta; como querer gritar en un sueño y que la voz no salga. El color
distrae y tranquiliza y por eso la artista cuenta haber depurado sus
figuras de cualquier tonalidad. Sus obras son inquietantes porque
buscan la esencia; y la pureza en estado absoluto nos es desconocida.
A
Bairon no le gustan las entrevistas. Prefiere que sus obras hablen por
ella. Su discurso tiene el lenguaje del yeso. No hay rigor de grabador,
sólo una charla amable; es mejor soltar y dejar el misterio al misterio:
aquello que en cada uno de nosotros da vida a sus obras, ninguna
palabra lo arrancará al silencio.
La Paz, Bolivia. Artista plástica.
La Paz, Bolivia. Artista plástica.
Desde 1967 vive y trabaja en Buenos Aires. Se formó en grabado y
litografía. Realizó exposiciones individuales y colectivas en
Argentina, Puerto Rico, Japón, Italia y España, entre otros países.
Obtuvo el Premio del Salón Nacional de Grabado para extranjeros en dos
ocasiones, la beca del Fondo Nacional de las Artes y el Premio de la
Bienal de Arte de Bahía Blanca.
Fuente: clarin.com
Fuente: clarin.com
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