Por Eduardo Parise
Si uno se centra sólo en las cifras que aluden a su
construcción, se puede decir que el peso total de la obra orilla las
ciento veinte toneladas; que su altura es de 26 metros; que la columna
central está hecha en un solo bloque y que la estatua que sostiene,
esculpida en el famoso mármol de Carrara, mide más de seis metros y pesa
unos 38.000 kilos. Pero esos son sólo datos técnicos. Porque el
conjunto, una verdadera joya artística, es uno de los tantos monumentos
importantes que tiene Buenos Aires y que muchas veces el apuro cotidiano
no nos permite admirar.
Está en el Parque Colón, a metros de la
cara menos conocida de la Casa Rosada y de la circular avenida De la
Rábida. Evoca la figura de Cristóbal Colón, el navegante genovés que en
1492, buscando un camino hacia las Indias, se topó con un continente al
que después se bautizó como América. Y aunque lo inauguraron el 15 de
junio de 1921, fue un regalo más de los que la Argentina recibió al
cumplirse el Primer Centenario de la Revolución de Mayo. El obsequio
vino de parte de la numerosa colectividad italiana y la piedra
fundamental se colocó el 24 de mayo de 1910.
El monumento tuvo
como padrino y promotor justamente a un inmigrante nacido en 1832 en
Lavagna, Italia y que murió aquí, su país de adopción, en julio de 1916.
Se llamó Antonio Devoto quien desde 1850, cuando instaló un almacén en
el centro porteño, llegó a convertirse en un verdadero empresario,
banquero e industrial. Su figura tiene muchas facetas para destacar,
aunque alcanza con recordar que fue el creador del barrio que lleva su
nombre.
Pero volvamos al Monumento a Colón. Es obra del escultor
florentino Arnaldo Zocchi (1862-1940) que fue quien ganó el concurso
organizado por Devoto para su construcción. Fue realizado totalmente en
Italia y luego, desarmado pieza por pieza prolijamente numeradas, las
partes se transportaron hasta aquí. Entonces, el propio Zocchi se
encargó de dirigir la obra de montaje en el Parque.
En el
cuadrado que le sirve de base, hay grupos escultóricos representando a
“La Ciencia”, “El Genio”, “El Océano” y “La Civilización”, inspiradas en
los versos de Medea , la obra de Sófocles. También hay imágenes
relacionadas con la vida de Colón y junto a unas alegorías que
representan “La Fe” y “El Porvenir”, está la puerta que lleva hacia una
habitación circular, que iba a albergar un museo dedicado al navegante
pero nunca se realizó. A seis metros de profundidad hay otra cripta
donde se ven la columnas que son el sostén subterráneo del monumento.
Afuera, en la cara que da al río, hay otra curiosidad: las marcas que
sobre el monumento dejaron las esquirlas del bombardeo que en junio de
1955 se realizó en un intento para derrocar al presidente Juan Perón.
Del otro lado está grabado el nombre de Zocchi y una leyenda en latín:
“Molis Artifix”. Significa artista de la piedra. Lamentablemente, el
Parque Colón está cerrado con rejas y no se puede acceder a él.
Los
conocedores dicen que el de Buenos Aires es el único monumento en
América dedicado a Colón en el que el navegante mira hacia el Este, como
oteando el horizonte de cara a España. Sin embargo, en la Ciudad,
también hay otro orientado en esa dirección. Es el ubicado en la
plazoleta Tucumán, a metros del cruce de avenida 9 de Julio con Santa
Fe. Se titula “Cristóbal Colón en las Américas” y es obra de otro pintor
y escultor italiano llamado Ugo Attardi (Génova, 1923-Roma, 2006).
Representa en forma abstracta la conquista española de América y fue
instalado el 12 de octubre de 1992, al cumplirse cinco siglos del
descubrimiento. Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
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