Fotografía cedida por el British Museum de la monumental estatua de Ramsés II, que forma parte de "La historia del mundo en 100 objetos". EFE |
Redacción
Cultura - Desde un canto tallado usado en África hace dos
millones de años hasta una lámpara solar de 2010, el director del
British Museum, Neil MacGregor, recorre la evolución de la "familia
humana" en "La historia del mundo en 100 objetos", un excepcional viaje
caleidoscópico por el tiempo y las civilizaciones.
"Los objetos nos obligan a reconocer con humildad que, desde que
nuestros antepasados dejaran África para poblar el mundo, hemos cambiado
muy poco", afirma MacGregor (Glasgow, 1946), al frente desde hace una
década del Britihs Museum, institución que lleva más de 250 años
coleccionando cosas de todo el planeta.
Un centenar de esos objetos fueron escogidos por el personal del
museo y por la cadena BBC para un programa emitido en 2010 por Radio 4,
con el mismo título: "La historia del mundo en 100 objetos".
Las reglas las estableció el director de la emisora, Mark Damazer, y
eran claras: los objetos tenían que abarcar el mundo entero y abordar
todos los aspectos posibles de la experiencia humana y de las
sociedades, tanto de los ricos como de los humildes.
El volumen publicado ahora en español por la editorial Debate es el
registro por escrito de aquella experiencia radiofónica emitida para
todo el planeta y que se apoyó en fotografías de los objetos abordados,
disponibles en la web del programa durante todo 2010.
El lector transita ahora por 800 páginas en las que MacGregor le toma
de la mano y le guía por la historia de la humanidad de manera
didáctica, amena, lúdica y global, porque, como él dice, las cosas no
solo "hablan" sino que también contienen "poesía", ya que desde que el
mundo es mundo los seres humanos han tenido "las mismas necesidades y
preocupaciones, temores y esperanzas".
Su objetivo no es ofrecer una mera descripción de esos objetos
excepcionales sino mostrar su significado, su transcendencia, descifrar
sus mensajes, porque, como recuerda MacGregor, "la escritura es uno de
los logros más tardíos de la humanidad".
De hecho, subraya, "más del 95 por ciento del conjunto de la historia
de la humanidad solo puede narrarse en piedra, ya que, aparte de los
restos humanos y de animales, los objetos de piedra son lo único que
sobrevive".
Para muchas culturas, si se quiere saber aunque solo sea un mínimo
sobre ellas, esa es la única forma de hacerlo. Es el caso, por ejemplo,
de la cultura mochica de Perú, que sobrevive solo a través del registro
arqueológico y está presente en el libro con una vasija de arcilla en
forma de guerrero del año 100-700 d.C.
Y es que, según MacGregor, la historia solo ha tratado bien a algunas culturas americanas, como los aztecas, incas o mayas.
Pero además, la conquista española de los aztecas, por ejemplo,
ocultó a los ojos de la posteridad la conquista azteca del pueblo
huasteca, del que ha sobrevivido algo de su cultura material, como la
escultura de una diosa procedente de lo que hoy es el norte de México,
pero que hacia el año 1400 era el pueblo huasteca.
De la cultura maya, el libro recoge una estatua del dios del maíz
hallada en Copán, Honduras, así como el relieve de una sangría real,
procedente de Yaxchilán (Chiapas), en México.
De México, el director del British Museum también retiene una
estatuilla de mosaico turquesa que representa una serpiente bicéfala del
imperio azteca, cuya cultura fue en su mayor parte destruida durante la
conquista y su pueblo diezmado por enfermedades.
De este país también procede un cinturón de piedra de juego de pelota ceremonial, afición común en Centroamérica.
Y de los incas, escoge una estatuilla de una llama de oro, hallada en
Perú, para hablar de este pueblo que hace 500 años, antes de la llegada
de los españoles, creó el mayor imperio del mundo.
Y es que además de bellos, los objetos que han sobrevivido al tiempo tienen significado y cuentan historias.
Historias de cómo monedas españolas (reales de a ocho), acuñadas en
Potosí (Bolivia) explican los orígenes de una moneda global, "la primera
auténticamente mundial", subraya MacGregor, que recuerda que nació en
1570 y predominó hasta bien entrado el siglo XIX.
O del enorme proceso de ingeniería y logística que se puso en marcha
para construir la monumental estatua de Ramsés II, encontrada en Tebas,
cerca de Luxor, en Egipto, y que pone de relieve no solo la grandeza de
este faraón sino su capacidad para la propaganda.
Pero también nos hablan de la vida cotidiana y de la intimidad, como
la Copa Warren, encontrada hace 2.000 años en Battir, cerca de
Jerusalén, y en la que se esculpe una escena de sexo entre hombres.
Pero la primera representación de una pareja practicando el sexo que
se conserva es una estatuilla de los amantes de Ain Sakhri, encontrada
en Uadi Jareitun, Judea, cerca de Belén, del 9000 a.C.
Entre esos amantes y la escultura "El Beso", de Rodin, hay 11.000
años de historia humana, pero MacGregor, a quien le conmueve la
delicadeza de ese pequeño guijarro esculpido, piensa que muestra que
"no" ha habido "demasiados cambios en el deseo humano".
Catalina Guerrero
Fuente:EFE
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