Manuel Belgrano |
Juan Manuel de Rosas |
Pedro Pablo Rosas y Belgrano
Por Rolando Hanglin
Nuestro país es incurablemente plebeyo. Al mismo
tiempo que declaraba su independencia de España, suprimió los títulos de
nobleza. En realidad, hubo una breve transición. Desde las Invasiones
Inglesas (1806-1807) hasta la Revolución de Mayo (1810) la autoridad
española no volvió a consolidarse en territorio argentino. Después del
fugaz gobierno de William Beresford en Buenos Aires, sobrevino la
Reconquista y Santiago de Liniers fue nombrado conde de Buenos Aires por
el Cabildo (dato que es difícil certificar) lo que no impidió que la
propia revolución fusilara al héroe, pocos años después.
A lo que íbamos. Los títulos de nobleza se heredan
según la sangre. Si un individuo como el coronel Pedro Rosas y Belgrano
lleva, al mismo tiempo, estos dos apellidos históricos, es lo más
parecido a un príncipe que haya nacido en esta tierra. En realidad, don
Pedro Pablo fue hijo de los dos próceres: adoptivo de Rosas y natural de
Belgrano. Esto sugiere que hubo una relación personal entre Belgrano y
Rosas, dato incómodo para la historia oficial. Tan incómodo como la
evidente admiración mutua entre San Martín y Rosas. Tanto como el
detalle de que Mariquita Sánchez de Thompson (la Madre de la Patria) fue
también amiga de Rosas, desde chica, y se mostró encantada por las
invasiones inglesas. A la hora de mostrar a Rosas como el malo de la
película, la historia real siempre molesta.
Manuel Belgrano nació en 1770, en Buenos Aires, y murió
en 1820: contaba sólo 50 años. Belgrano había contraído la sífilis en
Europa, durante su juventud, y tuvo mala salud. Nunca se casó, aunque
tuvo dos hijos.
Si un individuo como el
coronel Pedro Rosas y Belgrano lleva, al mismo tiempo, estos dos
apellidos históricos, es lo más parecido a un príncipe que haya nacido
en esta tierra
En España había cursado estudios de Leyes y luego, en
Buenos Aires, fue secretario del consulado (una especie de asesoría
general de gobierno) durante nueve años, antes de la Revolución de Mayo.
Es decir, no sólo fue un español cabal, sino también funcionario
colonial. Durante mayo de 1810, se lo consideraba una especie de
mediador entre el Mariano Moreno jacobino, propenso al Terror, y
conservadores como Saavedra. Otros sugieren que se ocupó de moderar un
cierto anticlericalismo del general San Martín. De cualquier modo, San
Martín fue su maestro en las artes militares ya que Belgrano,
técnicamente, nunca fue un verdadero general. "En punto a milicia no es
Bonaparte, pero sí lo mejor que tenemos en América" decía el Libertador.
Belgrano había tenido una noviecita casi infantil
llamada María Josefa Ezcurra. Esta niña fue casada por los padres con un
pariente español, José Esteban Ezcurra, de Pamplona, que rechazó la
Revolución de Mayo y se volvió a España. Josefa no quiso seguirlo.
Belgrano era un muchacho buen mozo, de modales
refinados, hijo de un comerciante próspero (Domenico Belgrano Peri, de
Oneglia) y frecuentaba las tertulias de la alta sociedad de Buenos
Aires. Cuando marchó al Norte encabezando el Ejército Auxiliar del Perú,
María Josefa lo siguió. De esta relación nació un varón, en 1813, al
que llamaron Pedro Pablo. Para salvar el honor de María Josefa, que era
casada aunque estaba separada del marido, el niño fue dado en adopción a
su hermana, Encarnación Ezcurra, y a su marido Juan Manuel de Rosas. El
niño fue anotado como huérfano en la catedral de Santa Fe. Se ignora si
llegó a conocer a su padre biológico.
Pedro Rosas fue un hijo muy querido por el Restaurador,
que lo tomó de secretario privado y mano derecha. Era más de confianza
que el propio hijo carnal de Rosas, su primogénito, llamado Juan. En los
archivos se conservan cartas de Pedro transmitiendo órdenes del
Restaurador para Juan, que nunca tuvo afinidad con su padre.
Cuenta una versión que, apenas mayor de edad, Pedro
acompañaba a su padre, recorriendo campos a caballo. En una de estas
cabalgatas, Rosas le dijo: "En realidad, Pedro, usted es hijo de don
Manuel Belgrano. Es un apellido honroso. Si usted quiere, lo puede
llevar". Pedro respondió: "Los dos son apellidos honrosos, tata, los
llevaré juntos". Desconozco si esta conversación se produjo en estos
términos exactos o si los dos hombres iban a caballo. Tampoco he podido
constatar si Pedro Pablo alguna vez firmó sólo Pedro Rosas o Pedro
Belgrano. La historia registra sólo su paso como estanciero, juez de paz
y militar de Azul, ciudad que era un epicentro de la política
aborigen, y el progreso agrario. Cuando tenía 38 años, se casó en la
iglesia de Azul con Juana Rodríguez. Tuvieron 16 hijos.
Pedro Pablo Rosas y Belgrano se consagró -nada menos-
que al Negocio Pacífico con los Indios. Esto es: el gobernador había
establecido un sistema de regalos - incluyendo 1000 yeguas para cada
cacique, paños para poncho, yerba, azúcar, caña, naipes, camisas, botas
fuertes y hasta violines o acordeones - a cambio de que los caciques
abandonaran sus malones. Y en caso de no poderlos evitar, que castigaran
a sus autores. Por eso, en los documentos de la época, se hablaba sólo
de "indios ladrones" o "indios amigos" sin referencia especial a ninguna
tribu. El proyecto de Rosas consistía, evidentemente, en rodear a los
pueblos y fortines de una población estable de indios amigos, que fueran
un cinturón defensivo, a la vez que se iban incorporando a los hábitos y
costumbres de los cristianos. El artífice de este minucioso bordado
fue Pedro Pablo Rosas y Belgrano, que se ocupaba de las raciones para
Ignacio Coliqueo, Juan Calfucurá, Cipriano Catriel , Painé, Cachul y
otros temibles jefes de indiada, con quienes trataba personalmente para
ajustar las paces en largos parlamentos.
Tampoco he podido constatar si Pedro Pablo alguna vez firmó sólo Pedro Rosas o Pedro Belgrano.
Tras la caída de Rosas (3 de febrero de 1852, Caseros)
Pedro Pablo siguió actuando como juez de paz y jefe militar en Azul.
Pero sufrió persecuciones intermitentes. Le confiscaron once estancias
(donación de su padre, Rosas) y lo acusaron de distintos cargos, entre
otros el de cambiar de bando, porque trabajó todavía varios años a las
órdenes del general Hilario Lagos. Se retiró de la milicia,
desilusionado: falleció en Buenos Aires en 1863.
Sabemos de la existencia de un coronel Rodolfo Rosas y
Belgrano en el Ejército Argentino, hacia 1970. Y fuimos compañeros de
estudios, en el Colegio Nacional de Buenos Aires, de una niña muy mona,
algo más joven que nosotros, llamada Marta Rosas y Belgrano. De manera
que aquel gran protagonista criollo ha dejado descendencia entre
nosotros.
Pedro Pablo tuvo también una hermana, hija de Manuel
Belgrano con una señorita Helguero. Su nombre: Manuela Mónica Belgrano.
Tuvo afectuosa relación con Pedro Pablo.
Se conservan en el Archivo General de la Nación, en el
Archivo Histórico del Ejército, en el Archivo del General Mitre,
innumerables cartas de don Pedro Pablo Rosas y Belgrano a su padre, el
gobernador Rosas, y a su superior el general Hilario Lagos, en tiempos
de Urquiza, mientras su padre Rosas se exilaba en Southampton. Pero las
referencias sobre su vida familiar y política son oscuras y
contradictorias. Un cuidadoso estudio sobre su vida fue publicado en
Tapalqué (Ediciones Patria, 1973) con el título "Pedro Rosas y Belgrano,
el hijo del General" , firmado por Rafael Darío Capdevila. Este autor
recibió informes del coronel Rodolfo Rosas y Belgrano, bisnieto de
Pedro Pablo. Pero toda la historia nos deja más preguntas que
respuestas.
Fuente: lanacion.com
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