ORHAN PAMUK: VINE EN BUSCA DE LA CIUDAD DE BORGES, PERO YA NO EXISTE
El escritor soñaba encontrar Buenos Aires tal como la pintó su admirado autor.
UNA VISITA A LA TIERRA DE LOS CUENTOS. PAMUK AYER,
ANTES DE LA CONFERENCIA, EN EL MALBA. ALLÍ, UNA FOTO DE BORGES TOMADA
POR ANNEMARIE HEINRICH.
Por Guido Carelli Lynch
El auditorio y el hall principal del Malba colmados no
afectaron, ayer, la sinceridad del Premio Nobel turco Orhan Pamuk. “Debo
confesar que yo pensé tanto en visitar esta ciudad y al final, ésta ha
sido una visita nostálgica y desilusionante en un punto”, sentenció el autor, que hoy volaba de regreso a Nueva York, donde vive un semestre al año.Pamuk
se va del país desilusionado y no importan las señoras que se peleaban
para ganarse un lugar en la sala. Pero la culpa, en buena medida, la
tiene el escritor, que vino a buscar la Buenos Aires de Borges. “Quería
conocer la Buenos Aires de Borges y toda la gente a la que le expresé
ese deseo me dijo que esa ciudad había desaparecido hace 50 años”. Mala
suerte para el Nobel. “Buenos Aires me hizo acordar a una ciudad
europea, pero también pude captar lo local, que tiene su aspecto pobre e
internacional a la vez”, reflexionó. Prolijo, de pantalones
azules, remera y saco negro; el Nobel escuchó la introducción y las
preguntas de la escritora y periodista de Matilde Sánchez
sin levantar la mirada. Durante un rato se entretuvo con la lapicera, se
desabrochó el reloj y lo apoyó sobre la mesa. A la hora de contestar,
miraba a Sánchez; casi nunca al público. “Pamuk escribe a partir
de un anhelo de clasicismo y de universalidad. Escribe con caligrafías
de mosquito y tiene buen sentido del humor”, lo presentó la periodista.Algo de sentido del humor mostró cuando se refirió a La vida nueva, su novela más compleja. “Es un libro muy difícil y abstracto, si no
quieren torturarse no hay que comprarlo”. También, cuando a una de las
preguntas del público, sobre el final, contestó que la crítica literaria
que prefiere es aquella que celebra sus libros. Para no
romper el hechizo prohibió que le hicieran preguntas sobre política.
Sin embargo, no evitó referirse a la dicotomía entre Oriente y Occidente
que atraviesa a su país. “El orientalismo es la dominación occidental,
la invención de un oriente mítico. La tensión sobre si Turquía debe ser
más occidental u oriental afecta las formas de nuestra ciudad”.Pero realmente se lo notó entusiasmado cuando tuvo que explicar su relación con la literatura, una cuestión que aborda en El novelista ingenuo y el sentimental, el libro de ensayos que lo trajo al país y también a Chile y Uruguay.
“Quiero ser un novelista ingenuo, porque se puede ser juguetón e
infantil en forma calculada. Hay que dejarse llevar por la fuerza de la
historia, sentir que es buena. Hay que entregarse con una creencia
mística en los poderes de la escritura: eso es la inocencia y la
ingenuidad y todos deberían probarlas”, sentenció. Pamuk aconsejó
no preocuparse demasiado por el poder de las palabras. “Sólo hay que
estar seguro de ellas y eso redunda en la verdad. Hay algo trascendente,
algo oscuro, escondido, secreto. ¿Cuál es el significado de la vida?
Eso es lo que uno se pregunta cuando lee Anna Karenina. Eso es la profundidad de lo que se narra”, largó sin pausas antes de que lo envolviera un aplauso, tímido al principio.
AUTOR BAJO CUSTODIA
Quizás la vida Pamuk no hubiese cambiado tanto si un año antes de
recibir el Nobel, en 2005, no hubiera reconocido públicamente la
existencia del genocidio armenio y kurdo a manos de los turcos en 1915.
“30 mil kurdos y un millón de armenios han sido asesinados en Turquía.
Nadie se atreve a mencionarlo. Por eso yo lo digo”, señaló el escritor
durante una entrevista con una revista suiza. Por esas expresiones fue
demandado y después absuelto, acusado del delito de “insulto contra la
identidad turca”. En 2009, la Corte Suprema turca hizo lugar al pedido
de seis nacionalistas, que reclamaban al autor una compensación de 16
mil euros. Finalmente Pamuk fue obligado a pagar 3 mil. Ahora, en su
país, siempre está custodiado por guardaespaldas.
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