El arte pop no ha perdido el alma, la está vendiendo.
Los primeros artistas pop eran gente seria. Richard Hamilton tenía doble filo y era escéptico cuando tituló una pintura “Homenaje a la Chrysler Corp”. Lejos de celebrar vacuamente lo que Warhol llamaba “las grandes cosas modernas”, el arte pop en los 50 y principios de los 60 dio una mirada socarrona y de reojo a lo que aún era un mundo muy nuevo de bienes de consumo. Claes Oldenburg hizo esculturas blandas y caídas de objetos cotidianos, que hicieron que lo nuevo pareciera gastado. Warhol pintó choques de autos. Estos artistas vieron la vida moderna de forma surreal e inquietante.
¿Cuándo, entonces, el pop se convirtió en una adoración acrítica y edulcorada de brillo y colores sintéticos? Quizá cuando se involucró el dinero y Warhol nunca volvió a ser el de los 60, o cuando Jeff Koons le dio su arte a las reaganomics , o cuando Damien Hirst ganó su décimo millón. ¿Quién sabe? Es imposible precisar el momento en que el pop pasó de la crítica radical a la adulación fofa.
Así que aquí estamos en Qatar, donde tiene una muestra Takashi Murakami, el gurú del pop hoy. No estamos realmente allí, claro, ¿pero hace falta? Murakami es el pop de la era digital, un diseñador de imágenes que tienen más sentido como protectores de pantalla que como arte mayor. En todo el mundo, el arte brillante y espectacular de Murakami es tan victorioso como Twitter. Es arte para computadoras: todo estímulos, nada de alma. ¿Y entonces, qué? Entonces, nada. Hoy todo arte es para vender y la defensa de Murakami es que lo acepta honestamente. No se engaña con profundidad interior, niega tenerla. El problema para el arte hoy es su asociación con el dinero grande. Gran parte del arte es pura excitación para los ricos –tan fácil como la moda, los yates y los autos. Todo el mundo está enojado con los bonus de los banqueros, pero ¿dónde piensan que gastan ese dinero fácil? En las ferias de arte. ¿Es el arte una empresa cultural profunda o simplemente un modo muy caro de los ricos para evitar todo pensamiento?
Fuente: (c) The Guardian y Clarin
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