UNA COLECCIÓN PARA TODOS


Durante más de tres años, el Rabobank formó una rigurosa colección de fotografía argentina. Acaba de donarla al Museo de Bellas Artes. Aquí, su historia y sus razones.


El contexto en que se inscribe la donación del Rabo es pertinente por la oportunidad, pero sobre todo, porque el reconocimiento a Facio acentúa sus aspectos más interesantes: la cesión de esta colección de una institución privada a otra pública no es un gesto aislado y marketinero sino el punto culminante de un trabajo largo de investigación, adquisición y curaduría. La colección que acaba de donarse no es un conjunto azaroso de obras sino el resultado de un proceso que iniciaron en 2009 Correa y sus curadores, Facundo de Zuviría y Marjan Groothuis –hoy de radicada nuevamente en su Holanda natal tras varios años de residencia en la Argentina.
Vale la pena hacerlo notar porque no es lo usual en la Argentina: la colección se formó en esos tres años pagando por cada fotografía el precio de mercado (en promedio, unos 1.800 dólares cada pieza). La colección no pidió una sola donación a los autores. “Acá no hubo un solo mangazo”, dice Correa, contundente ¿Es necesario explicar que la existencia de un coleccionismo serio es vital para el desarrollo del arte? Las obras de los artistas de Brasil, país con tradición en el coleccionismo, alcanzan valores diez veces mayores que aquí.
En poco más de tres años, la colección del banco llegó a 300 fotos. La donación al museo no llega a ese número de piezas porque algunas obras ya integraban también la colección del museo y no tenía sentido la duplicación.
En una charla con Ñ en su oficina del Banco, Correa –él mismo coleccionista y conocedor de arte, especialmente de fotografía– explica los puntos salientes del proceso de formación de la colección. “El criterio curatorial con el que se formó la colección tiene tres ejes: la mirada del fotógrafo, la toma directa, y la representación, en alguna medida, de aspectos de la realidad social y cultural de la Argentina. En principio, el proyecto fue hacer muestras con la colección y llevarla a distintos espacios de exposición del país. Llegamos a hacer el año pasado la muestra en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, pero no tardamos en darnos cuenta de que el proyecto de itinerar con la colección que alguna vez nos propusimos era muy trabajoso para el banco. Se hará, entonces, con el soporte del MNBA, y con fondeo del banco. Al menos, el deseo es que circule por el interior y el banco pondrá lo necesario para que suceda.” La intención será seguramente muy valorada en el interior del país, donde es muy poco frecuente que haya exhibiciones de fotografía de este nivel. “Es que muchos de estos autores son conocidos para el que está metido en la fotografía pero no para mucha gente… Es darle a la gente la oportunidad de que vea obra que a veces no está ni en Internet”, dice Correa con entusiasmo.

Sebastián Szyd. “El cielo”, de la serie “De la tierra”, 1999 (arriba).
Alejandro Kuropatwa. “Charly García”, 1989.
La muestra que puede verse ahora en Bellas Artes difiere en varios puntos de la que pasó por el MAMBA en 2011. En primer lugar, porque la colección incorporó fotografías desde entonces. Por ejemplo, varios paisajes del alemán Herbert Kirchhoff, cuya obra es prácticamente desconocida en la Argentina y trabajos del argentino Carlos Bosch. En segundo término, porque esta incluye unas cincuenta fotos de la colección del museo y un panel dedicado a obras de Sara Facio. Y finalmente, porque las fotos lucen espectaculares con el impecable montaje que las despliega en la enorme Sala de Exposiciones Temporarias del museo, rediseñada y renovada a fines del año pasado.
El día de la inauguración Correa se veía orgulloso de cómo se veían las fotos de la colección en su nuevo lugar. Mientras la recorría con Ñ y se detenía frente a una de sus obras favoritas, la “Niña chaqueña”, de Hans Mann, comentó que las fotos fueron cedidas al museo después de un trabajo de enmarcado de cada pieza, libre de ácidos para su conservación, listas para colgar. Hacía décadas que el museo no recibía una colección completa, y menos en estas condiciones.
Correa explica que el crecimiento de la colección fue acompañado con un trabajo de investigación muy riguroso, con el obstáculo de que en la Argentina hay muy poca bibliografía. En el proceso se recuperó del olvido a fotógrafos como el mencionado Kirchhoff –quien haga la prueba de googlearlo sólo encontrará ofertas de raros ejemplares de sus libros de fotos de Perú y Bolivia–, a los también alemanes Hans Mann, Walter Roil Werner Schumacher y Gustavo Torlichen, y al argentino Ricardo Sansó.
Algunas incorporaciones recientes quedaron fuera de la espectacular edición bilingüe del libro Fotografía Argentina. Colección Rabobank , que se publicó hace meses, con biografías de los autores y textos críticos, que se consigue en las librerías de Proa, el Malba y Norte.
Pero todos están en sitio web http://coleccionrabobank.com, otro trabajo realmente valioso.con la misma información que el libro, además de acceso a todas las fotografías de la colección, un video de 16 minutos y entrevistas de tres o cuatro minutos cada una a 16 de los autores: Marcelo Brodsky, Gabriel Díaz, Sara Facio, Cristina Fraire, Alberto Goldenstein, Adriana Lestido, Marcos López, Diego Ortiz Mugica, Santiago Porter, Alfredo Srur, Sebastián Szyd, Juan Travnik, Martín Weber, Dani Yako, Marcos Zimmermann, Helen Zout y Facundo de Zuviría.
Si uno le pregunta a Correa si la donación marca el fin de la colección, dirá que sí. Pero no se lo ve muy seguro de que no se inicie en el futuro un nuevo camino vinculado con otro tipo de investigación, siempre en el terreno de la fotografía, que es el que lo apasiona más que ningún otro en el arte. Y dice, con cautela, que quizá lo próximo sea “revisar un punto de la colección: que no se limite sólo a ‘la mirada’. Hay otros campos, fotografía conceptual, por ejemplo.” Pero por ahora es algo que no llega a ser más que una fantasía dicha al pasar. No está completamente decidido –impresión personal– qué hará el Rabobank en de ahora en más con esta vocación de coleccionar fotografía.

Fuente: Revista Ñ Clarín

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