SECRETA BUENOS AIRES
Un palacio en Parque Patricios
Por Eduardo Parise
La imagen del edificio parece escapada de una postal de
Florencia, en Italia. Y algo de eso hay, ya que fue construido al estilo
de un palacio florentino, como en 1918 lo pensó el arquitecto Juan
Waldorp (h). Pero, ¿por qué semejante edificio, con jardines y parques
que ocupan toda una manzana, en Parque Patricios? Por el deseo de un
empresario solidario que, con 45 años y nueve meses antes de morir, dejó
en su testamento el dinero y el lugar para que en ese sitio, por
entonces una de las zonas más pobres de la Ciudad, se realizara “la
edificación de un palacio para escuela”. Se llamaba Félix Fernando
Bernasconi y su “palacio”, que en breve cumplirá 82 años, sigue allí
como una escuela con unos 5.000 alumnos.
Inaugurado el 22 de
octubre de 1929, el Instituto Bernasconi (como lo llama la gente) es
mucho más que un bello edificio en la manzana que abarcan las calles
Cátulo Castillo, Catamarca, Rondeau y Esteban De Luca. Porque en sus
cuatro plantas funcionan nueve escuelas, entre primarias, secundarias,
de música y hasta de natación. Esto es así porque cuando lo pensaron,
además de las galerías de circulación en forma de recova, los grandes
patios, un foyer de estilo clásico y una sala de teatro con 400 butacas,
se incluyeron en el subsuelo dos piletas de natación para usar todo el
año.
También están los departamentos destinados a temas
audiovisuales, odontológicos, un centro de orientación vocacional y
educativa y la biblioteca de consulta y lectura para todos los chicos. Y
como si no fuera suficiente está el complejo museológico creado por la
gran Rosario Vera Peñaloza, aquella docente que pensaba que los museos
“no deben actuar como depósitos sino como escuelas vivas para el
enriquecimiento de la cultura argentina”. El terreno que ocupa el
Bernasconi fue parte del casco de la estancia “El Edén” (de ocho
hectáreas) y luego albergó la casaquinta de Francisco P. Moreno, el
famoso perito quien, según cuentan, cada tarde abría los portones para
que los chicos de la zona (“el barrio de las latas”, por las casas
precarias que había) pudieran ir a buscar frutas de los árboles. Moreno
solía repetir: “Donde el trabajo y la escuela reinan, la cárcel se
cierra”.
La fortuna dejada por Bernasconi (hijo de inmigrantes
suizos) también sirvió para que en el lugar quedaran obras artísticas
valiosas como los dos grupos escultóricos (simbolizan a figuras de la
mitología griega) realizados por el escultor argentino Alberto Lagos, el
gran “reloj de la torre” o una excelente estatua de Sarmiento, hecha en
bronce por Zonza Briano. Y una curiosidad: a metros de la entrada sobre
la calle Cátulo Castillo está la pequeña estatua que recuerda “al perro
abandonado”, un tema que el gran poeta y compositor tuvo como cruzada
en su solidaria vida.
El Bernasconi es una parte importante entre
las instituciones de Buenos Aires y merece estar en un sitio destacado.
Sin embargo, en la zona de Parque Patricios también hay otras
referencias que aluden al pasado y presente de la Ciudad. Uno de ellos
es el Parque Florentino Ameghino (lo rodean las calles Monasterio, Santa
Cruz, Caseros y Uspallata), un predio donde estaba la casa en la que en
1823 murió Remedios de Escalada, la joven esposa de San Martín, y el
lugar en donde se encuentra el monumento que recuerda a los muertos por
la fiebre amarilla, realizado en 1873.
Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
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