Es la del Cementerio Británico de Chacarita, diseñada en 1930 por el mismo arquitecto que trabajó en la estación Retiro.
La capilla del Cementerio Británico, muy en línea con las de la colectividad galesa que fueron levantadas en la Patagonia con la inmigración del siglo XIX. (Rubén Digilio)
Eduardo Parise
Entre 1865 y 1925 los galeses que se
instalaron en el valle del río Chubut construyeron 34 capillas
destinadas a los aspectos religiosos de la comunidad. Hoy sólo quedan 16
y es común verlas en lugares tradicionales como Gaiman o Dolavon, por
nombrar algunas. Claro que aquel fervor religioso no fue solo propiedad
de esos inmigrantes y de esa región de la Patagonia. Buenos Aires
también tiene capillas que se relacionan con las tradiciones
protestantes. Y un símbolo de eso puede ser la capilla del Cementerio
Británico, una construcción que, por el decreto 525 del 21 de abril de
2010, fue declarada Monumento Histórico Nacional.
Después de haber
estado en distintos lugares de la Ciudad –junto a la iglesia del
Socorro y luego bajo lo que hoy es la plaza 1° de Mayo–, el Cementerio
Británico fue ubicado en la zona de Chacarita, como parte de las 97
hectáreas del gran Cementerio del Oeste. El diseño, realizado en 1930,
estuvo a cargo del estudio encabezado por los arquitectos británicos
Eustace Lauriston Conder, Sidney George Follett y Frances Farmer,
aquellos que habían desarrollado y realizado la gran estación de Retiro,
inaugurada en 1915. Pero fue Follett quien en 1942 realizó la capilla.
Sidney
George Follett (Londres 1883-Buenos Aires 1968) había llegado a la
Argentina en 1911 luego de ser seleccionado entre 120 arquitectos para
participar justamente en el proyecto de la estación Retiro. Sus
antecedentes de joven brillante fueron decisivos. Así se incorporó al
estudio de Conder. Y con los años se convirtió en el arquitecto más
representativo de las construcciones de las empresas británicas en el
país. La clave maestra: la gran minuciosidad que ponía en sus obras.
Esa
minuciosidad está presente en la capilla ubicada a metros de la entrada
del Cementerio Británico, pórtico que también diseñó Follett. Realizada
en ladrillos colocados con una impecable precisión, la obra tiene un
cuerpo central compacto que muestra su robustez. Adentro, el techo
revestido con madera (creen que utilizó roble) es parte de la sobriedad,
sólo interrumpida por dieciséis sillas y dos bancos de vieja data,
igual que las puertas del frente y las laterales. El altar, de mármol,
tiene como única referencia un pequeño crucifijo de madera. Y en las
paredes laterales cuatro grandes ventanales y otros dos más pequeños
aportan luminosidad al lugar. Ese ambiente austero, tanto dentro como en
la parte exterior, es lo que le otorga su belleza, similar a la de
aquellas capillas galesas de la Patagonia.
Con entrada por la
avenida Elcano 4568, el Cementerio Británico tiene a la capilla diseñada
por Follett como un símbolo. Pero al margen de la importancia de esa
construcción, importa también destacar que el lugar es un sitio abierto
para que allí reposen los restos de personas de distintos credos. Y
entre ellas, algunas personalidades que dejaron su huella en el pasado
del país. En esa lista se puede mencionar al coronel Juan Bautista
Thorne, figura de distintas batallas, incluida la heroica gesta de 1845,
en la Vuelta de Obligado. También allí reposan los restos del famoso
clown Frank Brown y los de las maestras Sara Eccleston, Jennie Howard,
Minnie Amstrong de Ridley y Francis Bessler, aquellas docentes
estadounidenses que llegaron a la Argentina a fines del siglo XIX, a
instancias de Domingo Faustino Sarmiento.
Una mención especial
merece otra ciudadana ilustre, cuyos restos también están allí. Se trata
de Cecilia Grierson. Nacida en Buenos Aires el 22 de noviembre de 1859,
Grierson era hija de colonos de origen irlandés y escocés. En su
adolescencia trabajó como maestra rural. Sin embargo, su figura se
destaca porque en julio de 1889 se graduó como médica en la Universidad
de Buenos Aires. Fue la primera mujer de nuestro país en lograr ese
título y hasta participó en la fundación de la Asociación Médica
Argentina. Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
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