Cuando el mercado del arte mueve sumas espectaculares y un veredicto puede hacer o destruir una fortuna, el miedo a los juicios disuade a los expertos de autenticar obras de arte.
Por Patricia Cohen - The New York Times
La celebrada libertad de expresión del arte tal vez deje de extenderse a las opiniones de los expertos en materia de autenticidad. En momentos en que el mercado del arte mueve sumas espectaculares y el veredicto de un experto puede hacer o destruir una fortuna, varios casos legales destacados han llevado a los eruditos a autocensurarse por temor a verse envueltos en juicios.
La Fundación andy Warhol para las artes Visuales, la Fundación roy Lichtenstein y el Museo Noguchi, todos en Nueva York, han dejado de autentificar obras para evitar litigios. en enero, el instituto de arte Courauld en Londres mencionó "la posibilidad de acciones legales" cuando canceló un foro sobre una controvertida serie integrada por alrededor de 600 dibujos atribuidos a Francis bacon. Y los principales expertos en Degas evitaron decir si 74 yesos atribuidos al artista constituyen un nuevo hallazgo estupendo o un engaño.
La ansiedad ha llegado incluso al catálogo razonado, el compendio académico definitivo de la obra de un artista.
Las casas de subastas a veces se niegan a manejar obras no catalogadas.
A raíz de esto, autores de catálogos razonados han sido objeto de juicios, sin hablar de sobornos y hasta amenazas de muerte. No obstante, en tanto la suba sorprendente en los precios del arte transformó el análisis del costobeneficio de los juicios, el fraude se volvió más rentable, dijo Nancy Mowll Mathews, presidenta de la Catalogue raisonné scholars association.
Hay quienes advierten que la renuencia cada vez mayor a declarar públicamente la autenticidad podría mantener falsificaciones y obras mal atribuidas en circulación no reconociendo a la vez obras recientemente descubiertas.
Se generó un debate ético puntual: en caso de detectar una obra sospechosa ¿es mejor hablar o callar como recomiendan los abogados? en 2005, después de ver que otras organizaciones afrontaban juicios, la fundación Lichtenstein compró un seguro sobre responsabilidad de terceros por us$ 5 millones y volvió más riguroso y transparente su proceso de autenticación, dijo su director ejecutivo Jack Cowart. Posteriormente, en 2011, la fundación Warhol reveló que había gastado us$ 7 millones defendiéndose en un juicio que involucraba una serigrafía que había rechazado para el catálogo razonado. Cuando Cowart llamó a su aseguradora para averiguar si la fundación Lichtenstein estaba protegida en caso de enfrentar un juicio similar, el agente le dijo que era imposible predecirlo. "Fue un momento muy esclarecedor", dijo Cowart.
Los miembros del directorio establecieron que los beneficios de autenticar no compensaban el riesgo de ser demandados. "¿Por qué ponerse frente a un auto que acelera?" dijo Cowart. "No es función de la Fundación Roy Lichtenstein" autenticar obras de arte.
Esa visión perturba a Jack Flam, presidente de la Fundación Dedalus, con sede en Nueva York, que está editando el catálogo razonado de Robert Motherwell y el año pasado fue demandada por cambiar de opinión respecto de la autenticidad de una pintura. "Si los expertos dejan de hablar, vamos a ver surgir más falsificaciones", dijo.
Cowart dijo que, de todos modos, los dictámenes del comité de autenticación no estaban retirando las falsificaciones del mercado.
Sharon Flescher, directora ejecutiva de la International Foundation for Art Research, duda que el número de juicios haya aumentado, pero admitió que esa percepción está teniendo un "efecto de enfriamiento". Son pocos los demandantes que ganan, pero aun así los expertos se sienten amedrentados por el tiempo y el gasto legal que implica. Por eso la College Art Association comenzó a ofrecer recientemente un seguro sobre responsabilidad de terceros accesible a sus miembros para autenticar obras de arte, señaló.
Peter R. Stern, un abogado de Nueva York especializado en arte, les dice a sus clientes que nunca arriesguen una opinión a menos que se la pidan formalmente los propietarios, y aun en ese caso deben asegurarse de que los propietarios firmen un descargo prometiendo no hacer ninguna demanda.
"La erudición artística está librando una batalla contra el comercio que lleva las de perder", dijo.
Los temores de ser demandado pueden traer aparejados cambios en la naturaleza de los catálogos razonados, dijo Flescher. Mencionó las decisiones recientes de las fundaciones Calder y Lichtenstein y el Museo Noguchi de suprimir sus iniciativas de catálogos online y calificarlas de "trabajos en curso".
Shaina D. Larrivee, a cargo de la gestión del catálogo razonado de Isamu Noguchi, dijo "lo que estamos presentando es una combinación de investigación concluida e investigación pendiente". Y agregó "Tenemos muy en claro que la `investigación pendiente’ no garantiza la inclusión en el catálogo razonado definitivo, y que podemos retirar obras de arte si sale a la luz información nueva".
Alexander Rower, nieto de Alexander Calder y presidente de la Fundación Calder, decidió descartar la idea de un catálogo razonado prefiriendo una guía online, que pronto será subida. "Se determina si la obra es falsa o no con los datos que presentamos", dijo.
La fundación con sede en Nueva York no autentica, dijo, pero registrará y examinará un presunto Calder a pedido de su propietario.
Y la fundación sigue con mirada atenta el mercado. Rower viajó a la feria de arte de Basilea en Suiza en junio para fotografiar todos los Calder con el fin de realizar investigaciones futuras, dijo.
"No es cuestión de salir al mundo y decir `Es falso’", dijo Rower. "Lo correcto para mí es decirle a un marchand, `¿Presentó esta obra a la Fundación Calder?’ Y si dice que no, yo digo `Debería hacerlo’".
Fuente: Revista Ñ Clarín
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