Los terroristas pasaron por la ancestral ciudadela siria como una guadaña.
Un grupo de periodistas pudo entrar y ver el horror. Te mostramos cómo quedó.
Los terroristas del
ISIS pasaron por Palmira como una guadaña,
derribando capiteles, columnas y dinteles, destruyendo estatuas en el museo y
colocando bombas en esta ciudad siria
conocida como la perla del desierto.En
la entrada del templo de Bel, el monumento más bello de la localidad, los
terroristas escribieron con pintura negra: "Estado Islámico. Entrada
prohibida a los civiles y a los hermanos" (es decir a los combatientes).El
recinto y los patios del templo no sufrieron destrozos, pero la cella (la parte
interior) ya no es más que un
amasijo de cascotes, con la excepción de la puerta monumental.
El ISIS la hizo saltar por los aires en agosto de 2015.
La ciudad moderna de Palmira y su ancestral ciudadela al fondo, destruidas por el ISIS. /AFP
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Restos del templo de Baalshmin, destruidos por el ISIS./ AFP
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El Museo Nacional
parece el museo de los horrores. Los terroristas lo transformaron en
tribunal religioso.
Las estatuas típicas del arte de Palmira, como los bustos de mujeres de ojos saltones yacen en el suelo, los retratos están mutilados y las escenas de banquetes funerarios con las caras de los invitados mirando hacia el espectador están rotas y martilladas.
Las estatuas típicas del arte de Palmira, como los bustos de mujeres de ojos saltones yacen en el suelo, los retratos están mutilados y las escenas de banquetes funerarios con las caras de los invitados mirando hacia el espectador están rotas y martilladas.
Restos del templo de Baalshmin, destruido por el ISIS. / AFP
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"Los expertos
estiman que el 30% de la ciudad antigua de Palmira fue destruido", afirmó
Talal Barazi, gobernador de la provincia de Homs, donde se encuentra Palmira."He
visto las pruebas del oscurantismo del ISIS. Los daños causados a las
antigüedades serán testigos de sus salvajadas", explica."Me
alegra que las piezas más bellas del museo se hayan podido evacuar antes de su
llegada", añadió refiriéndose a las 400 de valor inestimable trasladadas a Damasco,
bajo control del régimen.La
ciudad también tiene cicatrices de la guerra librada entre las fuerzas
prorrégimen, ayudadas por Rusia, y los terroristas.
Los hoteles cercanos a
los museos se han quedado sin vitrinas y los colchones cuelgan
en el vacío. El
ISIS convirtió una iglesia en un centro de reclutamiento y el palacio de
justicia en prisión.En
el sótano, en una puerta se lee "centro de
interrogatorio". El suelo de una gran sala está lleno de
colchones. En los muros los prisioneros escribieron sus nombres y mensajes a
sus novias, esposas o familiares, como un gran corazón con el de
"Farah"."Era
empleado municipal y pasé 14 días en esta celda. Las personas que me
interrogaban eran saudíes, iraquíes y tunecinos. Me hacían preguntas con un
sable en la garganta", explica Abu Mahmud, actualmente un miliciano
prorrégimen."Tuve suerte, pero tengo amigos funcionarios que
fueron ejecutados, y sus cuerpos tirados al desierto y devorados por los
perros".Las calzadas de las
calles están reventadas por la explosión de minas.Palmira
se salvó por poco. El ISIS había colocado 4.500 artefactos explosivos de
fabricación casera en casi toda la ciudad, conectados con una central
telefónica. Uno de los nuestros se disfrazó de terrorista y mató al encargado
de activarlos", explica Abú Mamud. El gobernador confirma esta versión de
los hechos.Cada
media hora se escucha una explosión. "Es la unidad de ingeniería del
ejército sirio, que espera a los desminadores rusos que llegarán en unos
días", afirma Barazi.
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