Vincent Van Gogh. Los lirios, 1889 . Óleo sobre tela, 71 x 93 cm. Neo-Impresionismo.
Paul Getty Museum, Malibú, California, EEUU. Posiblemente sea ésta una de las obras más populares de Van Gogh. Fue realizada durante su estancia en el hospital mental de Saint-Rémy, lugar en el que estaba internado por su propia voluntad. Acompañado de un celador, recorría las zonas de los alrededores del sanatorio buscando la inspiración. Los elementos y paisajes más cercanos serán sus modelos como ocurre con estos Lirios. Las flores ocupan todo el espacio pictórico, empleando una perspectiva frontal, dando la impresión de ser una fotografía. Las líneas onduladas se adueñan de la composición gracias las hojas y los tallos. Vincent juega con los tonos complementarios al recurrir a verdes y malvas, acompañados de naranjas y amarillos, creando una espectacular muestra de riqueza cromática y de luz. Las líneas oscuras que delimitan los contornos, típico ejemplo del cloisonnismo de Gauguin y Bernard, desaparecen paulatinamente. Las pinceladas se adueñan del espacio compositivo, apreciándose claramente por parte del espectador; nuevos conceptos artísticos entran con Vincent en el mundo de la pintura. Esta obra fue subastada en 1987 y adquirida en 53.900.000 millones de dólares por un multimillonario australiano que, años más tarde, revendería a la Fundación Paul Getty por un precio que hasta ahora no ha trascendido al público, convirtiéndose en el cuadro mejor pagado de la historia. |
Por Facundo Manes
Director Del Instituto De Neurología Cognitiva (INECO)
y del Instituto De Neurociencias de La Fundación Favaloro
Vincent van Gogh, Virginia Woolf, Ludwig van Beethoven y Winston Churchill ¿qué tuvieron en común? Que todos han padecido una condición afectiva denominada “trastorno bipolar”. Los trastornos bipolares (también llamados “maníaco-depresivos”) son un conjunto
de condiciones psiquiátricas en el cual se afectan los sistemas
cerebrales que regulan el normal fluir de los estados del ánimo.
Nuestros
cerebros han evolucionado para ser capaces de seleccionar entre un
amplio abanico de respuestas anímicas a los desafíos que nos presenta la
vida: por ejemplo, en algunos momentos necesitamos aumentar nuestra
actividad laboral, tener más contacto social e incluso hacernos más
audaces en la forma en que tomamos nuestras decisiones; en otras
ocasiones, por el contrario, debemos responder a nuestro entorno bajando
nuestra actividad y tomando decisiones más conservadoras.
En
las personas que sufren trastorno bipolar, estos mecanismos están
afectados de manera tal que presentan estados anímicos que son
patológicos por su amplitud y/o duración o se realizan en un contexto inadecuado afectando su capacidad de adaptación y generando conductas inconvenientes.
Básicamente las personas afectadas por trastornos bipolares presentan tres tipos de crisis anímicas: 1) Episodios maníacos
(un sentimiento de bienestar, estimulación y grandiosidad exagerado;
el paciente se siente muy activo y con mucha energía) y/o hipomaníacos
(estado de ánimo elevado, expansivo o irritable -sin la intensidad que
tendría en una fase maníaca- pero diferente al estado de ánimo habitual
del paciente); 2) Episodios depresivos; y 3) Episodios mixtos. Estas crisis se pueden dar en sucesión y separadas por años, meses, semanas, días u horas.
La
evolución de los trastornos bipolares es muy diferente en cada persona y
depende, en buena medida, del tratamiento recibido. En el trastorno
bipolar, los períodos de depresión normalmente duran más que los
episodios maníacos. La depresión puede durar un año o más, mientras que
los episodios de manía rara vez duran más de unos pocos meses.
Si bien aún no se conocen con exactitud los mecanismos neurobiológicos íntimos de esta condición, sí se sabe que los mismos están determinados en buena medida por una predisposición genética.
Se calcula que más del 70% del origen de la enfermedad está establecido
por cuestiones hereditarias ligadas a los genes que se combinan con
elementos ambientales. Es muy importante saber que los trastornos
bipolares no dependen del estilo de crianza, ni de traumas psicológicos
de la infancia, ni mucho menos de cuestiones vinculados a la voluntad de
las personas que los padecen. Por otra parte, aunque una persona
tenga familiares directos afectados por la enfermedad, no quiere decir
que inexorablemente la va a padecer.
Estos trastornos del ánimo
afectan a millones de personas en todo el mundo sin distinguir
fronteras culturales, económicas o sociales. Los trastornos bipolares son enfermedades que tienen la potencialidad de generar una importante merma en las capacidades para la interacción y el desarrollo laboral
de las personas. Por esta razón recientemente esta condición ha sido
considerada por la organización Mundial de la Salud como la sexta causa de discapacidad en el mundo.
Tomar conciencia de la problemática es clave para lograr un tratamiento
adecuado a nivel personal, familiar y social a gran escala. Sobre todo
al tener en cuenta que un porcentaje creciente de personas que sufren de
este trastorno, al ser correctamente tratadas, pueden llevar (y llevan)
una vida plena.
Fuente: clarin.com
www.facundomanes.com
@ManesF
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