BARTOLOMÉ MITRE, EL GASISTA DEL BARRIO

Bartolomé Mitre, el gasista del barrio

Por Daniel Balmaceda

En pleno microcentro porteño, en San Martín entre Sarmiento y Corrientes, aún se mantiene en pie la casa que habitó Bartolomé Mitre. Vale la pena visitarla y descubrir, entre otras cosas, que cuando enviudó de Delfina de Vedia quitó la cama matrimonial, puso una mesa de billar y se mudó a un cuarto más pequeño en la planta alta de la casa.
Pero no vamos a hablar de esta casa, sino de la que estaba enfrente. Allí vivía por 1840, aun antes de que los Mitre se convirtieran en vecinos, la familia Ocampo. La casa tenía tres patios, además del zaguán, dos salas que daban a la calle -con ventanas de madera, sin vidrio, pero enrejadas-, una salita interna, tres dormitorios, un vestidor y un baño, además de la cocina, el lavadero, el gallinero, los cuartos del personal y el de la leña.
Respecto de las comodidades, no todas las casas contaban con aljibe. Por lo general se llenaban botellones de barro en lo de los vecinos que sí tenían, además de comprarle al aguatero que pasaba todos los días, pero el agua que se compraba era usada para limpieza y otros usos domésticos.
La iluminación de una casa era muy pobre en esos tiempos. Se combinaban las velas de estearina, en las salas y los cuartos de la familia, con las de sebo, para los cuartos del personal, la cocina y demás.
La familia estaba integrada por Gabriel Ocampo, Elvira de la Lastra y sus hijos: Elvina, Laurentina, Etelvina, Astermia, Gabriel y Teodomira. La armonía puertas adentro no logró mantenerse por mucho tiempo. La madre murió en forma repentina (tenía 26 años) y la pérdida coincidió con otro episodio: el padre estuvo a punto de ser apresado por la mazorca rosista, pero logró huir por los techos de la casa y, saltando por azoteas, consiguió asilo en casa de Emilio Castro, quien vivía en la misma manzana, sobre la calle Reconquista. Pocos días después partió de allí disfrazado de verdulero ambulante y logró llegar a San Isidro. Se embarcó rumbo al exilio, primero en Montevideo y luego en Chile, donde se casó y formó una nueva familia. Si bien se ocupó de apoyar económicamente a sus hijos, ellos siguieron viviendo en la casa de la calle San Martín, al cuidado de Petronila Gómez Vidal (abuela de las criaturas). Los chicos crecieron. Teodomira, la menor, se casó con Octavio Garrigós en 1856 y siguieron viviendo en San Martín y Corrientes.
Para aquel tiempo surgió el querosén como medio de iluminación, aunque no para los cuartos, sino para el patio principal. Y luego el gas, que ya venía usándose en las calles desde 1823.
Una noche se cortó la luz. Teodomira sospechó que era una falla del regulador de gas y envió al mucamo Andrés a lo de Mitre, para que regresara con Vilches, el portero del general, quien podría repararlo. Pero en la puerta, el mucamo se encontró con Mitre y le pareció que era lo mismo. Así que le dijo en su tonada gallega: "La señora dice que vaya osté a arreglá a rejulador". Enorme sorpresa fue para Teodomira advertir que el ex presidente entró a su casa transformado en gasista.
Y la luz volvió.

Fuente: lanacion.com

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