DE FACTURA ARTESANAL

Mimí Bullrich dejó su vida cosmopolita de Buenos Aires para radicarse en este maravilloso bosque de Villa La Angostura.

El famoso Patio Bullrich de Buenos Aires no siempre fue un exclusivo centro comercial, durante 121 años funcionó como una prestigiosa casa de remates, de una de las familias más importantes de Argentina. La conocida anticuaria Mimí Bullrich es una parte clave de ésta y muchas más historias relacionadas con al arte, las antigüedades y artesanía de ese país. Mimí Bullrich comenzó a trabajar en la casa de remates de su familia, fundada por su bisabuelo en 1867, cuando ésta cumplía cien años de aniversario. Era una experta en muebles y arte europeo, especialmente de los siglos XVIII y XIX y durante diez años se dedicó a organizar subastas y administrar la tienda, algún tiempo junto al chileno Domingo Edwards. Cuando se cerró la empresa familiar, siguió realizando tasaciones y colaborando con exposiciones relacionadas al tema de las antigüedades.
Siempre fue una mujer de avanzada. Ya en los años 70 vivía en Palermo Viejo, en Buenos Aires, y junto a su amiga Nelly Arrieta de Blaquier organizó la primera Feria de Anticuarios hecha en América, incluyendo Nueva York. Con el tiempo se fue inclinando más a la artesanía y hasta hoy es un referente en el tema. Ella fue la creadora de las Feria del Sol, de las que estuvo a cargo durante diez años, y que reunían importantes piezas artesanales de diferentes pueblos argentinos. En esa época comenzó a viajar mucho con su marido, el médico Ricardo Paz, juntos recorrían el país conociendo y contactando a personas que conservaran tradiciones antiguas. Por lo mismo después formó parte de la Fundación Desde América, dedicada al oficio indígena, y publicó numerosos libros. Cuando enviudó, esta mujer moderna y de ciudad, decidió dejar Buenos Aires e irse a vivir a Villa La Angostura. No fue tan rara la decisión. Toda su vida había venido a este pueblo, a su marido le gustaba pescar en el río Correntoso, y uno de sus hijos, María Paz, también había dejado la capital argentina hace unos años para instalarse junto a su marido, el economista Emilio Alvear, en un bosque del pueblo patagónico. Ellos también heredaron el interés por la artesanía de Mimí, hace años publicamos su showroom en la revista, El Ñirantal, donde venden las artesanías diseñadas por Emilio. En este mismo terreno, en medio del bosque de ñires, este hombre le construyó una casa a su suegra, utilizando la misma madera del lugar. Pero a diferencia de la mayoría de las casas de Angostura, Mimí pintó la suya color blanco y el techo con un lindo verde agua. Toda la decoración es en colores pasteles, muy simple, pero a la vez, distinta, refleja la personalidad y gustos de su dueña. En los muros hay tejidos indígenas, un poncho mapuche sobre el sofá blanco, muchos objetos precolombinos, colombianos, mexicanos y peltres del siglo XVIII y XIX, combinados con algunos muebles, adornos y cuadros antiguos europeos. La mesa de centro fue hecha por otro de sus hijos, Ricardo Paz, quién también se dedica a la artesanía en Santiago del Estero y tiene muy buena aceptación en Milán.
Como es Mimí, la vida en el lago no ha logrado bajar su ritmo. En su dormitorio tiene su escritorio y computador, desde donde trabaja, sigue escribiendo libros y, además, forma parte de un partido vecinal de Villa La Angostura.  


Fuente: ED Nº 177, Mayo 2010

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