CAPILLA SIXTINA:LOS FRESCOS CUMPLEN 500 AÑOS
Y ALERTAN POR SU DETERIORO


La visitan hasta 20 mil personas por día, que le llevan polvo y humedad a la magnífica obra de Miguel Angel.
Los frescos de la Capilla Sixtina cumplen 500 años, probablemente la más sublime expresión del arte humano, que Miguel Angel Buonarroti pintó echado de espaldas sobre un andamio, a casi veinte metros de altura, entre 1508 y 1512. Cuando comenzó, Miguel Angel tenía 33 años y el encargo se lo dio el gran Papa guerrero Julio II della Rovere a instancias del principal arquitecto de la basílica de San Pedro, el Bramante, que quería tender una trampa para demostrar el gran fracaso del escultor y pintor venido de Florencia, donde había surgido el Renacimiento.
El 31 de octubre de 1512, Julio II dio un gran banquete en homenaje al embajador de Parma y después se trasladó con 17 cardenales hasta la Sixtina, la más importante de las tres capillas pontificias en el Vaticano. Estaba todo preparado y los visitantes se asombraron cuando se descubrió la bóveda y quedaron a la vista los frescos con La historia de la Creación, Los Antepasados de Cristo, Los Profetas y otros personajes bíblicos, en total más de 300 imágenes.
Hoy, cinco siglos más tarde, otra vez alertan por el estado de conservación de esas maravillas , a las que sobre una pared se agregó 30 años después El juicio universal , que completó la decoración de la Capilla donde desde 1492 son elegidos los papas, aunque en 16 ocasiones debieron consagrar al vicario de Cristo en la Tierra fuera de Roma y en otras siete lo hicieron en Francia, cuando el papado había sido trasladado a Avignon.
La alarma por el deterioro continuo que sufre esta magnífica obra, que tuvo su mejor restauro entre 1980 y 1994, cerrada a la vista del público, reconoce una sola causa: demasiados visitantes . “Hasta veinte mil personas por día, cinco millones al año, que respiran, llevan polvo, transpiran, dejan anhídrido carbono y humedad, alzan la temperatura”. Lo explicó con resignación en una entrevista a Il Messaggero , el director de los museos Vaticanos, Antonio Paolucci.
Paolucci había escrito ya un artículo en el diario L’Osservatore Romano para responder al escritor Piero Citati, que pedía restringir el número de visitantes e impedir que la Capilla pareciera “una estación ferroviaria” en hora pico.
El 18 de abril de 2005, Joseph Aloisius Ratzinger, cardenal de Santa Romana Iglesia, miraba extasiado la bóveda de la Sixtina mientras los otros 114 cardenales reunidos allí lo consagraban como el pontífice número 265 en la bimilenaria historia del catolicismo, con el nombre de Benedicto XVI. Dedicada a la Virgen María, la Capilla es un lugar sagrado, el más importante manual de teología por imágenes de la Iglesia . Hace medio milenio, Julio II y los 17 cardenales que lo acompañaban, descubrieron que el petiso y colérico Buonarroti había establecido un nuevo modo de pintar, de utilizar colores, cambiando radicalmente la visión del mundo figurativo.

Imponente. La Capilla Sixtina y todo su esplendor. Para muchos, un manual de teología en imágenes./MUSEO VATICANO
El director Paolucci contó que desde hace dos años se trabaja para eliminar los agentes contaminantes y que a fin de año se anunciará el gran proyecto de reacondicionamiento del aire y de un nuevo sistema de iluminación. “Pero no se puede restringir la presencia de los turistas y de los fieles, en particular los que vienen de los países emergentes a ver esta obra, que es también una maravilla de la fe”.
En la entrevista Il Messaggero , Paolucci contó una curiosidad que a muchos escapa: Miguel Angel pintó “el trasero de Nuestro Señor, pintado en la creación del Sol: casi un chiste toscano, presente por única vez en una pintura”.
La Capilla Sixtina es una obra infinita, tanto en el campo religioso como en el artístico . En los últimos decenios se han presentado tesis y libros para anunciar que Miguel Angel también transmitió mensajes secretos escondidos en las imágenes.
El Juicio Universa l fue pintado tres décadas después de la inauguración de la bóveda, que el Papa formalizó con una misa el 1° de noviembre de 1512. Buonarroti pintó a las figuras desnudas. Pero ya el clima no era el del Renacimiento sino el de la Contrarreforma, y en la Iglesia cundió el escándalo. Tanto que el Concilio de Trento decidió esconder las intimidades, sobre todo genitales, y ordenó por decreto el “copriantur”. Daniel de Volterra, que estuvo junto a Miguel Angel cuando murió en 1564, e hizo su retrato con su máscara mortuoria, fue encargado de pintar velos y telas para adecentar El Juicio Universal . La tarea le costó el mote de “il Braghettone”, por las bragas con las que cubrió a las imágenes.
Al parecer, muchas de esas figuras eran gente que Miguel Angel conoció en las “estufas” (baños termales) de Roma, mezclado con homosexuales, prostitutas y otros personajes que explican también el imaginario homoerótico en El Juicio Universal . El director Paolucci, explicó a The Guardian , que “Miguel Angel estudió con pasión el cuerpo humano hasta en los hospitales, en particular de sexo masculino. Y algún embarazo en su época causó”.

Miguel Angel, la Iglesia Católica y una relación muy conflictiva

Miguel Angel, la Iglesia Católica y una relación muy conflictiva.


Miguel Angel huyó de Roma en abril de 1506, tras una de sus muchas peleas con el Papa Julio II, a quién le estaba preparando su monumento fúnebre. “Si me quedaba hubiera hecho antes mi sepultura”, comentó. El mal carácter toscano de Buonarroti y la omnipotencia pontificia casi arruinaron para siempre el proyecto de decorar con frescos la bóveda de la Capilla Sixtina, indispensable para arreglar el edificio que el Papa Sixto IV hizo construir a partir de 1475.
Por fortuna que en Florencia reinaban los Medici, protagonistas del Renacimiento, siempre en tensión con el papado de Roma. El Papa Sixto y Julio II eran tío y sobrino de la poderosa familia della Rovere. La Señoría florentina impuso una mediación a su ilustre paisano, que en Bolonia se reconcilió tres meses después con Julio, legendario pontífice guerrero con tanto talento para la espada como para la cruz. Así se salvó la decoración de la bóveda con personajes bíblicos anteriores al nacimiento de Cristo. Miguel Angel comenzó el 10 de mayo de 1508 tras firmar un contrato por tres mil ducados.
El Papa quería solo las figuras de los doce apóstoles. Miguel Angel, que consultó a teólogos de la corte pontificia, pidió ser dejado en paz. Julio II aceptó y las figuras fueron más de trescientas. En las paredes laterales pintores mandados por Lorenzo el Magnífico desde Florencia, como Botticelli, o de la Umbria, como el Perugino, dejaron magníficas obras un poco veladas por el esplendor de la bóveda decorada por Miguel Angel.



Fuente: clarin.com

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