El pabellón de las muestras temporarias ganó metros, altura y luminosidad con un ventanal a la Av. Figueroa Alcorta. Exponen "La tradición del arte. Italia en la colección del MNBA, 1860-1945"
CLAVE. EL CURADOR, ROBERTO AMIGO, AYER, FRENTE A UN MONUMENTO FUNERARIO QUE SE DESTACA EN LA EXPOSICION.
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Por Mercedes Pérez Bergliaffa
Fiesta doble, en el Museo Nacional de Bellas Artes. Inauguran el pabellón de exposiciones temporarias renovado y la muestra La tradición del arte. Italia en la colección del MNBA, 1860- 1945. Ayer, el director del Museo, Guillermo Alonso, y el embajador italiano, Guido La Tella, participaron en la inauguración.
La
exposición es, a primera vista, fácil de comprender, porque se trata de
pinturas, esculturas y dibujos figurativos. Pero cuando uno se aproxima
a ver qué es lo que estas obras cuentan, nota que están llenas de
escenas lejanas, de símbolos, de temas que no tienen nada que ver con
nuestro día a día. Y se entiende: las obras que se exponen son pinturas
del siglo XIX, de alrededor de 1860.
Altri tempi .
Esto se nota en pinturas en las que aparecen las vías de un tren; eso simbolizaba la llegada del progreso . Las escenas ubicadas en Venecia también nos hablan de la visión idílica que se tenía sobre la vida en el campo en algunas zonas de Italia. Algunos de los retratos de mujeres tienen expresión melancólica, pero, ¡ojo! ¡Hay que pensarlas como una alegoría! El artista quería demostrar que la nueva vida urbana, que conllevaba progreso, afectaba también a los espíritus.
“Esta muestra hay que mirarla pensando
que lo que unen las obras son cuestiones estilísticas e iconográficas,
no un recorrido cronológico”, explica su curador, Roberto Amigo.
En
el pabellón renovado –mucho más amplio, más luminoso, con los techos
más altos y un piso de madera que otorga luz–, hay paredes pintadas de
blanco y sólo algunas de azul oscuro. Sobre una de ellas se ubica un
enorme relieve –un “vaciado”, es decir, una escultura producto de un
molde– que llama mucho la atención. Es el Monumento al Senador Rosazza, de Leonardo Bistolfi, un monumento funerario repleto de claves
masónicas. “Bistolfi era masón de convicción”, explica Amigo, “como
tantos escultores funerarios. Lo llamaban “el poeta de la muerte”.
La
muestra tiene obras que hay que mirar detenidamente y, si es posible,
con un guía. Aunque, a decir verdad, tantas de estas obras son tan
bellas que, con sólo mirarlas, alcanza. Mientras escribo esto pienso en
los tres Modigliani que se muestran allí. Sus ojos lánguidos, vacíos, no
tienen pupilas. Están enfrentados a la escultura del “poeta de la
muerte”. Creo que el nudo de esta exposición pasa por eso: por los
extraños diálogos formados entre las obras, un conjunto de trabajos
inusual.
UN LUGAR PARA GARIBALDI Y VÍCTOR MANUEL
UN LUGAR PARA GARIBALDI Y VÍCTOR MANUEL
Animalistas. Así se llama a este tipo de pintores que crean
poniendo el foco de atención en la naturaleza y -sobre todo- en los
animales. Y así son los dos magníficos retratos que pueden verse ahora
en la exposición del Bellas Artes, el “Retrato ecuestre de Garibaldi” y
“Víctor Manuel II”, referidos a los protagonistas de la independencia y
unificación italiana Giuseppe Garibaldi y el rey Víctor Manuel II.
Su autor, Filippo Palizzi, fue un pintor napolitano nacido en 1818. Era “verista” porque pintaba la realidad con sus detalles, porque quería captar los movimientos del animal, su pelaje, sus pasos, cómo se paraba. Si usted mira estas dos obras en la exposición, notará cómo en ellas los caballos tienen tanta importancia como los retratados.
Pero, ¡atención! Porque estas pinturas son simbólicas: representan, dentro de la muestra, dos momentos del proceso de unificación italiana: el de la Italia realista y católica –con Víctor Manuel II– y el del sueño republicano y trunco de Giuseppe Garibaldi. Dos maneras de aproximarse a la realidad, a la usanza de la época. Nuestros abuelos seguro algo recuerdan.
Su autor, Filippo Palizzi, fue un pintor napolitano nacido en 1818. Era “verista” porque pintaba la realidad con sus detalles, porque quería captar los movimientos del animal, su pelaje, sus pasos, cómo se paraba. Si usted mira estas dos obras en la exposición, notará cómo en ellas los caballos tienen tanta importancia como los retratados.
Pero, ¡atención! Porque estas pinturas son simbólicas: representan, dentro de la muestra, dos momentos del proceso de unificación italiana: el de la Italia realista y católica –con Víctor Manuel II– y el del sueño republicano y trunco de Giuseppe Garibaldi. Dos maneras de aproximarse a la realidad, a la usanza de la época. Nuestros abuelos seguro algo recuerdan.
Fuente: clarin.com
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