EL ARTE, BAJO LA FEROZ MIRADA DE SAATCHI



Mientras tanto.
Algunos especialistas dijeron que la diatriba de Saatchi se debe a que está perdiendo poder frente a los coleccionistas jóvenes.

CHARLES SAATCHI
Por Juana Libedinsky / LA NACIÓN

 
LONDRES.- De visita en Inglaterra, esta cronista debió "tercerizar" a sus hijos en manos de familiares y amigos. El primer destino para ellos, después de tomar su babyccino -un vaso de leche con algo de chocolate espolvoreado arriba, que simula los capuchinos de los adultos y que es de rigor en el barrio lleno de franceses e italianos de Chelsea-, fue la galería Saatchi. Muy decepcionados, los niñeros de ocasión mandaron fotos de los bebes dormidos, reflejo de lo profundamente aburrido que les pareció el arte contemporáneo. Y no es del todo ilógico, al fin y al cabo, se trata de chicos. Lo que no sabían era que los niños, de hecho, estaban en la última moda: el principal coleccionista de arte del Reino Unido y dueño de la galería, Charles Saatchi, confesó justamente ayer que le ocurre lo mismo.
En un artículo altamente incendiario publicado por The Guardian, Saatchi llamó a la escena del arte actual (de la cual él es una pieza tan relevante) soporífera, con curadores que no arriesgan y un público que no mira.
Paradójicamente, el hombre mundialmente conocido por ser quien lanzó a la fama a Damien Hirst y sus tiburones en formol, se quejó de que en la actualidad, por temor a que se les diga que no tienen "buen ojo", los responsables de las exposiciones no eligen pinturas y sólo se vuelcan por el arte conceptual, porque es más complicado evaluar qué tan bueno es. También dijo que es muy simple deslegitimar a quienes critican a cualquiera de estas obras como "demasiado conservadores". Particularmente duro fue con los coleccionistas como él, a quienes llamó "vulgares" y "onanísticos".
"Su placer no radica en mirar sus obras, sino en impresionar a sus amigos", sentenció, para añadir que están dominados por los dealers y que sólo compran arte cuando ya fue validado por otros.
Los medios de comunicación no hicieron más que reproducir durante todo el día sus palabras, escandalizados. Algunos especialistas comentaron que la diatriba de Saatchi se debe a que está perdiendo poder frente a los coleccionistas jóvenes ("no le gusta que sean otros los que ahora imponen la vulgaridad", resumieron). Otros, en cambio, dijeron que el hecho de que la denuncia proviniera de alguien "de adentro" del ambiente del arte la hacía doblemente válida.
Saatchi, naturalmente, es de esta última opinión. Y puso de relieve lo mal que debe estar la situación para que sea un "mandaparte exhibicionista del arte", como él mismo se califica, el que la condene
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Fuente texto: lanacion.com

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