Una exposición de Silvia Rivas muestra cómo un solo
tema, lo incontrolable, puede tener significados casi opuestos en dos
soportes diferentes.
Zzzzzzzz zzz: Zumbido. Con la obra de Silvia
Rivas, las moscas invadieron la Fundación Alon. Delicadas pero
insistentes, pequeñas manchas oscuras que aparecen por todos lados.
Pegajosas, irritantes, molestas, siguen y persiguen las manos filmadas
que se mueven en los videos, dibujos e impresiones digitales que la
artista realizó.
¿Qué son las moscas?
“Son una metáfora del
afuera de uno –responde Rivas–, son todo aquello con lo que uno
interactúa, sobre lo que uno no tiene control. Y aunque reaccionamos
sobre eso y siempre hay una respuesta, nunca es permanente.” En el video
monocanal (un solo video) multidisplay (proyectado en más de una
pantalla) “Dinámicas”, las moscas forman una nube, persiguiendo las
manos que quieren sacárselas de encima. El fondo del video es blanco,
impecable. Prácticamente todas las obras que Rivas presenta aquí tienen
un fondo blanco virgen, perdido, una gran zona desconocida. Es curioso,
esto me hace pensar que en los años 80 esas “zonas desconocidas” que los
artistas dejaban en los videos y en las pinturas eran todo lo
contrario, rotundamente negras. En “Dinámicas” es central el ritmo. Y lo
hipnótico, el sonido. Ese zzzzzz zzzzzzzzz que inmediatamente remite a
la siesta, a los pinos, las frutas, al verano… A todo eso que cautiva y
adormece, pero sólo porque le ocurre a otro, porque las moscas están
filmadas. Porque la pantalla obliga a la distancia.
El video
comienza con uno de estos insectos y sigue con muchos. La masa crece, y
va y viene. Se junta y separa de forma rápida, armando áreas de valores,
áreas de puntos, en las que cada mosca pasa a ser casi un elemento
gráfico, una excusa para que Rivas componga en tiempo y espacio, a
través de diferentes planos, dentro de la bidimensión de la pantalla, de
manera similar a cómo después compone en el papel con los dibujos y con
la línea. Es decir, todos son trabajos monocromáticos –blanco y negro–,
tendientes a la abstracción de sus elementos, y de sutilezas tonales.
RECORRIDO-ACELERACIÓN 1. 2012, de la serie Zumbido, grafito sobre papel Schoeller, 109,5 x 32,5 cm. |
Lo
que se ve en “Dinámicas” son dos manos –las de la hija de la artista–
en todo el campo de dos pantallas de plasma, que intentan sacarse las
moscas de encima. Aunque a veces pareciera que las dirigen, como a una
orquesta. Lento, moderatto, prestissimo: las moscas se mueven al compás
de la carne, de los gestos, del aire entre los dedos. Se escabullen y
vuelven.
Los dibujos muestran otra cosa: los vuelos de las
moscas, sus destinos. En algunos dibujos Rivas hizo una sola mosca. Por
cada papel, un vuelo. Como si fueran el comienzo de una vida, que se
enrula, se complica, se alarga, se desliza, se relaja, se vuelve a
complicar y termina. Eso es lo bueno del dibujo y de la línea, en
especial, en estos formatos de papel que la artista eligió,
alargadísimos, de más de un metro de largo por unos treinta centímetros
de alto. Es decir, un tipo de formato que ayuda a la expansión de la
línea y a una narración del vuelo de una o más moscas (es la liberación
del gesto, en estos dibujos, muchas veces de forma rabiosa).
Los
nudos y rulos de estos trabajos de Rivas fueron hechos, además, sobre un
papel Schoeller, compacto, poco rugoso, que opone resistencia al
grafito, al trazo, pero que no los frena: un papel de cuerpo, aunque sin
mucho soporte.
Imaginar el vuelo de una mosca es, sin dudas, una
excusa perfecta para que una artista-dibujante pueda disfrutar a sus
anchas de todas las posibilidades que una línea continua puede otorgar.
Imaginemos: si se quiere –tal como lo quiso la artista aquí–, se podría
hacer la revolución de la línea recta, con la excusa de la mosca y su
vuelo. De repente, la línea puede hacer todas las vueltas que quiera.
Para una dibujante –como lo es, de base, esta artista, que durante los
últimos años se dedicó casi de lleno al video pero que comenzó
dibujando–, dibujar los vuelos de las moscas es dar rienda suelta a
muchas sensaciones internas, a muchos impulsos, que prescinden de la
figuración y que hablan por sí solos, a través del trazo, de su
intensidad.
Nubes, nubes de moscas invaden la Fundación Alon.
Arman núcleos oscuros sobre las paredes, en los papeles, en los videos.
Vuelan despiadadamente. Mantienen rutas. No prioridades.
FICHA
Silvia Rivas
Zumbido (Odisea invisible)
Lugar: Fundación Alon (Viamonte 1465, piso 10).
Fecha: hasta el 30 de noviembre.
Horario: lunes a viernes, 14 a 19.
Entrada: gratis.
Fuente: Revista Ñ Clarín
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