Con sutiles calados y sombras, en esta serie Natalia Revilla mira su propia historia entre Lima y Buenos Aires.
Por
Mercedes Pérez Bergliaffa
Lejos de aquí, aquí mismo” es el nombre de la serie de dibujos
de la artista peruana Natalia Revilla, expuestos actualmente en Pabellón
4 e íntimamente ligados a su historia vital. “Lejos de aquí, aquí
mismo” las cosas suceden, la vida comienza una vez más, nos dice
Revilla. “Lejos de aquí” representa la infancia de la artista, su
adolescencia en Lima. Un pasado que se hace presente ahora, momento en
que Revilla deviene péndulo y vive entre su país y la Argentina, con la
memoria instalada en el cuerpo, indiferente a la geografía. “Aquí mismo”
es, también, su ir y venir constante entre Lima y Buenos Aires. Los
viajes, el ritmo incierto, un movimiento: la lenta construcción del
paisaje interior en forma de dibujos y en torno al movimiento afectivo,
como una reflexión sobre un ayer que huye rápido, demasiado rápido. Huye
hasta convertirse en otra cosa: en “Otro sitio”, el título de la
exhibición de Revilla. Es, también, el territorio del deseo, del futuro.
Y del exilio. Lo saben todos los que alguna vez dejaron su lugar natal.
La
serie “Lejos de aquí, aquí mismo” reúne papeles leves, simples,
delicadamente recortados con trincheta, dibujados a puro filo de pequeño
y precario cuchillo. Revilla los recorta. Más que a las líneas que
definen las formas, pone atención a los planos que designan las sombras
de lo que observa: un árbol, un pájaro, un hombre. Masas de plenos que
corporizan un despliegue.
La mujer pequeña recorre el sendero,
inmersa en las profundidades del follaje. La composición, desarrollada
en espejo, es como un dibujo de los del test de Rorschach. Es un paisaje
húmedo y nostálgico, sobre el que sopla un viento desconocido.
Primavera precoz.
Sin título , 2012, calado sobre múltiples hojas de papel, 45 x 30 cm. |
En otro de los trabajos, una mujer camina y nos
da la espalda. Está sola. Prácticamente todos los personajes aquí
caminan solitarios. Se desplazan por un sendero que no tiene ruta.
Chasquidos: las ramas que pisan marcan el ritmo de sus destinos, la
intensidad de sus pasos.
En una obra hay arbustos, unos pastos,
entre los que un cuerpo descansa escondido. Puedo entrever sus pies en
las sombras. Y no sé si es una mujer-árbol derrumbada o, simplemente,
unos matorrales albergando a una persona.
Calar, dicen, es
agujerear una tela, un papel o cualquier otra materia en hojas, de forma
que resulte un dibujo parecido al del encaje. Revilla recorta encajes,
privilegiando las sombras, exigiendo a las líneas: dibuja recortando.
Estos
son dibujos calados, aunque enfocados técnicamente como dibujos.
Revilla busca establecer, a través de ellos, una analogía con la imagen.
La acción de dibujar está estrechamente ligada al significado de lo que
está dibujando.
Livianos, cortados a cuchillo o con láser, estos
dibujos son ellos pero también su desdoblamiento: la sombra. Después de
todo, ella ¿qué es? Eso que existe sin cuerpo, sin vida propia, sin
oído. Un rastro prudente. La parte del presente que se nos escapa.
Revilla básico
Lima, Perú, 1981. Artista plástica
Realizó diversas muestras colectivas en Perú y Argentina, entre
las que destacan: como “El Porvenir es el pasado que viene” (CC .
Ricardo Palma, Lima, 2012), “Outgraphy” (Galería Pabellón 4, Buenos
Aires, 2011) y “Atlas de Anatomías Comparadas” (Galería Vértice, Lima,
2007). Participó en ferias internacionales en Chile, Perú, Argentina,
Estados Unidos y España. Obtuvo diferentes premios y distinciones como
el Tercer puesto en el III Concurso de Arte Joven Miraflores.
Fuente: Revista Ñ Clarín
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