Fueron diseñados por los vecinos y luego seleccionados por las juntas de estudios históricos y los CGPC. Están colocados en las principales plazas y esquinas.
Reflejan la historia y los íconos. Tras 22 años lograron completar los que faltaban.
Por Silvia Gómez.
Debieron pasar 22 años para que los 48 barrios porteños tuvieran cada uno su propio emblema. Representan una parte de su historia y los íconos que mejor los identifican. Edificios, esquinas, lugares, leyendas e historias del pasado. Emblemas a través de los que se puede adivinar a veces el origen del barrio, a los personajes que dejaron su impronta y los rincones que los hacen únicos. Así Carlos Gardel asoma imperante en el de Balvanera y el “Polaco” Goyeneche en el de Saavedra; la basílica San Carlos Borromeo domina el emblema de Almagro, la “Redonda” hace lo propio en Belgrano y la de San Cayetano luce en el escudo de Liniers, en el oeste de la Ciudad.
“Se cumplió el objetivo número uno: que todos los barrios
tuvieran su emblema. El próximo paso es que las escuelas, los CGPC y las
comisarías los incorporen. Creo que el desafío final será
lograr un sentido de pertenencia de los vecinos con sus insignias”, dijo
María Isolina Peña, del programa Pasión por Buenos Aires, dependiente
de la jefatura de Gobierno porteño. La mayoría de las divisas ya fueron
colocadas en esquinas representativas o plazas. Sólo faltan colocar los
de Villa Riachuelo, Villa General Mitre y Agronomía.
Nora Matti,
del CGPC 10 (que agrupa a los barrios de Villa Real, Monte Castro,
Versalles, Floresta, Vélez Sarsfield y Villa Luro) cuenta que en su zona
todos los emblemas ya fueron colocados. “Ahora esperamos que también se
los mantenga, porque algunos fueron vandalizados en cuestión de días”, se lamenta. Y los vecinos, que hicieron la denuncia en el CGPC,
contaron que el de Monte Castro fue arrancado de cuajo de la plaza del
barrio por la hinchada de All Boys. En esta zona de la Ciudad, tres de
los escudos tienen a las locomotoras como protagonistas: Villa Real,
Versalles y Floresta.
Respecto al mantenimiento, en foros y
diarios barriales los vecinos se quejan de que muchos fueron destruidos.
Es lo que sucede, por ejemplo, en Colegiales. Los vecinos denunciaron
que fue robado y además aprovecharon para mostrar su descontento con la
ubicación: la plaza San Miguel de Garicoits, en Alvarez Thomas y Forest.
Dicen que esa esquina no representa a Colegiales. En los barrios de
Retiro y San Nicolás los emblemas también desaparecieron.
La idea
de que cada barrio tuviera su emblema data de 1989, cuando el polémico
intendente de Buenos Aires, Carlos Grosso, firmó un decreto
impulsándolos. “El proyecto nació incluso antes que se declarara la
autonomía de la Ciudad. En general lo que he podido ver es que los
emblemas representan más lo material que lo simbólico: es decir,
las plazas o los edificios, más que los hechos históricos. Y lo que
lamento respecto a la creación de cada uno es que no hayan participado
más activamente las escuelas. Los chicos hubieran sido una fuente
inagotable de ideas”, opinó el historiador Eduardo Lazzari, uno de los
mayores especialistas en la historia de los barrios porteños.
Lazzari promueve la idea de que se reconozca también a los casi 50 barrios no formales, tan identificados por la gente como los formales. Por ejemplo Once,
Congreso, Las Cañitas, Abasto, La Imprenta, Bajo Flores, Belgrano R,
Palermo Viejo y tantos otros. “Estos barrios informales podrían tener
sin dudas sus propios emblemas. Tienen su propia identidad, quién puede
negarlo”, argumenta Lazzari. Así entonces el vals “Los cien barrios
porteños” tendría su razón de ser: “Cien barrios porteños, cien barrios
de amor, cien barrios metidos en mi corazón”, cantaba Alberto Castillo.
Por
el momento falta difusión para que los vecinos conozcan sus emblemas y
los tomen como propios. Algunas juntas históricas –hay unas 40 sólo en
la Ciudad– proponen que se los incluya en otros lugares, más allá de las
plazas y las esquinas representativas: por ejemplo hacer stickers para
pegarlos en los comercios, incluirlos en los periódicos barriales,
colocarlos junto a los escudos de las escuelas o imprimirlos incluso en
los impuestos de la Ciudad. También en centros de jubilados y centros
culturales. Lo cierto es que, pese a que algunos tienen mas de una
década de vida, son muy poco conocidos por los vecinos.
Fuente: clarin.com
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