Después de caminar por las calles de la ciudad durante días, el alemán Franz Ackermann pintó en el Faena Arts Center un mural que representa su experiencia del paisaje porteño.
Delicias de la globalización que nos vuelve cada vez más
próximos y geográficamente menos extremos (aún cuando en tantos aspectos
continuemos extremos). Lo cierto es que esta vez nos acerca a un
artista globalizado, autodenominado como tal, que al hacer pie en Buenos
Aires nos hace valorar especialmente las bondades de estos nuevos
tiempos. Franz Ackermann, el artista en cuestión, está en el Faena Arts
Center, en realidad una de sus impactantes intervenciones edilicias. Son
grandes pinturas que recrean la desmesura de la experiencia urbana del
presente, como las que mostró en las Bienales de Venecia, San Pablo,
Berlín y en el MOMA de Nueva York.
El gran mural de 260 metros
cuadrados que concibió específicamente para el FAC y llamó “Walking
South” por sus caminatas en este remoto lugar del Sur, fue realizado
entre Buenos Aires y Berlín a partir de diversos recorridos por la
ciudad. Fotografías, pinturas y un equipo de asistentes fueron la piedra
de toque en esta realización a gran escala que ocupa con despliegue de
recursos, color y forma el generoso espacio de la Sala Molinos, en
Puerto Madero.
“Durante diez días hice caminatas diarias desde La
Boca hasta Palermo –reveló el artista–, anduve en bicicleta junto al
Río de la Plata. Tomé el tren hasta el final de la estación y volví
caminando hasta donde me resultó interesante. No es que haya encontrado
grandes cosas a cada momento: sólo la vida cotidiana –destacó de esa
gimnasia diaria que le permitió ingresar en el paisaje–, me gusta esta
forma de urbanismo en la que uno es sólo una parte de una situación muy
compleja.” Justamente el carácter complejo de esa situación es lo que
plasman sus pinturas concebidas como collages, violentas fugas
espaciales, tramas y texturas que alimentan diversas estructuras
formales a pleno color y sobre todo a gran escala. La situación, desde
ya, no puede ser contenida en el formato cuadro y lo desborda en un
impulso que caracteriza a una parte importante de la pintura
contemporánea.
Nacido en Baviera y residente en Berlín, Ackermann
es lo que se dice un trotamundos, por rescatar esa bella palabra que ha
empezado a caer en desuso y designa a alguien como él, que desde joven
anda de aquí para allá en un tour que sucede a otro. En eso dio con este
lugar o para ser más precisos, el FAC dio con él y lo convocó, como el
año pasado convocó al brasileño Ernesto Neto.
MURAL. De 270 metros cuadrados. |
La travesía en pos
de situaciones de interés es parte esencial al proceso de producción de
este artista, que ha sido vinculado con la deriva “situacionista” y la
“psicogeografía”, dos instancias del vagabundeo sin rumbo fijo que
proponen una síntesis entre lo que pasa afuera y el mundo de las
emociones y los afectos.
De ese encuentro nace la imaginería
psicodélica que puede verse ahora en “Walking South” y caracteriza de un
modo más general la obra de Ackermann. Una pintura que derrumba
arquitecturas, las funde con grafiti y signos gráficos de diverso cuño
que evocan la incesante movilidad del videojuego. Y resume todas las
experiencias del presente en una sola entidad visual múltiple. Ackermann
parte de fotografías y bocetos que realiza a lápiz, tinta o acuarela,
que desdoblan su experiencia en un plano objetivo y otro subjetivo. Este
último configura una suerte de cuaderno de viaje integrado por lo que
él mismo ha llamado “mapas mentales” que, si bien concebidos a escala
íntima, se proyectan según el caso a otra dimensión.
En esta
ocasión, junto al mural de Walking South ha sido desplegada la sucesión
de fotografías que registra los itinerarios de la deriva porteña del
artista. La referencia, que tal vez resulte atractiva y acaso necesaria
para convocar el reconocimiento lúdico del espectador, le resta potencia
al mural. El registro fotográfico lo vuelve más documental y en su
conjunto la imagen pierde más de lo que gana.
Con todo, la
experiencia visual de la “globalización”, que al fin y al cabo es el
tema principal de Ackermann, no llega a extraviarse. Ese lugar común que
hace que todos los espacios y puntos del planeta coincidan en una
imagen similar, permanece allí. Ackermann, como tantos otros alemanes
próximos a su generación –los fotógrafos Adreas Gursky y Thomas Struth,
por caso–, logró captarlo con agudeza y al mismo tiempo plasmarlo en una
innovadora concepción pictórica que pone en juego no sólo el
tratamiento del color y la forma sino también al espacio como algo que
incorpora y rodea al espectador.
FICHA
Franz Ackermann
Walking South
Lugar: Faena Arts Center (Aime Paine 1169, Puerto Madero)
Fecha: hasta fin de diciembre
Horario: viernes a domingos, 12 a 19
Entrada: $ 30
Fuente: Revista Ñ Clarín
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