El artista volvió a un estilo que había abandonado. Empezó a producir nuevamente pinturas con puntos, que formarán parte de más de una restrospectiva.
INNOVADOR. El artista británico Damien Hirst junto a uno de sus cuadros de puntos. Está volviendo a su género anterior con muestras en las 11 galerías Gagosian en el mundo entero.
Por CAROL VOGEL - The New York Times
Cuando los mercados financieros se encaminaban hacia el desastre en 2008, el artista británico Damien Hirst desairó a sus marchands y convenció a la casa Sotheby’s de esta ciudad de vender 223 obras principalmente nuevas.Había animales muertos tiburones, cebras, lechones y hasta un ternero- flotando en enormes acuarios de vidrio en formaldehído, y armarios repletos de diamantes. Y pinturas a granel: pinturas girantes, pinturas con puntos, pinturas con mariposas pinchadas con alfileres debajo de un vidrio. Más de 21.000 personas visitaron Sotheby’s para ver la exposición previa. La venta de dos días alcanzó los US$ 200,7 millones.Justo antes de la subasta, Hirst proclamó el fin de aquellas telas abstractas de lunares en colores de golosinas. También iba a dejar de hacer las pinturas girantes y con mariposas, además de los trabajos con animales muertos. Para algunos, fue un discurso de venta inteligente para convencer de que era ahora o nunca, pero Hirst insiste en que no fue así. "He avanzado" explicó. "En la época de la subasta ya había hecho lo suficiente". Ahora estamos, sin embargo, ante un típico cambio de humor hirstiano. Empezó a producir nuevamente pinturas con puntos y está montando otro espectáculo. Esta vez convenció al dueño de la galería, Larry Gagosian, de que lo dejara invadir sus 11 galerías las dos de Londres; tres en Nueva York; una en París, Roma, Hong Kong, Atenas, Ginebra y Beverly Hills, California de llevar a cabo una retrospectiva de sus pinturas de puntos. La exposición tendrá lugar desde el 12 de enero hasta el 18 de febrero. Y como sucedió con muchas de las cosas que ha hecho Hirst, la muestra de puntos será acompañada sin duda por una lluvia de críticas. Richard Dorment, el crítico de arte de The Daily Telegraph de Londres, calificó las pinturas de lunares de "fantásticamente aburridas", y cuando le preguntaron qué pensaba de las muestras de Gagosian, respondió: "La acumulación de montones de ellas en un lugar como la Turbine Hall de la Tate podría tener cierto impacto visual, pero no le veo sentido a llenar todas las galerías Gagosian del mundo entero. ¿Con qué objeto?" Hirst, de 46 años, empezó las pinturas de puntos en 1986. "En ese momento estaba haciendo collages que se parecían un poco a las pinturas de Nicholas de Staël o Hans Hoffman y estaba resolviendo un montón de problemas formales con el color", dijo.Es muy probable que la idea le viniera del padre, un vendedor de autos del norte de Inglaterra, que pintó la puerta de su casa a lunares azules, dijo. "Tomó un recipiente y cortó un círculo, enmascaró el resto y después roció pintura en los lunares", dijo Hirst."Yo le decía a la gente que vivía en la casa que tenía la puerta blanca a lunares azules". Las primeras pinturas con puntos fueron realizadas directamente sobre la pared, agregó, "parecía que las había pintado una máquina gigantesca. En cierto modo, yo trataba de negar que fuera un artista". Ha oído todas las quejas. "Son lo que más tardó en entenderse de mi obra", dijo refiriéndose a las pinturas de puntos. "Una vez vino alguien a verme y me dijo `¿Por qué hace esos puntos estúpidos? Son tontos, un insulto a la pintura’". "Lo que me llevó a seguir haciéndolos es que siempre quedaban muy bien", dijo. "La idea era que fuera una serie interminable. Es una idea conceptual más que una realidad. Para Hirst y para Gagosian esto es un asunto serio. "Es como una exposición en múltiples lugares", dijo Gagosian. "Estas pinturas ya están en la cultura popular. Aparecen en anuncios comerciales, en ropa, en autos." La muestra de Gagosian incluirá alrededor de 200 trabajos, repartidos a lo largo de 20 años, de colecciones en 20 países. Estará en venta menos de un tercio de la muestra. Obras comparables recaudaron en subastas cifras que varían desde US$ 10.000 hasta más de US$ 1,8 millón, según la fecha, el tamaño, el diseño y el estado. La muestra será seguida por una retrospectiva en la Tate Modern de Londres, que se inaugurará el 4 de abril. Para algunos, la idea de ver galerías llenas nada más que de telas con puntos suena mortalmente monótono. No para el artista."Son cosas muy difíciles de mirar", dijo Hirst. "Superficialmente, son pinturas alegres, pero contienen una incomodidad subyacente. Se pierden los límites porque resultan difíciles de enfocar. ¿Hay que mirar la cuadrícula o los puntos individuales o la pintura en su conjunto? Cuando se empieza a mirar de verdad, uno se pierde".
HOCKNEY VS. HIRST
Una intensa polémica se desató en el panorana artístico británico cuando el pintor inglés David Hockney lanzó un duro ataque contra Damien Hirst, artista al que le critica por utilizar asistentes y no realizar él mismo sus obras. Y fue muy directo: "Todos estos trabajos están hechos por el artista, personalmente", se puede leer en el anuncio de la próxima exposición del pintor de 74 años, que se inaugura el 17 de enero en la Royal Academy of Arts de Londres. Así lo reconoció él mismo en una entrevista pública: "Es un pequeño insulto a los artesanos, habilidosos artesanos".
Hirst, polémico y multimillonario, reconocido mundialmente por sus esculturas de animales diseccionados y por su calavera de diamantes vendida por 78 millones de dólares, será centro de una retrospectiva a partir de abril en el museo Tate Modern de Londres, no respondió los ataques de Hockney. Aunque siempre se manifestó a favor de la opción de utilizar asistentes para que pinten, por ejemplo, sus famosos cuadros de círculos de colores, de los que ha firmado unos 1.400. En 2007, en referencia a esas obras, dijo: "cuando vendo uno, uso el dinero para pagar a gente que haga más. Ellos lo hacen mejor que yo. Yo me aburro, me vuelvo impaciente".
Con 46 años, Damien Hirst es uno de los artistas vivos más cotizados y forma parte del movimiento artístico conocido como Young British Artists, que se formó en los años noventa en la escuela Goldsmisth de Londres, donde prima lo conceptual y la capacidad de promoción de los artistas. "Yo solía insistir en la escuela de arte que puedes enseñar las técnicas, pero no puedes enseñar la poesía. Pero ahora intentan enseñar la poseía y no la técnica", agregó en la misma entrevista Hockney, que ahora vive en el norte de Inglaterra tras décadas en California (Estados Unidos) donde participó de manera activa en el movimiento Pop Art.
El comentario de David Hockney --galardonado el 1 de enero con la Orden del Mérito por parte de la reina Isabel II--, abrió el eterno debate entre el arte conceptual y la técnica y enfrentó dos de los artistas más importantes del panorama artístico mundial. En The Independent, el artista multimedia Michael Petry criticó el ataque de Hockney y explicó que se pude decir que esa no es la manera en la que uno quiere trabajar, pero "no es necesario tirarnos piedras los unos contra los otros". Petry, autor del libro The Art of Not Making (El arte de no hacerlo) sobre el uso de asistentes por parte de artistas, considera que los comentarios de Hockney "pretenden borrar un siglo entero de arte contemporáneo".
EL OJO, LA MANO, EL CORAZÓN
EL OJO, LA MANO, EL CORAZÓN
David Hockney y lo que se necesita para ser pintor: una discusión que en el mundillo local de las artes plásticas tiene fama de antigua, de superada.
Por Eduardo Villar
Es una discusión que en el mundillo local de las artes plásticas tiene fama de antigua, de superada. En cambio, en el gran mundo del arte globalizado, siempre vuelve con fuerza. Esta vez resucitó en Inglaterra (ver notas relacionadas), enfrentando a dos pesos pesados, David Hockney y Damien Hirst. Aquí no tuvieron mucha repercusión, pero en el resto del mundo un par de frases de Hockney dedicadas a Hirst sin nombrarlo se reprodujeron decenas de veces en los medios que dedican algún espacio al arte: es “insultante para los artesanos” que Hirst recurra a asistentes para hacer sus obras –unos 300 trabajan para él– y “me enorgullezco” de haber hecho personalmente todas mis obras. Hockney no ignora obviamente que desde hace siglos, innumerables artistas han recurrido a asistentes para la confección de sus obras: Rubens, Rodin, Dalí, entre tantos otros. Quizá no haya que tomar muy literalmente sus palabras, o al menos, no sólo ésas. “En la escuela de arte se puede enseñar la técnica, lo que no se puede enseñar es la poesía. Pero ahora intentan enseñar la poesía, no la técnica”, dijo. También citó un proverbio chino según el cual, para ser pintor, se necesitan tres cosas: “Ojo, mano y corazón. Dos no bastan”. Me parece que el problema de Hockney con Hirst no son los asistentes, sino lo que él considera su falta no sólo de técnica sino también de poesía. Habla de Hirst no como de alguien que no se ensucia en el taller sino como alguien que no es artista. Aunque venda más y más caro, ése es otro tema. Hockney no tiene problemas con los asistentes que ayudaron a Rodin, a Rubens, a Dalí, a hacer obras maestras. Su objeción es con los empleados que Hirst tiene para que hagan filas y filas de lunares de colores. Hirst ha dicho que él se aburre pintándolos y que por eso contrata a otros para que lo hagan. La pregunta es, si se aburre y ya hizo tantos, ¿para qué sigue haciéndolos? Su respuesta sería no la de un artista sino la de un vendedor.
Fuente: Revista Ñ Clarín / EFE
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