La sede del antiguo Banco de Londres es un referente de la Arquitectura Moderna y otro legado del genial Clorindo Testa.
Por Eduardo Parise
Es como encontrar una jirafa caminando en medio de una gran manada de elefantes. En plena City porteña y rodeada de edificios de clásicas estructuras bancarias (es decir: con fachadas macizas y espacios de accesos casi clausurados) la construcción sobresale con tanta claridad que, si uno pasa por allí y no le llama la atención, es porque justo en ese momento estaba con los ojos cerrados.
Es como encontrar una jirafa caminando en medio de una gran manada de elefantes. En plena City porteña y rodeada de edificios de clásicas estructuras bancarias (es decir: con fachadas macizas y espacios de accesos casi clausurados) la construcción sobresale con tanta claridad que, si uno pasa por allí y no le llama la atención, es porque justo en ese momento estaba con los ojos cerrados.
Alguna
vez la definieron como “una escultura hecha en hormigón”. Y aunque no se
trate propiamente de una escultura, la sede del ex Banco de Londres y
América del Sud (actual Banco Hipotecario Nacional) es una obra de arte.
Lo
que realmente no deja de sorprender es que el edificio, que está en una
esquina del cruce de Reconquista y Bartolomé Mitre, a escasos cien
metros de la Plaza de Mayo, ya tiene 48 años. Se empezó a construir en
1960 y se inauguró seis años más tarde. Tiene una superficie total de
casi 80.000 metros cuadrados y fue pensado por el genial Clorindo Testa,
como asociado con el estudio SEPRA, de los arquitectos Santiago Sánchez
Elía, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini.
El planteo
inicial fue formulado en 1959 para un concurso privado y fue tal el
impacto que causó que se convirtió en un símbolo fundamental de la
Arquitectura Moderna del país y referente mundial.
Definida dentro
de lo que los especialistas denominan brutalismo, la obra es fiel
representante de ese estilo surgido del Movimiento Moderno, que tuvo su
auge en las décadas de 1950 a 1970. El término se origina en la
expresión francesa béton brut (hormigón crudo), que solía usar el
arquitecto suizo Charles Edouard Jeanneret-Gris (1887-1965), más
conocido como Le Corbusier. Después, el crítico de arquitectura Reyner
Banham la simplificó directamente como brutalismo.
Las
construcciones de ese estilo muestran geometrías angulares que se
repiten y dejan a la vista las texturas de los moldes que se usaron para
darle su forma al material. Y esa es la principal característica del
edificio de Reconquista y Bartolomé Mitre.
Dentro, tanto los tres
subsuelos como los seis niveles superiores (llegan hasta los 26 metros
de altura), cumplen con una consigna especial: todo funciona como un
espacio único que se convierte en una prolongación de las calles. Los
dos primeros niveles son para atención al cliente; los restantes, para
uso interno. Para completar tanta belleza plástica, en el interior se
destaca una escalera-torre-mirador que posibilita múltiples puntos de
vista a quien recorre el lugar. Obviamente, también está moldeada en
duro hormigón, aunque no lo parece.
En su momento, el edificio
generó polémica porque rompía con ese estilo tan formal de la City. Con
los años, aquellos cuestionamientos se fueron aplacando a pesar de que
muchos no terminan de aceptarlo.
Entre 1988 y 1998 el ex Banco de
Londres y América del Sud perteneció al Lloyds Bank y luego fue comprado
por el Banco Hipotecario Nacional para su sede.
Por supuesto que
no fue la única obra que provocó debate. También una construcción
pensada en 1962 por Clorindo Testa, junto con Francisco Bullrich y
Alicia Cazzaniga de Bullrich, sigue siendo tema de conversación para
entendidos y no tanto. Se trata de la Biblioteca Nacional, inaugurada
finalmente en 1992. El año pasado, un encuesta de Clarín
realizada entre personas no especializadas en arquitectura consideró a
la Biblioteca como el edificio más feo de Buenos Aires, aunque para
otros era el más lindo. Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
Fuente: clarin.com
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