Fue uno de los referentes del arte óptico de la Argentina y de Latinoamérica.
Lo velan hoy en la Legislatura.
Colores. Las figuras geométricas y la luz fueron protagonistas de la obra del artista plástico y escultor. / LEO VACA |
Vestido de colores, sonriendo, como jugando: así se vio siempre a Rogelio Polesello. Quizás por esa vitalidad, la incredulidad atravesó ayer las redes sociales cuando corrió la noticia: había muerto el creador, el exponente del arte óptico, el hombre que diseñó la pintura de un Audi para un coleccionista de autos, que hizo un mural para el subte y un monumento por la batalla de la Vuelta de Obligado, el que esculpió para el Comité Olímpico, el que tiene obras en el Museo de Bellas Artes pero también en el Malba, en Caracas, en Miami, en México y en el Guggenheim de Nueva York.
A fin de mes iba a cumplir 75 años. En 2013 lo operaron de un aneurisma en la aorta; en diciembre tuvo una complicación y ayer murió de un infarto.
A fin de mes iba a cumplir 75 años. En 2013 lo operaron de un aneurisma en la aorta; en diciembre tuvo una complicación y ayer murió de un infarto.
Polesello hacía arte con la luz. Y empezó de chico. El lo contó así: “Cuando chico, jugaba con un vidrio que me ponía en un ojo y así exploraba. Cuando empecé a pintar hacía monocromías buscando el oficio y me encontré un día sentado en casa pensando qué quería pintar; de pronto el sol atravesó la ventana y se deshizo en una de mis esculturas de acrílico, esos monóculos estridentes que conservaron mi infancia, y se expandió por todo el espacio ese mandato iridiscente y terminó la ceguera: aquí está, dije, agarré el soplete y junté el sol en el plano”. A través de vidrios había mirado los dibujos de su mamá: el efecto de la luz –decía– los convertía en caleidoscopios. Su arte sería eso: jugar con la luz y sus efectos.
Desde muy joven trabajó en publicidad. En ese mundo conoció nuevos materiales, como el acrílico, que le serviría para generar efectos ópticos: “Incorporé la trama de los lentes de aumento a las piezas de acrílico”, explicaría tiempo después. En la agencia publicitaria conoció, también, el mundo del consumo.
A la vez, estudiaba arte en la Escuela Prilidiano Pueyrredón. Tenía 20 años en los 60, cuando la idea de deformar la realidad y la psicodelia flotaban en el aire.
En 1959 expuso por primera vez; en 1965 participó en la Bienal de San Pablo y en el 69 exponía en el Instituto Di Tella, donde pasaba todo en esa época.
A la vez, estudiaba arte en la Escuela Prilidiano Pueyrredón. Tenía 20 años en los 60, cuando la idea de deformar la realidad y la psicodelia flotaban en el aire.
En 1959 expuso por primera vez; en 1965 participó en la Bienal de San Pablo y en el 69 exponía en el Instituto Di Tella, donde pasaba todo en esa época.
Polesello descomponía la geometría a su gusto, incluso en los paneles de acrílico en los que “cavaba” lupas. Quien se haya cruzado con alguno de sus grandes plásticos, se habrá rendido ante la tentación de jugar: a verse deformado, a dejarse atravesar por un funcionamiento nuevo de los ojos y de todos los sentidos, a mirar de una forma nueva.
La luz, el movimiento, como materia prima del arte. Ahora estaba trabajando en una retrospectiva importante que se haría en el Malba en junio del año que viene. “Tengo ganas de abrir la pared de la sala para que la exhibición se pueda ver a través de las esculturas de acrílico”, contó hace poco.
Para él, la obra no aparecía de un chispazo: “Como artista hay que tener muy claro lo que uno quiere hacer, la tecnología es sólo un apoyo, es la mente creadora la que dirige a la mano”. Hay que mirar la calle, dijo entonces, el arte de la calle.
Para él, la obra no aparecía de un chispazo: “Como artista hay que tener muy claro lo que uno quiere hacer, la tecnología es sólo un apoyo, es la mente creadora la que dirige a la mano”. Hay que mirar la calle, dijo entonces, el arte de la calle.
Atento al presente, como quienes construyen el futuro, Polesello murió como vivió: lleno de proyectos.
Desde hoy a las 8 y hasta mañana, lo velan en la Legislatura.
Fuente: clarin.com
Desde hoy a las 8 y hasta mañana, lo velan en la Legislatura.
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