RENATA SCHUSSHEIM Y SU MUNDO DE LÍNEAS
QUE ACARICIAN EL PAPEL




La artista acaba de inaugurar su muestra “Estado de gracia”, de dibujos exquisitos.


Por Mercedes Pérez Bergliaffa, ESPECIAL PARA CLARIN

Es una Frida Kahlo pelirroja, la artista Renata Schussheim. Sus trenzas rojo eléctrico le dan un aire mexicano, como antiguo. Y se nota algo de misterioso, en esta artista. Por eso, caminar al lado suyo por la muestra “Estado de gracia” –que actualmente realiza en la galería Mundo Nuevo–, es una invitación a otra dimensión. Es como si la piel de la realidad se hubiera caído, y quedara sólo esto: jirones del mundo. Sobre todo, del mundo de la noche. “Es que en realidad, me gusta la noche, la atmósfera que crea lo nocturno”, dirá más tarde. Y se referirá a la noche del teatro, de la creación.
Pero ahora miramos los cuadros y vemos en ellos a personajes de circo, actores, bellas mujeres solitarias de pieles blanquísimas, loros y perros. Contienen “personajes que están vivos, que devuelven la mirada”, suelta la artista. Y que, por eso mismo, inquietan.
¿Quiénes son estos personajes tan misteriosos que aparecen en sus obras, Renata? Son el payaso del Cirque du Soleil –Toto Castiñeira–, el actor Jean Francois Casanovas, Facundo –un sonidista amigo–, y otro amigo más, Gandhi, que trabaja en un periódico. Ellos posaron para mí. A algunos les saqué fotos para luego hacer las pinturas en base a eso, y a otros los dibujé.
¿Por qué los eligió a ellos? Quizás sea por amor –reflexiona Schussheim-. Aunque mucho no me lo puedo explicar; pero tampoco me esfuerzo en saberlo.
¿Qué es un estado de gracia? ¿Lo sintió alguna vez? En realidad sí, lo sentí bastante cuando pintaba. Era la felicidad de sentir que hago lo que me gusta. Es iluminación, plenitud.
Y hay iluminación, en las obras de Schussheim. Desde iluminaciones pequeñas –como esos muy leves destellos del vestido de terciopelo azul profundo de la mujer del dibujo–, hasta iluminaciones mucho más profundas, como la del aura de santo que tiene sobre su cabeza uno de los hombres retratados, o la del loro que le habla a una mujer semi-desnuda. Y loros dibujados o pintados, en esta exhibición, hay muchos.
“Pasa que tengo una historia personal con mi loro”, cuenta Schussheim. “Un día entró por la ventana de mi casa, y se quedó cinco años. Se ve que ya estaba domesticado, porque hablaba muchísimo… En un momento se me escapó, y después lo recuperé. Recuerdo que lo extrañé. Hay un cuento de Flaubert que se relaciona con loros y que me gusta mucho, “Un corazón simple”…., dice Renata. Y se queda pensando.
En las obras que se ven en la galería hay poses armónicas, lánguidas, relajadas. Hay contrastes fuertes entre fondos plenos, muy claros o muy oscuros; y personajes enigmáticos, dibujados con líneas claras, limpias, definidas, muy precisas. Hay brazos y piernas descubiertos, pálidos pero carnosos: la sensación de transparencia de la piel es gracias al sombreado realizado con lápices de un rosa tenue, y no al típico sombreado de grafito, que todo lo oscurece.
Mucha claridad, exactitud; y una línea suave, dulce, que acaricia el papel, que no lo perfora, no lo marca… Habilidades reservadas sólo a los dibujantes con un gran poder de observación.
Un perro con manos, torso y piernas humanos aparece una y otra vez en los trabajos de Schussheim, abrazado, mimado, contenido… Casi siempre figura en el centro de la escena, formada por estos personajes que llevan, generalmente, un bonete. Como en “Familia tipo”, en la que el perro es un hijo o un amante más.
Sus personajes salen de otro lado, Renata. Miran fijo… Bueno, pasa que soy una persona intensa. No hubiera podido hacer nada tibiamente.


UNA MUJER DE DOS AMORES: EL TEATRO Y EL DIBUJO




AUTORRETRATO. TÉCNICA MIXTA SOBRE LIENZO. EN ESTA OBRA, LOS SELLOS DE LA IMAGEN DE LA MULTIFACTICA ARTISTA: EL CABELLO DE COLOR ROJO ELECTRICO Y LOS OJOS MUY CLAROS, CASI TRANSPARENTES, Y BIEN ABIERTOS. LA OBRA TIENE UNAS DIMENSIONES DE 125 X 100 CM.

Schussheim tiene dos amores: el dibujo y el teatro. “Los dos tienen leyes distintas. Los dos son experiencias muy ricas, y muy generosas”.
Como es reconocida también como vestuarista, ambientadora y escenógrafa, a nadie le llamó la atención que por la inauguración de su exhibición desfilaran personalidades como Charly García, Quino, Leonor Manso, Lino Patalano, Patricio Contreras, Joaquín Furriel, Marina Borensztein, Oscar Martínez, Josefina Robirosa, Adolfo Nigro y hasta Miguel Brascó. “Cuando era chica, muy al principio de mi carrera, pensé que sólo iba a dibujar”, explica la artista, quien por ese entonces era alumna ni más ni menos que de Carlos Alonso. “Pero después descubrí el teatro y me deslumbró. Entonces Oscar Araiz me propuso hacer un vestuario. “A partir de allí nació una profesión”.

Fuente: www.clarin.com

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