Arte / Vanguardia
'Claridad: la vanguardia en lucha'
inaugura la temporada de exposiciones en el MNBA con una selección de
obras del patrimonio revisadas por el guión curatorial de Sergio Baur,
que traza un retrato de las vanguardias combativas a comienzos del siglo
XX.
Una
muestra puede exhibir una trayectoria estética, poner en diálogo a
varios artistas, revelar cercanías entre obras. Pero a veces, pocas
veces, una muestra apela al arte para retratar un clima de época.
Eso hace justamente Claridad: la vanguardia en lucha
, la exposición que abre el año en el Museo Nacional de Bellas Artes,
dedicada a retratar el ambiente intelectual que, entre los años 20 y 40
del siglo XX, dio origen y acompañó el arte del compromiso social y la
militancia política, que rechazó el "arte por el arte" para buscar en la
renovación estética una herramienta para la denuncia social.
La vanguardia militante que retrata la muestra es, por
cierto, una de las corrientes renovadoras de una época de notable
vitalidad en los debates y los cuestionamientos al arte académico. En
rigor, Claridad? cierra el ciclo abierto, hace dos años, con la
muestra sobre el grupo Martín Fierro, la vanguardia estética que fue
contrapunto y complemento de la que ahora despliega su utopía en la
renovada sala del MNBA.
Hay que estar atento: el nombre de la muestra puede
llevar a engaño. En rigor, hace referencia a la editorial fundada en
Buenos Aires en 1926, a imagen y semejanza de emprendimientos similares
en Europa, dedicada a difundir autores e ideas de izquierda y obras de
denuncia social, en tiradas amplias, de edición cuidada y a precios muy
populares. La revista Claridad , que se publicó, a veces
trabajosamente, durante 20 años, fue uno de sus legados más relevantes.
Sin embargo, y aunque la iconografía de Claridad sintetice la
época -sus obreros triunfantes, sus trabajadores en lucha, sus mordaces
caricaturas de la guerra, sus portadas dedicadas a Marx, a Trotsky y
hasta a Sarmiento-, la muestra es mucho más. Tiene como uno de sus
núcleos centrales a los Artistas del Pueblo, el grupo que integraban
José Arato, Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hebequer, Agustín Riganelli y
Abraham Vigo, todos de origen proletario e ideas de izquierda, con
mayor o menor pasión por la militancia, pero igual rigor estético,
quienes, por ejemplo, ilustraron muchas tapas de Claridad y
libros de escritores del llamado "Grupo de Boedo", como Leónidas
Barletta, Raúl González Tuñón, Álvaro Yunque, César Tiempo y Gustavo
Riccio, muchos de los cuales se exponen en la muestra.
"No hicimos una lectura arqueológica de la revista Claridad
, sino que quisimos llevar a la museografía una revista de crítica
literaria y de arte, reconstruir el clima de ideas en el que se
desarrolló el arte de la denuncia social y la militancia", puntualizó a adn Sergio Baur, curador de la muestra, que desde hace seis meses es embajador argentino en Túnez.
Por eso, y a pesar de que el recorte histórico es
claro, saludablemente la cronología no se respeta en la exposición. La
línea que se propone al visitante tiene que ver con los temas que estos
artistas miraron con interés y se identifican con obras del período: Los charcos rojos , Tribuna proletaria , Las puertas de Babel , Los destinos humildes , El arte y las masas , La rosa blindada
. Como en el arte revolucionario, son expresiones utópicas, pacifistas
al comienzo de la década del 20, de cruda denuncia de la pobreza obrera
luego, de alerta sobre el crecimiento de los totalitarismos nacientes,
un presagio del mundo que vendría y de la estética que trataría de
representarlo. En el último tramo de la sala, Medianoche en el mundo , de Berni, dialoga cómodamente con Sueño y mentira de Franco , de Picasso. "Ésta es la vanguardia de entreguerras, que vivió el ascenso de los totalitarismos", apunta Baur.
Fiel a ese espíritu, en la muestra tampoco hay
exclusividades estéticas. Hay óleos en las paredes, pero también
grabados de los Artistas del Pueblo, y volúmenes de los autores de
Boedo; hay obras de los inspiradores europeos de esos artistas de
vanguardia y, lo más novedoso del montaje, fragmentos de películas de
esos años que, en lugar de estar confinados a una sala oscura que el
público termina evitando o no advierte, se proyectan sobre las paredes
aquí y allá en la sala, para entrar en diálogo oportuno con las obras.
De este modo, Sin pan y sin trabajo , de
Ernesto de la Cárcova, que recibe al visitante como plato fuerte y abre
la exposición para mostrar el origen del tema social en el arte
argentino, a fines del siglo XIX, cuelga al lado de la proyección de una
de las primeras filmaciones de los hermanos Lumière en Francia: la
salida de las obreras de la fábrica de Lyon, hecha en la misma época. El
diálogo cine-artes visuales se repite: una serie de Facio Hebequer
sobre el trabajo se mira en paralelo con fragmentos de una película
sobre la vida de los mineros en Francia; la exquisita escultura La madre , de Riganelli, confronta con la película homónima de Pudovkin.
"La vida de la fábrica, el mitin político, el barrio de
La Boca, el arrabal, el espacio de lo suburbano, el obrero, todos esos
temas se generalizan en el arte y la literatura en estos años", dice
Baur, y señala la preeminencia del grabado como expresión de la época,
"un elemento de diferenciación de una estética, por su bajo costo y su
capacidad de ser reproducido."
No deja de ser un gesto para aplaudir que los Artistas
del Pueblo -cuya incorporación al patrimonio del MNBA fue compleja y
resistida por años, y que fueron objeto de una exposición relevante en
2008 en la Fundación OSDE- hayan pasado del depósito a las paredes
privilegiadas de una muestra de peso. ¿Qué pasó después de los años 40
con este espíritu social en el arte? Baur tiene su hipótesis: "El debate
alrededor del arte del compromiso político no se ha interrumpido. Creo
que es una manera de leer la historia, gracias a la cual uno siempre
puede dar un salto adelante", dice.
Entre las activas vanguardias de los años 20 en Buenos
Aires no todo fue oposicón y polémica. Sin embargo la muestra del MNBA
apunta un momneto de irónica crítica. Cuadros de Xul Solar, Pettoruti y
Norah Borges -centrales en la estética del "opositor" grupo Martín
Fierro-, cuelgan junto a la crítica que les dedicó Claridad : la pintura de Pettoruti es "decorativa"; Xul es "sólo pintorero" y la señorita Borges es apenas "pintusta".
Quizás haya sido Leónidas Barletta quien mejor
describió el espíritu de la vanguardia que lo tuvo como uno de sus
protagonistas y quien, si se nos permite la lectura, puso la medida del
compromiso para los artistas que siguieron: "No luchábamos para crear
una nueva literatura, sino una nueva sociedad".
CLARIDAD: LA VANGUARDIA EN LA LUCHA
MNBA. Avenida del Libertador 1473. Hasta el 20 de mayo..
Fuente: ADN Cultura LA NACIÓN
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