En una década, el museo que cambió el
paisaje cultural de Buenos Aires recibió más de tres millones de
visitantes y duplicó la colección original; la nueva apuesta es la
ampliación.
Quizás
el dato más revelador sobre la importancia del Museo de Arte
Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) es que parece haber estado
siempre ahí. Es necesario un esfuerzo de la memoria para reconstruir el
escenario artístico porteño de una década atrás sin el edificio de
Figueroa Alcorta y San Martín de Tours, sin su colección de arte
latinoamericano y argentino abierta al público, sin las muestras que
periódicamente traen el mundo a Buenos Aires, sin sus ciclos de cine y
sus encuentros con escritores, sin su tienda de diseño y su restaurante
de autor.
El Malba, que este mes cumple su primera década de vida,
desbordó los límites que por aquí se conocían para un museo de arte: hoy
es referencia para el público -incluso para aquel que podía sentirse
intimidado o poco inclinado a visitar museos-, parte central de la
oferta cultural porteña, un lugar deseado por los artistas y destacado
en el currículum de curadores y críticos, un paseo de fin de semana y,
sobre todo, un espacio que alejó la solemnidad del arte y subió la vara
de la calidad expositiva, de lo que tomaron nota todas las instituciones
preexistentes. De 2001 a hoy, una pasión privada se transformó -el
lugar común es inevitable y justo- en una pasión de multitudes.
En efecto, desde su fundación, Malba recibió más de tres
millones de visitantes, tiene un patrimonio que supera las 500 obras
-más del doble de las 228 fundacionales, pertenecientes al empresario
Eduardo Costantini-, organizó más de 120 exposiciones temporarias con
obras de 850 artistas, emplea a cien personas en su planta permanente y
editó unos 70 catálogos, relato ineludible de la historia del arte
contemporáneo regional y local.
"Malba es un espacio privado de exhibición pública; con
este perfil no había otros. Su apuesta siempre fue crear una colección
privada puesta a consideración de los especialistas", apunta a adn
Diana Wechsler, doctora en Historia del Arte y directora de la maestría
en Curaduría de la Untref. "La aparición de Malba fue un detonante bien
interesante para la escena artística argentina y porteña. Generó un
efecto altamente positivo en el resto de las instituciones porque puso
un estándar de calidad en los modos de exhibición, de presentar una
colección", dice.
En 2001, los espacios artísticos señalados entre los que
Malba iba a insertarse eran el Museo Nacional de Bellas Artes y el
Centro Cultural Recoleta, instalado ya como espacio de exhibición clave,
debido a los vaivenes que llevaron al Mamba a su cierre, por cinco
años, en 2005. En La Boca, la Fundación Proa, inaugurada en 1996, crecía
como un escenario cultural que hoy establece un contrapunto de
exhibiciones con el museo, con un modelo de gestión similar pero sin
colección propia.
"Malba nació casi sin competencia y encontró un nicho de
acción. Ésta es una ciudad culturalmente muy rica, que tenía una enorme
falencia con respecto a otros espacios de arte. El museo fue encontrando
su perfil a medida que el público también le fue dando uno", opina
Guillermo Kuitca, cuya muestra retrospectiva en Malba, en 2003, fue un
acontecimiento artístico de proporciones y, con 97.011 visitantes, ocupa
el cuarto lugar en las diez exposiciones más visitadas de la historia
del museo.
El propio edificio de Malba fue una señal de hacia adónde
apuntaba el proyecto de Costantini. Resistido en principio por algunos
vecinos de la zona, fue construido ad hoc para el museo, fruto
de un concurso internacional en el que participaron 450 propuestas de 45
países. Ganaron los jóvenes arquitectos cordobeses Gastón Atelman,
Martín Fourcade y Alfredo Tapia, que propusieron un edificio integrado
al entorno y con escala humana. Quizá por eso, por la luz generosa, los
ambientes amplios y la circulación sencilla y a la vista, los 6000
metros cuadrados de Malba -que costaron 20 millones de dólares- invitan a
quedarse.
Integrado al recorrido artístico porteño que empieza en
La Boca y termina en el Sívori, Malba es de origen y gestión privados,
pero intenta ampliar su acervo y mostrarlo; realiza acción social y
actividades culturales como podría o debería hacerlo cualquier museo
estatal. Ésa es una característica que se suele señalar en la gestión
del museo. "Malba cubrió el espacio privado y el oficial. Es difícil
darse cuenta de que en realidad es un museo privado, por su capacidad de
generar eventos, muestras y todo lo que hace alrededor", dice Kuitca.
Rápido de reflejos para sumar la iniciativa privada a la
gestión, el ministro de Cultura del gobierno porteño Hernán Lombardi se
encargó de que Malba fuera una parte integrada en el escenario cultural:
es la postal preferida para mostrar las multitudes que suele convocar
la Noche de los Museos, hito de la Milla Museos, sede del Bafici y del
Filba. "Malba es una contribución clave para el desarrollo cultural de
la ciudad, y ha tenido la virtud, para mí extraordinaria, de articular
sus acciones con las propuestas públicas de la ciudad. Eso para el
ciudadano es indistinguible y ha dado gran potencia a la oferta cultural
porteña. Nuestra relación con Malba es óptima", apunta Lombardi.
Menú artístico
El corazón de la propuesta de Malba está en su colección,
única en el país, de arte latinoamericano y argentino del siglo XX y
contemporáneo, que se muestra cada tanto con lecturas renovadas. Cada
año, el museo organiza además cuatro muestras temporarias -una de un
artista argentino, otra de un latinoamericano, otra de un norteamericano
o europeo y una que repite alguna de esas categorías-. La más
convocante en estos diez años fue la de Andy Warhol, en 2009 y 2010, que
atrajo a 196.022 visitantes, seguida por la de Antonio Berni y sus
contemporáneos, de 2005, con 110.681 visitantes, y con la colección de
Dadá y surrealismo de Vera y Arturo Schwarz, en 2004, con 98.120
personas. El menú de exhibiciones revela las intenciones diversas de
traer grandes nombres -Roy Lichtenstein, Hélio Oiticica, Frank Stella,
Xul Solar, Tarsila do Amaral- y reponer y rescatar a artistas argentinos
-Guttero, Yente y Lily Prati, Garabito, De la Vega, Grippo, Benedit-.
Además, las exhibiciones se prolongan en sus espacios abiertos e
internos, con puestas de curadores invitados o realizadas especialmente
para exponer en el museo.
"Malba es un lugar de encuentro para los artistas, que
son seres aislados por naturaleza. Ahí uno siempre encuentra a alguien",
sintetiza Marta Minujín, cuya retrospectiva de 2010 y 2011 convocó a
90.780 personas, "el 40% extranjeros", acota ella. Para Minujín, hay
algo del espíritu del Di Tella en el museo. "En el Di Tella todos los
días pasaban cosas, por eso había públicos distintos. Para que un lugar
tenga habitués, tiene que haber propuestas en todos los campos
de interés. Malba no tiene la velocidad del Di Tella, pero es el lugar
en el que eso sucede con más frecuencia", agrega.
Para Kuitca, "Malba colocó la calidad de las exposiciones
muy arriba. Hay muestras que se toleran en otros espacios y no se
tolerarían allí. Todos sabemos el nivel de exigencia. Además, no es un
museo exclusivamente local y eso es fundamental", dice.
Coincide con él Leo Battistelli, un artista rosarino que
expuso en Malba en 2003. "Como artista puedo decir que Malba me ayudó a
crecer, aprendí mucho. Siempre fue un museo con propuestas excelentes,
pero además tiene un cuidado intensivo por los artistas que pasan por
sus salas. Es uno de los pocos museos de América latina que muestra las
artes generosamente", afirma desde Río de Janeiro, donde vive.
Otros artistas remarcan un dato no menor en el escenario
local. "Malba es un lugar central porque alberga obra contemporánea, con
una propuesta abarcativa. Pero además, compra obra", señala Elba
Bairon, cuyos trabajos integran la colección del museo, adquiridos en la
edición 2011 de arteBA. En 2004, Malba inició un Programa de
Adquisiciones, motorizado por la activa Asociación Amigos de Malba, que
también alimentan otros donantes privados. Para el aniversario, una
acción de recaudación de fondos puntual está a punto de alcanzar los
100.000 dólares para comprar obras.
Alrededor del arte, además, Malba estableció una menos
promocionada pero muy activa red de acción social y cultural: visitas
para escuelas y propuestas para familias, recorridos para adultos
mayores y personas con discapacidad, programas que llevan el patrimonio
del museo a comedores e instituciones comunitarias. Su auditorio es sala
de proyecciones privilegiada del circuito alternativo: por allí pasaron
en estos años más de 450.000 espectadores y se estrenaron 20 films
argentinos.
Y más de 75.000 visitantes eligieron actividades del
programa de literatura, que convocó a José Saramago, David Lodge, Hanif
Kureishi, Mario Vargas Llosa, Juan José Saer, Paul Auster, entre otros,
ocasiones en las que el público desbordó la sala y ocupó las escalinatas
internas.
El museo que viene
¿Qué hay en el futuro de Malba, hasta donde alcanza la
vista? Para empezar, concretar el proyecto de ampliación, que sumaría
3500 metros cuadrados por debajo de la plaza República del Perú, que
aguarda tratamiento y aprobación en la Legislatura porteña. También, la
voluntad de que las obras de la colección circulen en el exterior -un
acuerdo con el Museo de Bellas Artes de Houston llevará obras de la
colección allí por primera vez en 2012- y en museos del interior del
país. "La institución creció tanto que parece haber rebalsado sus
propios límites. Malba es muchos museos en uno, ésa es la suerte y el
karma en el buen sentido que tiene", señala Kuitca.
Más allá de los números masivos, o las explicaciones de
gestión o curatoriales, probablemente parte del secreto del éxito de
Malba está en esa intimidad que facilita entre el artista y el público.
Que lo diga Kuitca: "Para mí, que no había hallado un modo de
reencontrarme con Buenos Aires, exponer en Malba fue como haber
encontrado el modo de volver a casa. Mucho público me descubrió, pero yo
descubrí al público".
VOCACIÓN DE SERVICIO
VOCACIÓN DE SERVICIO
El empresario que impulsó grandes proyectos inmobiliarios siempre supo que Malba no era una nueva casa sólo para las obras que había reunido durante décadas de compra sistemática e informada. "Si bien se fundó para alojar la colección permanente, pretendió ser casi más que un museo, no diría un centro cultural, sino un espacio con una identidad particular, donde distintos programas hiciesen sinergia y pudieran llegar a un público diverso", sintetiza. Quizá por eso, para el empresario, el corazón del museo está tanto en sus obras como en el auditorio. "Es un espacio clave, un instrumento valioso y necesario para que las actividades se potencien", dice. Escuchándolo, queda claro que poco de lo que hoy es Malba se debe al azar o la improvisación.
Costantini tiene una oficina en el museo. La Fundación
Costantini cubre el costo operativo de Malba en un 60%, es decir, aporta
más de 12 millones de pesos. "Las restricciones presupuestarias son una
variable enorme, por el aumento que han tenido las exposiciones, los
costos operativos del museo y los valores del arte contemporáneo. Hoy
Malba tiene un déficit de tres millones de dólares por año", dice.
Su prioridad, una asignatura pendiente, es que el
gobierno porteño apruebe el proyecto de ampliación del edificio. Hay un
anteproyecto de ley en la Legislatura porteña. "Confiamos en que este
año el tema entre en la agenda legislativa. Queremos atraer la atención
de los legisladores, que visiten el museo y que podamos ilustrarlos
sobre las actividades sociales que hacemos", describe. El proyecto
incluye unos 3500 metros cuadrados por debajo de la plaza República del
Perú, lindante con el museo, una sala de mil metros cuadrados modulable,
un taller para chicos, dos auditorios y una plaza de esculturas
techada, de unos 500 metros cuadrados.
Sus otros planes son menos visibles pero de igual impacto. "Es necesario consolidar un board
y diversificar la financiación de Malba, para garantizar su
sustentabilidad a través del tiempo, no sólo desde el punto de vista
financiero sino también de la custodia de su misión", describe.
Costantini suele lamentar en público y en privado que en la Argentina la
ley vigente obligue a donar el 80% de los bienes a los herederos y sólo
permita usar un 20% de la fortuna propia para fines sociales o
culturales.
-¿Sigue pensando que el sector privado debería involucrarse más en proyectos culturales?
-Nos falta mucho, a los privados y a los gobiernos. El
gobierno no lo incentiva y ha desconfiado históricamente del sector
privado, con una visión fiscalista por razones de necesidad
presupuestaria. Además, muchas instituciones culturales o sociales se
manejan muy personalmente; es difícil encontrar a quien tenga vocación
de servicio y respete los derechos de la institución.
MALBA EN NÚMEROS
3.2 millones de personas visitaron el museo desde su fundación
500 obras integran su patrimonio; más del doble de la colección fundacional
850 artistas expusieron en Malba
120 exposiciones de arte argentino, latinoamericano e internacional se realizaron en el museo
70 catálogos se editaron
(Las cifras son aproximadas)
EXPOSICIONES MÁS VISITADAS
1. Warhol
Andy Warhol. Mr America (2009-2010) Curador invitado: Philip Larratt-Smith - 196.022 visitantes
2. Berni
Antonio Berni y sus contemporáneos. Correlatos (2005) Curadora invitada: Adriana Lauría - 110.681 visitantes
3. Surrealismo
Soñando con los ojos abiertos. Dadá y surrealismo en la colección de Vera y Arturo Schwarz, Museo de Israel, Jerusalén (2004) - 98.120 visitantes
4. Kuitca
Guillermo Kuitca. Obras 1982-2002 (2003) Exposición organizada con el Mncars-Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía - 97.011 visitantes
5. Minujín
Marta Minujín. Obras 1959-1989 (2010-2011) Curadora invitada: Victoria Noorthoorn - 90.780 visitantes
10 DÍAS PARA CELEBRAR 10 AÑOS
Malba celebra su primera década con un programa especial de exposiciones y actividades gratuitas, del miércoles 21 al viernes 30 de septiembre
Exposiciones
Carlos Cruz-Diez: El color en el espacio y en el tiempo
(del 21 de septiembre al 5 de marzo de 2012). Una retrospectiva con más
de 120 obras del artista cinético franco-venezolano. Curadora invitada:
Mari Carmen Ramírez
Arte latinoamericano 1900-2010 (del 21 de
septiembre al 6 de febrero 2012). Un recorrido por el arte
latinoamericano del siglo XX, a partir de las obras emblemáticas del
patrimonio de Malba y de 14 piezas claves cedidas en comodato por el
Museo de Bellas Artes de Houston.
Malba. Diez años (del 21 de septiembre al 21 de
noviembre). Permite recorrer en imágenes y relatos los diez años de
Malba, su producción y aportes a la cultura local, regional e
internacional, a través de diferentes soportes. Incluye un espacio
dedicado a las redes sociales, desarrollado a partir de la comunidad
creada en Facebook y Twitter, que envió sus fotos (como la que aquí
reproducimos)tomadas en el museo para ser parte de los festejos.
Seminario internacional
"Arte latinoamericano: diez años de cambios, perspectivas
y proyecciones." Miércoles 21, jueves 22 y viernes 23 de septiembre, en
el auditorio. Entrada gratuita. Cupo limitado con inscripción previa en
www.malba.org.ar
Participan: Mari Carmen Ramírez, Hans-Michael Herzog, Natalia Majluf,
Luis Enrique Pérez-Oramas, Marcelo Mattos Araújo, Rodrigo Moura, Adriana
Rosenberg y Marcelo E. Pacheco, entre otros.
Explanada
Homenagem , de Nushi Muntaabski, con la
colaboración de Cristina Schiavi. Desde el 21 de septiembre, nueva plaza
seca inspirada en el proyecto paisajístico del artista brasileño
Roberto Burle Marx para la plaza República del Perú.
Educación
Kermesse Malba . Domingo 25 de septiembre, de 15 a 18. Propuestas recreativas para compartir en familia.
Cine y literatura
Ver agenda (pág. 26)
Lanzamientos:
Malba sube su colección on line . El patrimonio completo del museo estará accesible en la página web del museo: www.malba.org.ar/web/lacoleccion.php
Libro Malba. Diez años
Memoria fotográfica de la primera década del museo.
Guía de la colección permanente. En español, portugués e inglés.
Fuente: lanacion.com
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