LA FOCA DE LA GALERÍA GÜEMES
Por Eduardo Parise
En los registros de inquilinos de la famosa Galería Güemes, en
el centro porteño, no figura su nombre ni el tiempo en que estuvo allí.
Es lógico: en 1930 ¿quién iba a tener en cuenta los datos de un cachorro
de foca, instalado en la bañera de un departamento y rodeado de agua
enfriada con barras de hielo? Al animal lo habían traído en avión desde
el Sur y el hombre que alquilaba el departamento 605, en el sexto piso,
lo tenía como su excéntrica y curiosa mascota. Ese hombre era el francés
Antoine de Saint-Exupéry. Sí, el autor de El Principito , un clásico de la literatura mundial.
La
anécdota es una más de las tantas de esa construcción que, en diciembre
de 2015, cumplirá su primer centenario. Inaugurado el 15 de diciembre
de 1915, al monumental edificio (que fue el más alto de Buenos Aires),
se accede tanto por Florida 165 como por San Martín 170.
Saint-Exupéry
vivió allí entre noviembre de 1929 y enero de 1931. Y si bien rechazaba
el movimiento y la vida en las grandes ciudades, la elección del lugar
de residencia tenía un motivo: a 50 metros de la galería, en una de las
ochavas de Diagonal Norte y Florida, estaba la sede de Aeropostal, la
empresa encargada que transportaba correspondencia al sur argentino,
iniciando así las rutas aerocomerciales a esa región. El francés, junto
con otros colegas, fue uno de los audaces pilotos de la empresa.
Dicen
que la presencia del cachorro de foca en la bañera de aquel
departamento de dos ambientes y un baño (actualmente es una oficina
cuyos inquilinos usan poco y por eso está casi siempre cerrada) motivó
protestas de los vecinos, en especial por el olor que generaba el
animal. Pero no todo lo que produjo Saint-Exupery en ese lugar fueron
problemas. También escribió Vuelo nocturno , un libro que
publicaría en Francia en 1931, donde contaba su fascinación por volar de
noche en la inmensidad del cielo de la Patagonia, guiado sólo por las
estrellas.
También, seguramente, algunas noches habrá subido al
mirador de la Galería, por su estrecha escalera caracol de hierro. Está a
80 metros de la calle y desde allí se puede ver Colonia, en la orilla
uruguaya, y la costa de Quilmes. Dicen que en poco tiempo más, el
mirador se habilitará a los visitantes.
Además de sus brillantes
bronces, algo que también llama la atención es el nombre de la galería.
Pero ese homenaje tiene relación con el lugar en el que habían nacido
Emilio San Miguel y David Ovejero, los dueños del terreno en el cual se
levantaría el rascacielos. Ambos eran salteños y así recordaron a Martín
Miguel de Güemes, histórico defensor de la frontera norte en las
guerras por la Independencia.
De la Galería Güemes se pueden
escribir cientos de textos que mencionen su calidad arquitectónica,
diseñada por el italiano Francisco Gianotti (el mismo de la actualmente
abandonada Confitería Del Molino), o que aludan a las figuras que la
frecuentaron, como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y un cantor
aficionado conocido como Carlos Gardel. También se pueden descubrir
otras curiosidades, como la actividad y el talento que desarrolla allí
el famoso coro Arax, que pertenece a la Asociación Amigos de la Música
Armenia y que dirige el maestro Jean Almohuian. Con casi 55 años de
actividad, el coro no sólo interpreta música de la cultura armenia.
También incluye obras de todo el mundo.
Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
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