Alertan por el deterioro de una iglesia. |
Por Sergio Rubin
Su origen hay que buscarlo en una tragedia de la que en su
momento habló todo el país: el asesinato pasional de la mujer más
hermosa y más rica de la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX:
Felicitas Guerrero. Es que la iglesia de Santa Felicitas, emblema del
barrio porteño de Barracas, fue construida precisamente en su memoria
por decisión de sus padres.
De singular belleza, su edificación
es un destacado exponente del eclecticismo alemán que apareció a partir
de 1870 con la instauración del imperio de Bismarck. Con vitrales
franceses, mosaicos españoles, órgano alemán (junto con el de la
catedral, son los dos únicos en el país de la casa Walcker) y reloj
inglés, y notables esculturas, arañas y frescos, es una auténtica joya,
pero venida a menos… Propiedad del Gobierno de la Ciudad, a cargo el
arzobispado porteño desde 1996 (tras haber estado 20 años cerrado), y
declarado esta semana Monumento Histórico y Artístico Nacional, el
templo sufre un proceso de deterioro general, signado por el avance de
la humedad, la caída de mampostería y el colapso del sistema eléctrico
(tiene cables de tela que hacen temer un incendio).
Por eso, un
grupo de sus feligreses decidió movilizarse para que la Ciudad y ahora,
tras la citada declaración, la Nación, asuman su responsabilidad y
aporten los fondos que permitan su restauración.
“Nos
estamos moviendo porque el templo es muy valioso, pero está muy
deteriorado”, dice una de las feligresas involucradas en su
recuperación, Beatriz De Vincenzi. Otro integrante del grupo, Mariano
Riganti, agrega: “Mucha gente lo visita y comprueba su belleza, pero se
lamenta por su estado”.
El párroco, Dante Galeazzi, gracias a un
aporte de Alemania y de privados, logró que se repararan el techo, los
vitrales, el órgano y el reloj, pero es mucho lo que resta por hacer.
Por ejemplo, el arreglo de una capilla contigua de 1840 y de una réplica
de la gruta de Lourdes.
La iglesia -que lleva el nombre de una
santa del siglo II martirizada con sus siete hijos por el emperador
romano- se construyó entre 1872 y 1876 bajo la dirección del célebre
arquitecto Enrique Bunge. Hoy, en Isabel la Católica 520, su deterioro
parece hacer juego con las desventuras de Felicitas, que a los 16 años
se casó con Martín de Alzaga, enviudó poco después, heredó una enorme
fortuna, perdió a su pequeño hijo y, con sólo 24 años, murió del tiro
que le pegó un pretendiente dolido por su rechazo.
Al menos el templo, ¿tendrá un final feliz?
Fuente: clarin.com
Fuente: clarin.com
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