Por Eduardo Parise
La figura es la de José de San Martín, el Libertador de
Argentina, Chile y Perú. Pero allí no hay uniforme. Tampoco sable corvo o
brioso caballo en actitud rampante. Junto al prócer se ven apenas dos
nenas que miran con admiración y respeto a un anciano. El monumento se
titula El abuelo inmortal y es el único en la Ciudad que recuerda al gran héroe de la Historia al final de su vida y con ropas de civil.
Realizada
en bronce por el ingeniero y escultor Angel Eusebio Ibarra García (1892
-1972) la obra está, desde el 11 de diciembre de 1951, a metros del
cruce de la avenida Mariscal Castilla y la calle Alejandro Aguado, en el
barrio de Palermo. Y, para su lucimiento, fue colocada sobre un
pedestal de granito, donde también hay tres bajorrelieves que evocan
hechos de la vida del general: lo muestran “cultivando sus dalias“, “en
la ribera del Sena“ y “limpiando sus armas“.
Como recuerda la
historia, San Martín murió el 17 de agosto de 1850. Pero en sus últimos
años pudo disfrutar del afecto de sus dos nietas: María Mercedes (había
nacido en Buenos Aires en octubre de 1833 y murió en París a los 27
años, intoxicada por un medicamento mal recetado) y Josefina Dominga
(nacida el 14 de julio de 1836 en Grand Bourg, murió en Brunoy –ambas
ciudades francesas– el 15 de abril de 1924). Las dos eran hijas de
Mercedes (hija del prócer) y Mariano Balcarce, quienes se habían casado
en septiembre de 1832.
La historia cuenta que, en 1837, el
general disfrutaba con esas “dos nietecitas cuyas gracias no dejan de
contribuir a hacerme más llevaderos mis viejos días”. Y, según
recuerdan, su complicidad de abuelo hacía que olvidara la disciplina que
conoció su hija Merceditas, para que, alguna vez, las nenas hasta hayan
podido tener como parte de sus juegos las medallas que San Martín había
cosechado en su victoriosa y extensa campaña militar.
Los
investigadores que conocieron al escultor Ibarra García afirman que para
realizar la cara del general ya anciano, tomó la imagen de un viejo
daguerrotipo, aún conservado en el Museo Histórico Nacional. Pero dicen
que para las manos tuvo como modelo las de un amigo suyo, el músico
Pedro Ubertone. En cambio, la figura de las nenas están inspirada en las
imágenes de Susana de Tezanos Pintos y Lucía Arocena, dos chiquitas que
vivían cerca de su casa.
El entorno del monumento también es
acorde con la historia de José de San Martín. Muy cerca hay una serie de
figuras que recuerdan a personalidades que estuvieron entre quienes
ayudaron al Libertador. Así se ven las imágenes de Martín Miguel de
Güemes, Juan Martín de Pueyrredón, Gregorio de Las Heras, Antonio
Alvarez de Arenales, Bernardo O’Higgins y el mariscal Ramón Castilla. Y
el nombre de una de las calles recuerda al banquero español Alejandro
Aguado, amigo y protector de San Martín.
Al otro lado y frente a
la estatua, está la réplica de la casa que el general habitó entre 1834 y
1848 en Grand Bourg. Fue realizada por el arquitecto Julio Salas y la
inauguraron el 11 de agosto de 1946. El diseño es tres veces más grande
que la que ocupó San Martín en Francia. Es la sede del Instituto
Nacional Sanmartiniano y su construcción fue ordenada por Manuela
Stegmann, la viuda de José Pacífico Otero, el hombre que fundó la
institución el 5 de abril de 1933. Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
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