El Obelisco Al principio fue mal recibido y votaron demolerlo. Sobrevivió y hoy es indiscutido.
EL OBELISCO. EL MÁXIMO SÍMBOLO PORTEÑO
EL OBELISCO. EL MAXIMO SIMBOLO PORTEÑO
El Obelisco por dentro
Por Nora Sánchez
Los diarios de la época lo llamaron “armatoste sin sentido” y “bodrio en perspectiva”. Inaugurado en 1936, el Obelisco fue tan mal recibido que, tres años más tarde, casi lo demuelen . Pero sobrevivió y fue adoptado por los porteños como su símbolo. Y el lunes cumple 75 años .
Antes de 1936, donde hoy confluyen las avenidas Corrientes, 9 de Julio y Roque Saenz Peña estaba la iglesia San Nicolás de Bari. Allí se izó por primera vez la bandera nacional en la Ciudad, el 23 de agosto de 1812, un hecho que se recuerda con una inscripción en una de las caras del Obelisco. En las otras tres se conmemoran la primera fundación de la Ciudad por Pedro de Mendoza, la segunda por Juan de Garay y la federalización de Buenos Aires en 1880.
En los años 30, Buenos Aires sufrió una gran transformación . Se abrieron las diagonales Norte y Sur, cuyas obras terminaron recién en 1943 y, además, se ensanchó la calle Corrientes. También se comenzó a construir la avenida 9 de Julio. El Obelisco fue planeado, para convertirse en el centro de este núcleo de avenidas. Tan simple como enigmático, es una estructura hueca de 67,5 metros y 170 toneladas coronada por un pararrayos. Llegar a la punta, donde hay una habitación de tres por tres con cuatro ventanas, no es fácil. Hay que subir los 206 peldaños de hierro de una escalera recta y sin baranda, con sólo siete descansos. Hacerlo toma unos 15 minutos.
El monumento fue diseñado por el arquitecto tucumano Alberto Prebisch y costó 200.000 pesos moneda nacional. La obra estuvo a cargo de la empresa alemana G.E.O.P.E.-Siemens Bauunion-Grün & Bilfinger y se hizo en tiempo récord. El Obelisco fue levantado en 31 días por 157 obreros, que usaron 680 m3 de cemento y 1.300 metros de piedra calcárea de Córdoba. Tuvieron que sortear los túneles del subte y hasta una vieja usina subterránea. Y el Obelisco tuvo su mártir: el obrero italiano José Cosentino cayó en una de las bóvedas del cimiento y murió.
El monumento fue inaugurado el 23 de mayo de 1936, ante la presencia del presidente Agustín P. Justo. Entonces, el intendente Mariano de Vedia y Mitre dijo: “Dentro de las líneas clásicas en que se erige, es como una materialización del alma de Buenos Aires”.
Pero no todo el mundo presintió su destino de postal porteña, y mucha gente defenestró a ese “feo punzón”, como lo llamaron. Un verso popular decía: “En el medio de la calle/ hay una mole parada/ la llaman el Obelisco/ y no sirve para nada”. Prebisch, su creador, prefirió definirlo como “una obra abstracta, pura y simple, que nada simboliza”. Sólo Baldomero Fernández Moreno le encontró poesía: “Dónde tenía la ciudad guardada/ esta espada de plata refulgente/ desenvainada repentinamente/ y a los cielos azules asestada”, escribió.
El Obelisco fue tan mal recibido que, en 1939, el Concejo Deliberante aprobó una ley para demolerlo por 23 votos contra tres. Los concejales argumentaron motivos “económicos, estéticos y de seguridad pública”. Una de las preocupaciones era que los paneles de piedra se desprendían. El oportuno veto del intendente Arturo Goyeneche, que alegó que el Obelisco estaba en jurisdicción nacional, lo salvó. Y las placas de piedra fueron reemplazadas por revoque de cemento que, más adelante, fue pintado con 620 litros de látex.
La enorme aguja también sobrevivió a la premonición de un tal Jorge Osvaldo Delio Krasnoff, que afirmó en un escrito que hizo llegar a Clarín: “El Obelisco desaparecerá el día domingo 12 de marzo de 1978”. Hubo un gran revuelo mediático. Nadie sabe qué pasó con Krasnoff, pero el Obelisco siguió en su lugar. El único cambio importante que sufrió en los últimas años fue en 1987, cuando le pusieron rejas para evitar actos de vandalismo, como las frecuentes pintadas en aerosol que sufría.
Con los años, los porteños lo aceptaron como propio y aprendieron a quererlo, convirtiéndolo en el punto de encuentro natural para ir a festejar un triunfo electoral o una victoria en un campeonato de fútbol. Hoy, el Obelisco es el logotipo no oficial de la Ciudad. Y ya nadie lo discute.
Mil formas a través del tiempo
BANDERAS. LAS DE ARGENTINA Y ALEMANIA, NACIONES HERMANAS, EN 2007.
El 8 de julio de 1939, un joven de 24 años trepó hasta la cima y puso una bandera argentina.
En 1943, equilibristas alemanes caminaron sobre un alambre entre el Obelisco y un edificio de Carlos Pellegrini.
En 1964, Marta Minujín lo recubrió con helado desde la base hasta los tres metros. Y en 1979 hizo un Obelisco de pan dulce.
En 1968, lo escalaron dos alpinistas para el programa de televisión “La campana de cristal”.
En 1973, fue transformado en el árbol de Navidad más alto del mundo por iniciativa de José López Rega.
En 1975, en la base le pusieron un anillo giratorio que decía “El silencio es salud” y “Mantenga limpia la ciudad”.
En 1989, los integrantes de la Organización Negra se descolgaron con arneses y sogas para representar la performance aérea “La Tirolesa Obelisco”.
En 1998, activistas de Greenpeace le pusieron un cartel que decía “Salven al clima”. Y el 30 de septiembre de 2008, se colgaron y desplegaron un cartel que decía: “Buenos Aires, primero en contaminación: Basura Cero ya”.
El 1° de diciembre de 2005, día de la lucha contra el sida, le pusieron un preservativo rosa.
El 16 de septiembre de 2006, lo vistieron de lápiz para conmemorar La Noche de los Lápices.
El 20 de septiembre de 2007, lo cubrieron con las banderas argentina y alemana, para celebrar los 150 años de relaciones amistosas entre ambos países.
Fiesta con tango y baile
Pocos lo saben, pero el Obelisco tiene dirección postal: Corrientes 1066. Ese es el punto de encuentro para el festejo de su 75° aniversario, el lunes a las 15, organizado por el Gobierno porteño. Por iniciativa de la Secretaría de Inclusión y Derechos Humanos, y ante la presencia de familiares del arquitecto Alberto Prebisch, repondrán cuatro placas en la Plaza de la República. Una recuerda a Prebisch, dos al día en que se izó por primera vez la bandera nacional, y la cuarta reproduce el poema que le dedicó al monumento Baldomero Fernández Moreno. Además, habrá una recreación de la música de hace 75 años organizada por el Ministerio de Cultura porteño. Raúl Lavié cantará el tango “Nostalgias”, estrenado en 1936. Y los campeones de Baile de la Ciudad bailarán tangos, valses y milongas también de ese año. Mientras, el Ministerio de Espacio Público lanzará obras de reacondicionamiento de la pintura y exteriores del Obelisco.
Fuente: clarin.com