Los bailarines del ballet de la Ópera de París durante un ensayo el 11 de julio de 2012 antes del estreno del David H. Koch Theater en el complejo cultural Lincoln Center.
Por Mariano Andrade
"Se
dice a menudo que la Ópera de París es la mejor compañía del mundo,
ahora es el momento de probarlo", afirma con una sonrisa Aurélie Dupont,
una de las estrella del célebre ballet francés de gira por Estados
Unidos este verano por primera vez en más de una década.
"Estoy muy contenta de estar en Nueva York. Uno siente una energía
increíble como artista, tiene la impresión de que todo es posible. Y no
es solo una impresión: la danza tiene un lugar inmenso aquí", confiesa a
la AFP Dupont sentada en las escalinatas de la plaza Josie Robertson
junto al David Koch Theater del complejo cultural Lincoln Center donde
se presenta la compañía.
El ballet de la Opera de París inició su sexta gira estadounidense
-la primera desde 2001- el 26 de junio en Chicago, donde nunca antes se
había presentado, pasó luego por Washington y se encuentra desde el
miércoles pasado en Nueva York para dos semanas de actuaciones.
La expectativa en la Gran Manzana es grande, porque la compañía no visitaba la ciudad desde hacía más de quince años, en 1996.
En el programa, un abánico que busca dar un panorama de la danza
francesa, con el moderno "Orfeo y Eurídice" de Pina Bausch, un clásico
como "Giselle" y un vistazo de maestros del siglo XX que incluye al
"Bolero" de Ravel.
"No es un programa forzosamente fácil para el público estadounidense.
Los franceses arriesgamos y me parece bien. Espero que lo aprecien",
explica Aurélie Dupont, quien baila por primera vez en su carrera el
bolero compuesto por Maurice Ravel con coreografía de Maurice Bejart.
"La gran preparación para mí en este gira era el 'Bolero' que nunca
antes había bailado. Me siento muy privilegiada de bailar esta obra, es
un verdadero desafío.
Mi debut fue en Chicago", cuenta esta bella mujer de 39 años y madre de dos pequeños hijos, promocionada en 1998 a "étoile" de la compañía.
Mi debut fue en Chicago", cuenta esta bella mujer de 39 años y madre de dos pequeños hijos, promocionada en 1998 a "étoile" de la compañía.
El hipnótico y sensual bolero, que Dupont baila sobre una gran mesa
redonda rodeada de unos 40 bailarines, se revela igual de potente y
sublime durante los ensayos por la tarde antes del espectáculo con la
sala vacía que durante la velada misma en el Lincoln Center.
Es que la búsqueda de la imposible perfección es un objetivo
constante para la compañía francesa, cuyos orígenes se remontan a la
Escuela de Danza de la Ópera creada en 1713 por Luis XIV de Francia.
Orgullo por el pasado, apertura al futuro
Integrado por 154 bailarines, de los cuales 16 tienen el rol de "étoiles", la más alta distinción, el ballet de la Ópera de París está orgulloso de su identidad, como explica a la AFP su directora Brigitte Lefèvre.
"Cada noche estamos felices de representar una forma de excelencia
francesa, de academismo en el sentido actual del término. Son
trescientos años de existencia, porque la temporada próxima vamos a
festejar el tricentenario de la Escuela francesa de Danza", sostiene
Lefèvre.
Aurélie Dupont coincide: "Es una escuela, un trabajo, una forma de
danzar que es propia a nuestro país. Es una danza académica, con
posiciones clásicas a veces con cambios que pueden dar un lado
neoclásico al ballet. Tenemos posiciones 'redondas', con líneas muy
puras", dice.
"La particularidad de la Ópera es que venimos todos de la misma escuela. Aquí no todos vienen de la misma escuela", agrega.
"La particularidad de la Ópera es que venimos todos de la misma escuela. Aquí no todos vienen de la misma escuela", agrega.
Para Lefèvre, directora del ballet desde 1995, hay una cuestión de
"transmisión, de deseo de excelencia y de continuar avanzando".
"Es nuestra especificidad y nuestra ambición", explica, precisando
que otro de los objetivos de la compañía es "abrirse" y no refugiarse en
el pasado.
Esa apertura no tiene que ver solo con una cuestión de estilo, sino también con una manera de conectarse con el mundo.
"Detesto lo exclusivo o las zonas reservadas. La danza es un arte
extraordinario, es un arte que nunca ha sido de tanta actualidad en sus
diferentes forma como ahora. Por ello nos dirigimos a todo el mundo",
señala.
"Hay tantas maneras de ver la danza. Es como los poemas: cada uno
encuentra su parte y vada uno encuentra su imaginario", continúa.
Quizás por ello, Lefèvre destaca por supuesto el hecho de presentarse
en Nueva York, "una extraordinaria capital del arte", pero deja en
claro que para el ballet de la ópera de París cada presentación es un
desafío de igual importancia.
"Cada velada es un desafío para un artista y para una compañía de
ballet. Nos emocionó mucho la extraordinaria recepción que nos reservó
Chicago. En Washington, la ciudad federal, tuvimos la misma recepción
aunque diferente. Y ahora Nueva York, una extraordinaria capital del
arte", señala.
La compañía efectúa unas 180 actuaciones por temporada en París, el resto de Francia y el extranjero.
En esta gira participan 80 bailarines, además de unas 40 personas dedicadas la dirección, producción y logística.
Como explica Lefèvre, en un equipo tan grande existen sensibilidades y
momentos de la vida y de la carrera personal muy diferentes, aunque por
sobre todo prima el deseo de brindarse por entero.
"En el momento de las tablas, estamos todos juntos y queremos dar lo mejor. Los bailarines quieren dar lo mejor", concluye.
Fuente: AFP
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