Cumplir con el legado
A diez años de la reapertura de la casa donde vivió Victoria Ocampo en Beccar, la crisis por la que atraviesa la Unesco y problemas de presupuesto ponen en riesgo la voluntad de la escritora, que donó el conjunto patrimonial con una intención ajena a todo color partidario
Por Fabio Grementieri / Para LA NACIÓN
A diecisiete años del estallido de un gran conflicto respecto del destino de Villa Ocampo, el gran legado de Victoria Ocampo a la Unesco y a los argentinos vuelve a estar amenazado. En tiempos de la presidencia de Carlos Menem la Unesco, en asociación con el Gobierno argentino, pretendía arrasar con el patrimonio tangible e intangible del lugar al instalar allí Casa FOA para luego transformar el sitio en un "shopping cultural". El proyecto era invadir el parque con dos grandes construcciones: un auditorio para 300 personas y un restaurante para 150 personas, todo unido al Tren de la Costa por un funicular. Esto no sólo ignoraba los deseos de Victoria, sino que además violaba todas las recomendaciones de la Unesco sobre protección del patrimonio cultural y natural.
A diecisiete años del estallido de un gran conflicto respecto del destino de Villa Ocampo, el gran legado de Victoria Ocampo a la Unesco y a los argentinos vuelve a estar amenazado. En tiempos de la presidencia de Carlos Menem la Unesco, en asociación con el Gobierno argentino, pretendía arrasar con el patrimonio tangible e intangible del lugar al instalar allí Casa FOA para luego transformar el sitio en un "shopping cultural". El proyecto era invadir el parque con dos grandes construcciones: un auditorio para 300 personas y un restaurante para 150 personas, todo unido al Tren de la Costa por un funicular. Esto no sólo ignoraba los deseos de Victoria, sino que además violaba todas las recomendaciones de la Unesco sobre protección del patrimonio cultural y natural.
Personalidades de la cultura, amigos de la escritora y vecinos de San Isidro salieron entonces a defender la integridad de Villa Ocampo. Consiguieron que se la declarara Monumento Histórico Nacional, sumaron adhesiones y respaldos, crearon dos ONG para impulsar la conservación del patrimonio y la reanimación cultural del sitio, tras diecisiete años de clausura posteriores a la muerte de Victoria. Fue una etapa conflictiva, de arduas negociaciones con organismos públicos nacionales inflexibles, oficinas internacionales indiferentes y empedernidos impulsores privados del disparatado proyecto denominado "Villa Ocampo 2000". Cuando todo parecía empantanado, la crucial intervención del entonces cardenal Jorge Bergoglio y el comprometido trabajo del secretario general adjunto de la Unesco, Marcio Barbosa, hicieron posible salvar a Villa Ocampo, sacarla del ostracismo y cumplir finalmente con los deseos de la generosa mecenas y editora.
Vista del jardín. Foto LA NACIÓN
Vista del jardín. Foto LA NACIÓN
La Unesco tomó, finalmente, las riendas del lugar y llamó a concurso para la selección de un director ejecutivo, cargo que recayó en Nicolás Helft. Desde 2003, Helft puso en marcha un proyecto cultural comprometido con la memoria, el patrimonio y la proyección del lugar. Así fue como el Gobierno argentino, presidido por Néstor Kirchner, financió las obras de restauración de la casa y de una muy respetuosa renovación de toda la infraestructura del sitio, en un aporte fundamental al resurgimiento de Villa Ocampo. Poco después, contribuciones privadas concurrieron a la conservación y puesta en valor del patrimonio mueble y bibliográfico y del jardín. Y la Fundación Sur aportó el archivo y mobiliario de la mítica redacción de la revista homónima, que se instaló en la mansarda de la casa.
Este operativo de preservación y enriquecimiento del conjunto patrimonial, en el que concurrieron armónicamente distintos actores, se complementó con un ejemplar proyecto de revitalización cultural. Villa Ocampo planteaba el desafío de no caer en el montaje de una casa-museo ni convertirse en un centro cultural ortodoxo. Había que diseñar, poner en funcionamiento y sostener un programa de actividades variado, adecuado al buen uso del sitio e inspirado en su memoria. Pero sustentado además en los ideales del "Diálogo de las Culturas" que ensayó con éxito Victoria Ocampo, en sintonía con los lineamientos y planes de la Unesco.
Este programa se ha cumplido con éxito a lo largo de los últimos diez años, con la participación de actores provenientes tanto de ámbitos privados como públicos, nacionales e internacionales, de identidades y de ideologías diversas. Asimismo, la casa se abrió al público y comenzó a establecer contactos con otros centros, y está a punto de encabezar una red de sitios-centros culturales de la región.
Una nueva "gaffe"
Ahora, a poco más de cuatro décadas de la donación de Villa Ocampo, a diez años de funcionamiento del "Proyecto Villa Ocampo", la Unesco quiere desentenderse una vez más de la administración del sitio por motivos presupuestarios. La "reingeniería" corporativa que pretende reducir y rediseñar el organismo internacional necesita reducir "gastos". Entre ellos, los 120.000 dólares anuales que aporta para el funcionamiento básico de Villa Ocampo. Por ello ofreció al Gobierno argentino darla en comodato para instalar allí un Centro de Categoría II para la "Promoción del diálogo sobre la diversidad, el desarrollo y la creatividad".
De esta manera, la Unesco viola los deseos de Victoria Ocampo, que quería alejar el sitio y su funcionamiento de los vaivenes de la política. Además, no parece darse cuenta de que el lugar ya funciona como un ámbito de diálogo, sustentado en diversidad y desarrollo, en creación y preservación.
Esta nueva "gaffe" de la Unesco respecto de Villa Ocampo está basada en criterios economicistas, hoy tan en boga, que arrasan el patrimonio. Es evidente que la presidenta Cristina Kirchner entendió esto y decidió que el Gobierno argentino no debía intervenir en la administración ni en la gestión del sitio, ni violentar los deseos de Victoria Ocampo. Seguramente considera que Villa Ocampo es un valioso lugar de diálogo nacional, regional e internacional, un ámbito democrático y plural, que prestigia a la Argentina por su tradición y su reciente revitalización.
La biblioteca de la directora de Sur. Foto LA NACIÓN |
Debe ahora la Unesco encontrar una alternativa para continuar con la administración y gestión de Villa Ocampo. No parece tan difícil: varios actores que han sustentado el exitoso proyecto están dispuestos a ayudar con los aportes necesarios. Y quizás el Estado argentino pueda estar como "huésped" de Villa Ocampo, con algún programa de cooperación con la Unesco en campo del diálogo por la diversidad y la preservación del patrimonio.
En esta nueva encrucijada, vale la pena recordar que Villa Ocampo tiene múltiples valores. Es emblema de las pulsiones vitales, contradictorias y controversiales, del siglo XX. Es "autobiografía" sensorial de un personaje clave de la vida argentina. Es "testimonio" tangible del protagonismo sudamericano sobre el plano más elevado de las relaciones y de los intercambios internacionales. Cuna de la irradiación de la literatura latinoamericana en el mundo. El lugar, su tradición y su espíritu poseen significados culturales, históricos, estéticos, arquitectónicos y paisajísticos notables.
El conjunto refleja, de manera tangible, la evolución cultural y estética de Occidente durante el último siglo: del historicismo a la modernidad y el reflujo posmodernista. Hoy no cabe duda de que Villa Ocampo necesita un reconocimiento patrimonial internacional definitivo. Es tiempo de retomar el proyecto que impulsara el Municipio de San Isidro hace diez años y que quedó trunco. Se trataba de presentar a Villa Ocampo para ser incluida en la Lista de Patrimonio Mundial. Para esta consagración ya parece haber consenso argentino y, seguramente, latinoamericano.
Fuente: adn Cultura La Nación
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