TAPIES. Las dos obras que amenizaban las comidas de los visitantes son Jeroglífics (1994), y Matèria i metall (1993).
A las salas del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) no le
faltaban obras del pintor catalán Antoni Tapiés –fallecido la semana
pasada– aunque eso parecía. Lo cierto es que había dos pinturas que
formaban parte de su colección desde el año 2005, eso sí, no podían
verse en las zonas destinadas a la exposición, sino decorando las
paredes del restaurante del museo. Un despropósito tratándose del máximo
exponente del arte catalán.
Las dos obras que amenizaban las comidas de los visitantes: J eroglífics (1994), y Matèria i metall
(1993), ambas de gran formato (300 x 250 cm y 300 x 325 cm
respectivamente), costaron en el momento de su adquisición, la nada
despreciable cifra de 307.000 euros cada una.
El responsable de la
compra fue el entonces director Eduard Carbonell, quien explicó, que a
pesar de que sus planes incluían mayor presencia de Tapiés en el centro,
justificó entonces la bizarra ubicación al aducir que “desordenaban el
discurso cronológico del museo”, así que fueron relegadas a cumplir una
función meramente decorativa en en el antiguo Salón del Trono de
Palacio, devenido en restaurante del museo.
Fue Pepe Serra, que en
diciembre del año pasado fue nombrado director del museo, quien al día
siguiente de incorporarse al cargo, se puso, sin más demora, en contacto
con Miguel Tapiés, el hijo del artista, y presidente de la fundación
que lleva su nombre, ya que según afirmó a la prensa catalana, le debía
el gesto de “descolgarlos con él”, y aseguró además, que las pinturas
serían tratadas con el respeto que merecen.
Antoni Tapiés había
mostrado su emoción al realizarse la compra hace ocho años, es de
suponer que se alegraría ahora de saber que sus obras podrán ser
contempladas por el medio millón de visitantes que cada año acuden al
museo.
Fuente texto: clarin.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario