En una conferencia en ArtFutura, el artista
británico presentó en Buenos Aires sus esculturas de luces en movimiento
que buscan traducir en una experiencia perceptible los secretos
revelados del universo que, de otra manera, sólo entenderían los
científicos.
Por
MARCELA MAZZEI
Cuando tenía seis años, un joven Paul Friedlander
vio el lanzamiento del Sputnik por televisión. “Fue el primer satélite,
y la primera noticia que comprendí completamente y me impactó”,
recuerda hoy el artista británico aquel episodio que transformó su vida.
Recuerda, incluso, el ruido de las ondas de radio que llegaban con
interferencias y la tapa de su primer libro de astronomía. En una visita
fugaz, llegó a Buenos Aires para presentar sus obras de arte lumínico y
cinético en una conferencia de ArtFutura,
el festival internacional de cultura y creatividad digital, donde
también hizo una demostración de sus luces voluminosas que adquieren
cuerpo girando sobre sí mismas; mientras que en la edición uruguaya del
evento montó una enorme instalación luminosa que conjuga sus pasiones:
la ciencia y el arte.
Hombre de su época, Friedlander abrazó con
pasión la era espacial en la que le tocó crecer. Fascinado, soñaba desde
niño con fabricar su propio aparato para viajar por el espacio. “Fue
una época muy especial, donde el optimismo respecto al futuro hacía
creer que para el año 2000 íbamos a estar viviendo todos en la Luna”,
admitió el artista que se graduó en física y matemática, y luego dedicó
su vida a darle forma visual y asequible por los sentidos a los millones
de datos duros que los cosmólogos y astrónomos descubren del universo.
“Es una forma particular de amor a la naturaleza”, dijo en diálogo con Ñ
Digital, después de la conferencia.
La cosmología, explicó, es la
disciplina que estudia todo el universo y hace preguntas como: ¿es el
espacio finito o infinito? “No hago mis propias investigaciones, soy un
artista, pero también soy un hombre de ciencia, y puedo interpretar los
datos, como las 25 mil galaxias que Michael Longo compartió conmigo, que
me permitió crear la instalación de Uruguay”. Lo que el desconocido
profesor de Física de la Universidad de Michigan descubrió fue que las
galaxias espirales prefieren girar en un mismo sentido. “Siempre me
fascinó la cosmología, el estudio del origen y la naturaleza global del
universo, y este descubrimiento tal vez es uno de los desarrollos más
importantes en este campo”, dijo sobre la materia prima de Cosmos Spinning.
En
un viaje de exploración a la capital inglesa, Friedlander descubrió
cuando aún era un estudiante el arte lumínico y cinético. Conoció la
obra de Nicholas Schaffer, que lo inspiraría al igual que László
Moholy-Nagy y Dan Flavin, entre otros. Y antes de convertirse en
artista, trabajó en el diseño de iluminación de conciertos de música de
vanguardia y puestas de teatro. La música lo seguiría acompañando en sus
presentaciones artísticas como una forma más de hacer perceptibles las
fuerzas energéticas del universo, que se comportan de forma caótica y
armónica a la vez, y “provocan una profunda paz espiritual” en los
espectadores. “Mi amor por el cosmos es lo que quiero expresar”,
confesó.
En 1993, recibió reconocimiento internacional: un premio
en una muestra de arte futurista en Canadá; en 1998 creó su primera gran
instalación sobre astronomía y cosmología, y ahora se encuentra
trabajando en un gran proyecto: la representación física a través de sus
maleables luces de colores de la magnetósfera de la Tierra. Una
animación que elaboró como maqueta permite tener una experiencia
perceptible de las tormentas magnéticas mientras los satélites las van
captando. Allí está él para leer todas las variables y magnitudes.
“Desde
que Copérnico explicó que la Tierra gira y por eso tenemos la noche y
el día, sabemos que todo en el cosmos gira”, explicó Friedlander, hacia
el final de su conferencia. Y describió la multitud de objetos del
universo que giran. La novedad, aseguró, es que si se mira la suficiente
cantidad de galaxias se advierte que no giran al azar sino con un
patrón: el universo tiene un eje, así como la Tierra tiene un eje con
polos norte y sur. “Hasta ahora no tenemos información suficiente para
saber dónde está el eje del universo, pero se puede saber que en el
hemisferio norte las galaxias giran en el sentido de las agujas del
reloj, mientras que en el sur la tendencia es a girar en contra del
sentido de las agujas del reloj. Este resultado es una sorpresa, algo
totalmente inesperado para la comunidad científica: no hay manera de
saber cuáles serían las consecuencias”.
-¿Por eso giran sus esculturas?
-El desafío ahora es encontrar evidencia científica para probar que el universo está girando. Las razones que yo tengo para sospechar esto son un poco técnicas, pero sucede que hace muchos años estoy creando instalaciones de luz que involucran movimientos giratorios, para mí hay una hermosa coincidencia entre el descubrimiento científico y mi arte.
-¿Por eso giran sus esculturas?
-El desafío ahora es encontrar evidencia científica para probar que el universo está girando. Las razones que yo tengo para sospechar esto son un poco técnicas, pero sucede que hace muchos años estoy creando instalaciones de luz que involucran movimientos giratorios, para mí hay una hermosa coincidencia entre el descubrimiento científico y mi arte.
-¿Todavía es optimista respecto al futuro?
-Es una palabra importante, el optimismo, para el presente; aunque la época sea muy diferente, con muchas dificultades. Pero no es bueno focalizar en las dificultades, sino en las posibilidades que presenta el futuro. En aquella época también teníamos dificultades, claro, desde la guerra fría al temor a las armas de destrucción masiva.
-Es una palabra importante, el optimismo, para el presente; aunque la época sea muy diferente, con muchas dificultades. Pero no es bueno focalizar en las dificultades, sino en las posibilidades que presenta el futuro. En aquella época también teníamos dificultades, claro, desde la guerra fría al temor a las armas de destrucción masiva.
Fuente: Revista Ñ Clarín
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