Desde el sable corvo hasta un rosario de cuentas de madera, pueden verse en la réplica porteña de la casa de Grand Bourg
Antigua balanza postal de San Martín Foto: Patricio Pidal/AFV Silvia Polack "Mirá, mamá. San Martín estaba en todos los detalles. Acá hay un vale firmado autorizando el canje de caballos en una de las postas de Buenos Aires a San Lorenzo, en febrero de 1813." El comentario de Federico, alumno de una escuela pública de Vicente López, sucede delante de una de las vitrinas que contienen objetos personales del Libertador de América, que se exhiben en el Instituto Nacional Sanmartiniano. San Martín, más que un prócer, es una exposición de objetos que puede visitarse hasta el 4 de octubre en la réplica porteña de la casa de Grand Bourg en la que el gran general vivió y murió en Francia, el 17 de agosto de 1850. Espacio dedicado a la investigación y el estudio de la historia del Libertador de América, el Instituto Nacional Sanmartiniano abre sus puertas de martes a sábados, de 10 a 18, para celebrar sus 81 años con la exhibición de objetos que desde hace muchos años están guardados por razones de seguridad. La estrella es, sin dudas, el sable corvo con el que realizó todas sus campañas militares desde 1811, y que conservó hasta su muerte. Muy pocas veces se ha exhibido al público este elemento tan característico y determinante de San Martín, que fue secuestrado por 15 días, entre el 12 y el 28 de agosto de 1963, por cinco integrantes de la Juventud Peronista que reclamaban el fin de la proscripción del peronismo, el regreso del general Juan Domingo Perón al país, la restitución del cadáver de Eva Duarte y el castigo a los responsables de los fusilamientos de 1956. Dos granaderos custodian la vitrina del sable corvo, ubicado junto al testamento ológrafo del 23 de enero de 1844, por medio del cual San Martín dispuso su entrega a Rosas. En 1897, el sable corvo fue donado por Manuela Rosas de Terrero y Máximo Terrero al Museo Histórico Nacional, donde permaneció hasta su recuperación, en 1963. Desde aquel momento, está en custodia del Regimiento de Granaderos a Caballo y sólo un suboficial está autorizado a efectuar las tareas de limpieza, una vez al año. La exhibición permite conocer algunos detalles más personales de San Martín, como el rosario de madera que una monja le regaló después de la batalla de Bailén, en España, y que él le entregó en 1820 al coronel Manuel de Olazábal en la revista de Rancagua. También se conservan impecables una caja con un juego de backgammon; una tabaquera con sus iniciales donada por Bartolomé Mitre al Museo Histórico Nacional en 1891; el poncho de alpaca que el último virrey del Perú, José de la Serna, le obsequió durante la conferencia de Punchauca; un estuche con dos pistolas de duelo y 14 accesorios; una copa de licor; una mesa de juego, y un plato de porcelana. Varios retratos de San Martín y réplicas de monumentos acompañan la muestra y el dibujo animado Zamba, desde una pantalla de TV, acerca del mundo sanmartiniano a los más chicos. Los museos Histórico Nacional, del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín y Udaondo aportaron las piezas en exhibición en Mariscal Castilla, entre Rufino de Elizalde y Alejandro de Aguado, Palermo Chico. |
Fuente: lanacion.com
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