A los 77, y luego de 50 en París, Seguí revisa las concepciones de moda en el arte y critica la falta de apoyo que padecen sus colegas en nuestro país.
ARTE PRECOLOMBINO. Antonio Seguí posa con su colección en el sótano de su casa. |
Por Horacio Bilbao - hbilbao@clarin.com
Venga ahora”, invita la voz grave en el teléfono. Suena como
cualquier cordobés sin mudanzas la tonada incorrompible de Antonio Seguí
(1934). Da dos indicaciones precisas y a la media hora abre la puerta
de su pequeño castillo medieval. Recompensado por el veranito parisino
que renació en octubre, en remera y pantalones cortos, dibuja en su
atelier una serie sobre ciudades, que presentará en Chile a mediados de
2012. “Las exposiciones que hago en América latina las sigo, las de acá
ya no”, aclara. Acá es París y cuando dice las sigo quiere decir que
viaja. Dos veces al año también vuelve a Córdoba, de donde salió hace
60. Es que allí, curiosamente, viven sus dos hijos franceses (el más
grande, que también es artista, se quedó en Francia). “A los 17 me dijo
papá, yo me siento muy francés, pero me rajo para Córdoba. Y le va muy
bien”. A Seguí padre también la va bien. Sus obras cotizan en alza en
los principales mercados del mundo y en París es una figura notable,
presente en el Metro, en el Pompidou o como ahora, en la única librería
hispana de la ciudad, con una muestra sobre Mario Benedetti. Como dirá
en esta entrevista, su relación con la Argentina es compleja. Por eso, o
tal vez por azar, está donde quiere estar. En su taller, rodeado de
trabajo, y en su caserón francés, con una colección de arte africano y
precolombino envidia de cualquier museo. Allí, entre colaboradores,
personal de mantenimiento y un teléfono que deja sonar más veces de las
que lo atiende, conversa Seguí con Clarín. “Hasta no hace mucho
quería volver, pero tuve que decidirme, no se puede estar en lugar
pensando en otro”. Quizá sea cierto, pero cuando el artista habla, ese
suburbio parisino, por un rato, podría ser Villa Allende.
Fue hace mucho, pero también probó en Buenos Aires y en México, y se fue quedando en París…
Entre vivir en Buenos Aires y acá, como extranjero en los dos lados acuñé rápidamente una frase muy demagógica. Prefiero ser un latinoamericano en París que un cordobés en Buenos Aires.
¿Tiene que ver con las dificultades para vivir del arte en la Argentina?
En la Argentina es difícil, no acompañan a sus artistas. No es Brasil, ni Colombia ni Venezuela, ni siquiera Perú. Veo las ventas de artistas latinoamericanos y no hay argentinos. Eso es clave.
Sin embargo, su generación ha dado varias figuras…
Sí, pero viven de lo que venden afuera, no en la Argentina. Yo tengo galerías acá, en Italia, en Bélgica y expongo en todos lados. Y en la Argentina lo hago cada cuatro años para estar presente, me encanta estar presente. (En diciembre Metrovías inaugurará un mural de Seguí en la Estación Independencia).
¿Qué ecuación hace para explicar que una obra suya en el mercado vale tantos miles de euros, qué vinculo establece entre su trabajo y lo que puede cobrar por él?
No es algo en lo que piense, el mercado es una cosa muy fluctuante. Hay gente que vende carísimo ahora y en cinco años no existe más. Pero yo tengo que decir que trabajo hace 60 años en esto, y he hecho una carrera entre comillas, porque nunca he hecho carrera. Nunca me interesó. Me interesa trabajar, pintar y chau.
Fue hace mucho, pero también probó en Buenos Aires y en México, y se fue quedando en París…
Entre vivir en Buenos Aires y acá, como extranjero en los dos lados acuñé rápidamente una frase muy demagógica. Prefiero ser un latinoamericano en París que un cordobés en Buenos Aires.
¿Tiene que ver con las dificultades para vivir del arte en la Argentina?
En la Argentina es difícil, no acompañan a sus artistas. No es Brasil, ni Colombia ni Venezuela, ni siquiera Perú. Veo las ventas de artistas latinoamericanos y no hay argentinos. Eso es clave.
Sin embargo, su generación ha dado varias figuras…
Sí, pero viven de lo que venden afuera, no en la Argentina. Yo tengo galerías acá, en Italia, en Bélgica y expongo en todos lados. Y en la Argentina lo hago cada cuatro años para estar presente, me encanta estar presente. (En diciembre Metrovías inaugurará un mural de Seguí en la Estación Independencia).
¿Qué ecuación hace para explicar que una obra suya en el mercado vale tantos miles de euros, qué vinculo establece entre su trabajo y lo que puede cobrar por él?
No es algo en lo que piense, el mercado es una cosa muy fluctuante. Hay gente que vende carísimo ahora y en cinco años no existe más. Pero yo tengo que decir que trabajo hace 60 años en esto, y he hecho una carrera entre comillas, porque nunca he hecho carrera. Nunca me interesó. Me interesa trabajar, pintar y chau.
CIUDADES. El maestro Antonio Seguí trabajando en la serie que
presentará en Chile en 2012. ( Fotos Horacio Bilbao)
presentará en Chile en 2012. ( Fotos Horacio Bilbao)
Digo
que soy neomarginal. Trabajo solo, nunca pertenecí a un grupo, y no
porque esté contra el trabajo colectivo, sino porque me sale así, para
mí es natural.
Desde que llegó a París ha sido importante para los argentinos, trata con muchos de ellos…
Sí,
claro, traté a muchos... desde Saer, Cortázar, pero siempre estuve
metido acá, no he sido de participar mucho de aquellos encuentros. Aquí
siempre ha habido dos grupos de argentinos. Uno que trabaja acá, que
vive acá y que cuando llega un argentino nuevo dice uh, no, argentino
no. Y otros que estamos acá, pensando y trabajando en función de la
Argentina, y cuando llegan los argentinos los recibimos sin problema.
Hay varios argentinos exponiendo en París. ¿Los ve?
Sí, he visto a Leandro Elrich. No tiene nada que ver con lo que yo hago, pero tiene mucho talento.
El mundo de las instalaciones, al que es ajeno. Ahora que predomina el multimedia, ¿cómo lo ve?
Es un signo de estos tiempos. Algo que pide la sociedad, que tiene sus formas de escritura, para decirlo de algún modo.
¿Y ese es un buen mecanismo para el arte?
Hay
mucho más de ingenio que de sensibilidad, eso es evidente. Pero es tal
la cantidad de herramientas nuevas que sería ilógico que no las usen.
A ese fenómeno se asocian las carreras meteóricas ...
Es
el mandato de la sociedad, lo que necesita el mercado. Acá, cuando un
chico de 30 años no triunfó, no tiene su chateau, es un pelotudo.
¿Qué piensa de esa concepción?
Que es una boludez.
Ya ha dicho que se abrió pronto de la política, pero en su obra, con su estilo, hay acontecimientos políticos, económicos…
Sí,
son los imponderables de la cultura. A veces pasamos mensajes sin
saberlo. Pero mis trabajos tienen una dosis de humor, que es producto de
un origen, y ese humor me permite decir cosas mucho más serias que si
pretendiera decir cosas serias.
Y sigue produciendo muchísimo, con sus series ya famosas, cuándo terminan, cuándo empiezan...
Cuando
se agotan doy un salto, cambiando de materia o de coloración. Trato de
renovarme siempre, si no, se convertiría en un tic, los tics son malos.
Renovarse es lo divertido, por eso el día que una serie se acabó, se
acabó.
DE FRONDIZI AL "LOCO" CHÁVEZ.
Cuenta Seguí que su divorcio de la política le llegó temprano, y que
como nunca entendió al peronismo, se excluyó solito de buena parte del
debate nacional. Lejos quedaron los años de su militancia frondicista,
cuando publicaba en el diario Orientación, timoneado por el dirigente
radical Antonio Sobral. Tenía 21 años y ya pintaba. Pero vio que la
política no era su cocina y cuando Arturo Frondizi ganó las elecciones,
salió para México. Tres años. Ahora piensa que tal vez otra sería la
historia del país si el dictador Lonardi no decía esa sosera de ni
vencedores ni vencidos. Masculla severo que sólo Menem y Roca
completaron dos presidencias. Y que es el turno de Cristina. La ve
fuerte e inteligente, “brillante” dice. Mucho más que Néstor. Y avisa
que la clave de su éxito está en hacer cosas que funcionan. Reparte
plata adentro y afuera. Y ya sabemos, cuando la Argentina funciona,
nadie abre la boca. El problema para él sigue siendo la corrupción, que
enturbia salidas. Eso sí, desde la óptica de la crisis europea, América
latina no desentona. La ve bien, con buenos dirigentes, incluso Chávez,
una especie de “loco” total. Son el producto de las malas políticas de
los gobiernos que les precedieron dice Seguí. Y vuelve a Frondizi, el
que más le gustó, e insiste en que ese hombre podría habernos servido.
No es mitología, son cincuenta años de política argentina vividos desde
París.
ASADOR, FAN DEL CLUB BELGRANO Y DEL VINO.
Si será argentino y cordobés este Seguí que lo primero que hizo en su atelier parisino fue la parrilla. Y nada de ornamentos ni esculturas exquisitas, en esos fierritos cruzados el único arte que se permite es el del buen asador. Si en Villa Allende, Córdoba, ese privilegio quedó en manos de sus hijos, aquí, desde siempre, semejante título le ha estado reservado al propio Antonio, hasta hace un tiempito, cuando descubrió su error. En el apuro de la construcción, allá por el 63, la parrilla le quedó baja. Y ahora, cerca de los ochenta, no da para encorvarse arrimando brasas. Ya está pensando qué hacer. Pero al error lo salva con creces su bodega, ubicada en uno de los sótanos de su petit chateau, una fenomenal cava del siglo VII. Allí aguardan cientos de botellas a temperatura ideal. Es fácil adivinar que el buen vino no se acabará nunca cuando Seguí muestra las botellas con etiquetas diseñadas por él y el trueque con bodegas francesas y argentinas queda expuesto sin misterios. Al combo de actividades extralaborales, por desgracia para este redactor, lo completa el fútbol. Seguí dice que lo siguen cautivando los partidos, sobre todo porque es de Belgrano. Y recuerda los años en la docta con su padre dirigente, viajando a ver al pirata en los duelos provinciales del viejo campeonato local. Y habla de lo inevitable, de la epopeya de Alberdi, de la promoción que signó el descenso de River. La vio toda en su computadora, nervioso por el desenlace y porque se ve mal (usó otra palabra, uno cordobesismo). Ah, pero usted no será de Talleres, chicaneó Seguí luego. Y ante la respuesta obvia remató: No se amargue, pero eso es culpa suya.
Fuente: Revista Ñ Clarín
UN CORDOBÉS DE LUJO
ResponderEliminar