Un libro revela que el escritor inglés Charles
Dickens tenía una obsesión por la decoración, que se vio reflejado en
los cambios que operó en distintas casas que habitó. El 7 de febrero su
cumplen 200 años del aniversario de su nacimiento.
Sólo cuando leí su artículo sobre decoración de paredes me di cuenta
de un aspecto hasta el momento no apreciado de Charles Dickens: su
interés por la decoración de interiores. Charles Dickens en Casa, el
libro que yo estaba escribiendo acerca de las casas y áreas donde él
había habitado, adquirió un sentido mucho más literal.
Ese
artículo, "Escenario del Hogar”, para Palabras sobre el Hogar, la
revista que Dickens lanzó en 1850, abarcó 6.000 palabras sobre todo tipo
de decoración de paredes desde tapices a gutapercha (tipo de goma
parecida al caucho que ofrece una solución para la aparición de
humedad), pero se concentró fundamentalmente en el empapelado, teniendo
en cuenta más aspectos de los que uno puede haber imaginado. Era una de
las piezas del “proceso” de la revista, sobre la fabricación de
artículos domésticos familiares tales como la cerámica. No obstante,
también exhibió su gusto personal, aludiendo a “lo que le debemos a los
diseñadores de decoración de paredes”, e incluyendo sus impresiones de
las modalidades estadounidenses de empapelados, extraídas del viaje que
hizo junto a su esposa, Catherine, en 1842.
1 MILE END TERRACE. En la casa en la que nació Dickens se recrearon los espacios como hubieran sido en 1812.
Dickens
relataba cómo tanto él como su esposa se quedaron “perplejos
contemplando la pared de nuestro cuarto”, meditando acerca de las
uniones mal realizadas y la desconsideración por combinar los
estampados. Él llegó a dar su propia idea sobre un diseño de decoración
de pared: "un tapiz que, siendo oscuro cerca del piso, gradualmente se
aclarara hacia el techo". "En el presente", siguió, "los decoradores
dependen de una alfombra oscura y un techo claro para dar el efecto
indicado por el principio decorativo y requerido por el ojo entrenado,
con alguna ayuda del zócalo de madera, y una cornisa de luz y colores
brillantes; pero no parece haber razón por la cual los tapices de las
paredes no deban hacer su contribución”.
Dickens tenía
más que un interés periodístico en el tema. Desde que habitó su primera
casa en el número 48 de la calle Doughty, convertida ahora en el Museo
Charles Dickens en el centro de Londres, se hicieron manifiestas sus
opiniones sobre decoración de interiores.
ESCRITORIO. Hay una réplica del lugar de trabajo del escritor.
Su orgullo
en su hogar contrastaba con el caótico período de su infancia tardía, en
la que se mudó a diferentes hogares en Londres cuando su padre
escapaba de los acreedores. El hábito de Dickens de reacomodar el
mobiliario dondequiera que estuviera, aún por una sola noche, sin duda
indicaba su necesidad de control. Pero su placer y atención por el
detalle en decoración era llamativo. En 1845, escribió desde Italia,
donde su familia estaba viviendo por un año, a Thomas Mitton, su amigo y
abogado, con instrucciones sobre 1 Devonshire Terrace, la casa en la
que él había mudado a su creciente familia en 1839.
“Me
gustaría que el zócalo se pinte imitando la madera satinada y que el
piso tenga un delicado rosa. También quisiera que se pinte una pequeña
corona de flores alrededor de la lámpara. El papel debe ser azul y oro o
púrpura y oro, para combinar con los muebles y las cortinas; y desearía
que fuera alegre y animado. No le he dicho nada de esto a la Sra. D,
deseando que sea una sorpresa, si es que al final lo hago. Las molduras
doradas redondean el papel (decorativo)”. Él quiso que se pintara el
exterior de "un verde alegre, agradable y brillante"; el hall y la
escalera deberían ser de un color similar, "un buen verde: por supuesto,
no demasiado decidido como para arruinar el efecto del estampado”.
COMEDOR. El espacio donde comía la familia Dickens.
En
1851 tuvo una nueva oportunidad de practicar su arte luego de mudarse a
Tavistock House, e impulsó un mega-plan de mejoras. Dando instrucciones
desde su residencia veraniega en Broadstairs, Dickens disparaba
exigencias en toda dirección: a los Shoolbreds, a los constructores, y a
los carpinteros sobre cómo reparar los muebles y recubrir de dorado los
espejos. Se involucró él mismo en todo desde la posición de las
campanillas del dormitorio a los artefactos de cocina, y maquetas de
estanterías, encargó una puerta giratoria en su estudio, con “una lista
jocosa” de títulos como Vidas de Gatos en nueve volúmenes.
En
1856, compró su última casa en Kent, cerca de la vivenda de su niñez.
Gad's Hill Place fue concebida como una residencia veraniega, pero luego
de que terminara su matrimonio, se mudó allí en forma permanente y se
dedicó a su pasatiempo favorito: la creación de "un inmenso número de
pequeñas invenciones”. Su hija Mamie escribió que “nunca fue más feliz
que cuando iba por la casa con un martillo y unos clavos realizando
algún maravilloso trabajo de carpintería".
ESCRITORIO. La mesa donde el escritor creó algunas de sus obras más memorables.
Se ocupó de un programa
renovable de refacciones en la casa, pasando por la construcción de
nuevos cuartos por encima del techo, una extensión del comedor y una
nueva escalera: el descanso de arriba “embutido en un banquete de
maderas preciosas" – todos los cuales pasó entusiastamente a amigos.
Su
logro final fue un invernadero. Por mucho tiempo había ansiado uno y
ahora tenía una gran estructura con ventanas arqueadas. El 7 de junio de
1870 se lo mostró a su hija más chica, diciendo: "Bueno, Katie,
decididamente vos podés ver la última mejora en Gad's Hill." Había
puesto farolitos chinos y se sentó ahí a fumar un cigarrillo,
disfrutando de su última y largamente deseada adquisición. Al día
siguiente se lo llevaron enfermo y el 9 de junio murió con su familia a
su alrededor… Un rayo de sol que iluminaba el lugar desde el
invernadero.
DORMITORIO. También se hizo una réplica del cuarto del escritor.
Fuente: ARQ Clarín
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