Cuatro fotógrafas muestran una versión inquietante del territorio infantil femenino.
Nenas. Karina Acosta, Laura Ortego, Lena Szankay, Ivana Salfity |
Por Cristina Civale
La muestra se llama Nenas para conjugar en femenino el territorio de la infancia. Ni “niñas” ni “chicas”. El nombre refiere a una marca de clase, de distanciamiento y de sexo. No es la infancia de las artistas que en conjunto bordean un tema en estos días en la Galería Gachi Prieto, es una infancia ajena, ligeramente erotizada, un momento de abandono, una etapa de dificultad y marginación. No hay alegría en el encuadre y la mirada que elige cada una de estas artistas; ni marcas de un paraíso perdido. Hay extrañamiento y alteridad. No son niñas bien y felices, no son las chicas del barrio, son las nenas, esa palabra algo peyorativa, equivalente al inglés babies, que va marcando el despuntar de esas niñas a mujeres.
La muestra se llama Nenas para conjugar en femenino el territorio de la infancia. Ni “niñas” ni “chicas”. El nombre refiere a una marca de clase, de distanciamiento y de sexo. No es la infancia de las artistas que en conjunto bordean un tema en estos días en la Galería Gachi Prieto, es una infancia ajena, ligeramente erotizada, un momento de abandono, una etapa de dificultad y marginación. No hay alegría en el encuadre y la mirada que elige cada una de estas artistas; ni marcas de un paraíso perdido. Hay extrañamiento y alteridad. No son niñas bien y felices, no son las chicas del barrio, son las nenas, esa palabra algo peyorativa, equivalente al inglés babies, que va marcando el despuntar de esas niñas a mujeres.
Cuatro
artistas enfocan sus cámaras sobre este tema que es una versión sesgada
de la infancia: ni la de ellas, ni la de sus hijos. Unas nenas
encontradas por ahí, unos espacios habitados que no pertenecieron a su
historia, unos gestos de disfrazadas –siempre una humillación– en el
camino quebrado del crecimiento.
Karina Acosta recorta el
territorio de lo lúdico. Un espacio de juegos donde las nenas están
fuera de campo. Los juegos parecen de un parque de diversiones
abandonado, sin marcas de felicidad. El óxido y la dejadez dan cuenta de
una infancia de la que ha sido mejor escapar hacia otros juegos. En sus
fotos no hay cuerpo del delito, la infancia “criminal” sólo ha dejado
unos vestigios tristes.
El aire fresco llega de la mano de Ivana
Salfity. En sus fotos unos cuerpos mutilados dan cuenta de unas nenas
donde nacen unos pechos de mujer, unas nenas cuyas manos laboriosas se
manchan de barro. Las nenas de Salfity tienen color y esperanza:
crecerán –se insinúa en cada toma– y no tendrán nostalgia de un juego
que se jugó distinto, la ruina contada puede convertirse en una torre
bella.
Nenas. Karina Acosta, Laura Ortego, Lena Szankay, Ivana Salfity |
Laura Ortego va adentro y afuera de eso que alguien podría
llamar alma pero que aquí se cuenta en espacios concretos de encierro o
aire libre. Esas pibas torturadas por disfraces. Una princesita que
llora por un destino impuesto bajo un cielo que, se intuye, limpia; una
nena azorada, en un cuarto de miseria, mirando a cámara sin desafío pero
con una resignación que parece marcar el futuro de su género: pasividad
y cero resistencia. El de Ortego quizá sea el ensayo más complejo de la
muestra, donde el ser “nena” se muestra problematizado, claramente como
un conflicto a sortear, bien lejos del Edén icónico, bien cerca de los
estereotipos que las “nenas” sufren en una sociedad que –diga lo que
diga– las mirará ya crecidas con sospecha.
El mayor
distanciamiento lo pone el ojo y la cámara de Lena Skanzay con su
dispositivo espía y algo acusador. Su cámara marca a la retratada en su
juego, en su huida, en su modo de estar y no estar en el marco de la
obra. Cada fotografía enfatiza el momento de la pausa del registro, como
ralentada; un “pido gancho” de guiño, una suerte de llamado de auxilio
en ese tiempo demorado con intención para ser probablemente perdonado y
eximido. Otra vez no hay alegría ni exaltación.
Nenas se percibe
como una muestra inquietante que circunscribe la niñez a un territorio
de extrañeza, cercano a cierto terror por el estar ahí. Es la infancia
de otras, de unas nenas capturadas para mostrar por fin que el mito de
la felicidad en esos tiempos es eso: un mito. Un puro cuento, que no es
de hadas.
Nenas. Karina Acosta, Laura Ortego, Lena Szankay, Ivana Salfity |
Fuente: Revista Ñ Clarín
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