Dos muestras simultáneas en el museo de la Universidad Tres de Febrero sobre quien fue el mayor artista uruguayo, creador de un estilo de avanzada y latinoamericano.
Dos muestras simultáneas de Joaquín Torres García que llegan al
alma y al cuerpo. Eso es lo que propone “Torres García, Utopía y
tradición”, en el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero
(MUNTREF).
Queda muy claro: Joaquín Torres García (Montevideo,
1874-1949) tuvo una vida a puro viaje y arte. A los 17, emigró a
Cataluña, donde tuvo un papel fundamental en la vida artística,
metiéndose en el movimiento noucentista catalán (que retornó al
clasicismo recuperando la tradición mediterránea). En 1917, fue a Nueva
York, y quedó fascinado con la city. Luego vendrían Italia y París,
siempre en contacto con las vanguardias. A fines de 1932, viajó con su
familia a Madrid y terminó sus textos teóricos sobre el arte
constructivo.
Ya de vuelta en Montevideo, creó la Escuela del
Sur, donde desplegó el arte constructivo, que buscó diferenciarse de los
ismos eurocentristas de las vanguardias del norte, retomando la
cosmología prehispánica como fundamento filosófico de su simbolismo.
“La
ciudad y los signos”, con curaduría de Gabriel Peluffo Linari, reúne
medio centenar de obras del artista uruguayo, y Norte en el Sur. “El
legado de Joaquín Torres García”, con curaduría de Laura Malosetti
Costa, incluye trabajos de los artistas que pasaron por la Escuela del
Sur. Salen por primera vez de Uruguay para hacer pie en nuestras pampas
los libros que se exhiben en las vitrinas. En ellos, el artista
desarrolló su teoría constructiva, al tiempo que diseñó tapas,
tipografía e ilustraciones.
Las pinturas, dibujos, tintas y
acuarelas de Torres García permiten descubrir que ya en sus inicios está
presente la propuesta constructiva: en las pinturas de las ciudades que
amó, como Nueva York, aparece la imagen fragmentada, como si todo se
moviera a ritmo vertiginoso. Además, ubica los elementos en un mismo
plano, y trabaja ya sobre las bases del universalismo constructivo, con
los principios de proporción y unidad: un sello del artista. Son
trabajos lineales y de una figuración esquemática, con su característica
paleta bien acotada: a veces terrosa, a veces de colores primarios.
Torres
García elaboró un sistema estético filosófico: el universalismo
constructivo. “Denominó arte constructivo (1930-1949), a un modo de
producción simbólica que partiendo de ciertas condiciones de espacio y
de tiempo contemporáneas, pretendió volver a encontrarse con el saber
oculto de las grandes tradiciones culturales de la humanidad. En ese
proceso, la ciudad como laboratorio del sentido ocupó el lugar central
de su experiencia estética y de su elaboración conceptual”, escribe en
el catálogo Linari.
La forma más intensa de entender el
pensamiento del artista es a través de sus propias reflexiones. Decía:
“Una imagen esquemática, que sea la idea gráfica de una cosa, será, para
nosotros, un documento precioso”.
Cuando vaya a la muestra no
deje de ver “Hombre universal” (tinta, 1938), una obra que condensa sus
intereses. Reúne símbolos de la tradición cristiana (como el pez),
representaciones de máscaras de la cultura precolombina, runas, pasando
por elementos de la arquitectura clásica hasta otros de la cultura
contemporánea, como una mágica escalera que une cielo y tierra.
Agenda
Dónde: Valentín Gómez 4838, Caseros.
Cuándo: martes a domingo, 11 a 20 hs.
Hasta: 31 de julio.
Fuente: Revista Ñ Clarín
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