En la Fundación Proa.
Una muestra de 100 tesoros arqueológicos de gran valor, que permite conocer rituales y oficios.
Por Julieta Molina / LA NACION
Hace
apenas pocos meses ciertas piezas no habían sido aún encontradas.
Durante siglos sepultados bajo tierra y piedras, estos tesoros
arqueológicos de la era prehispánica han sido excavados del Golfo de
México. Así, la posibilidad de conjugar tiempos tan remotos como el año
2011 y el 400 a.C. es la que brinda la espectacular nueva muestra de
Fundación PROA, en avenida Pedro de Mendoza 1929.
Más de 150 piezas de las diferentes culturas que vivieron
hace siglos se exhiben por primera vez en la Argentina. Tres salas
albergan las distintas obras, ubicadas con el criterio del curador de la
muestra, David Morales Gómez, quien deseó que se mixturara la presencia
de las deidades con las piezas que remiten a los distintos oficios o
rituales."Ellos convivían con sus dioses, los hombres se convertían en divinidades e interactuaban permanentemente", señala en diálogo con La Nacion Morales Gómez.
En una cuarta sala se exhiben las fotografías de los descubrimientos arqueológicos, último nexo entre lo que se observa en PROA y el contexto donde fueron halladas las piezas. Parte de las imágenes son el registro realizado en 1890 de la expedición a Cempoala -la primera ciudad que visitó Hernán Cortés- donde se observa con claridad la forma en que quedó la ciudad al ser abandonada por sus habitantes.
Gómez explica que su criterio curatorial fue el de representar a museos mexicanos comunitarios, que no logran mayor difusión. Son en total 13 los que han cedido sus piezas para esta exhibición, que podrá visitarse hasta enero próximo. Participan además dos casas de Cultura, una zona arqueológica y el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).
Una pequeña anécdota del curador evidencia el estrecho lazo que esas comunidades entablan con sus museos. Según relata, la comunidad del pueblo de Huiloapan lo recibió al grito de: "Llegó el arqueólogo". La banda del pueblo lo esperaba entonando alegres melodías y se leía en un cartel confeccionado para la ocasión: "El Xipe se va a Buenos Aires".
Con pedidos de cuidar la pieza especialmente fue que el pueblo cedió para esta muestra una cabeza de arcilla de Xipe Totec, datada entre el 600 y 900 d.C., que fue hallada en soledad y es la joya del museo local, el Museo Huiloapan de Cuauhtémoc. De esta forma el curador logra su cometido y tanto el museo como la pieza accedieron a su primera muestra internacional.
Tallas en piedras y esculturas de arcilla y barro son la evidencia empírica del nivel de excelencia que estas culturas alcanzaron como alfareros, lapidarios y también de quienes tuvieron como oficio la pintura mural y las conchas de moluscos.
Esculturas de más de 1,70 metros de altura son otra prueba de la complejidad que lograron en sus tareas. Una espectacular obra de arcilla hallada en el centro sur de Veracruz de 250-900 d.C. del sacerdote Xipe Totec recibe a los espectadores en la primera sala. Su impactante presencia antecede a la igualmente fantástica historia, que explica que los sacerdotes se vestían con la piel de una mujer sacrificada, un ritual que se llevaba a cabo antes de la época de lluvias. Una ofrenda al dios de la fertilidad, para simbolizar el cambio de la vegetación.
Lo acompaña en la misma sala la escultura femenina de El Zapotal, datada entre 600-900 d. C. Esta deidad es representada como una anciana y refiere a las mujeres como dadoras de vida.
Toda la colección conforma una muestra sugestiva y evocadora de las vidas y creencias de la era prehispánica. Fundación PROA logra conjugar una exposición de arte excepcional con el atractivo cultural de visitar verdaderas joyas históricas.
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