El artista mexicano Pablo Helguera, desde el corazón del ámbito artístico, se ríe de su solemnidad habitual.
Por Mercedes Pérez Bergliaffa
Sobre la pared se ven, gigantes, los retratos de diferentes
artistas plásticos, todos con un look vanguardista, “de avanzada”. Al
costado de cada uno aparece escrita una descripción. “Vive entre Berlín y
Nueva York”, es la de uno con anteojos. “Vive y trabaja en Facebook”:
uno con bigotitos. La descripción de una artista de pelo corto: “Vive
entre una ciudad como París, culturalmente chic, y un país azotado por
la guerra desde el que informa sobre su obra”. La de uno con gorrito:
“Vive entre Amsterdam, El Cairo, Panamá y las cataratas del Niágara, por
lo tanto, no tiene demasiado tiempo para trabajar”. El último, uno con
cabello ralo: “Pretende vivir en Londres pero en realidad está anclado
en Wyoming”.
Señores, estas viñetas –que son, en realidad, una
gran tomada de pelo al mundo del arte– están dedicadas a los artistas, a
reírse un poco de la forma en que ellos mismos se presentan ante el
mundo del arte. La historieta hace pie en la forma que adoptaron los
museos durante los últimos años para referirse a un artista describiendo
los países en los que vivió y vive en la actualidad. Fíjese usted mismo
si va, por ejemplo, al MALBA, que en las referencias ubicadas al
costado de cada obra se menciona el lugar de origen y el recorrido
“geográfico” de cada artista como parte fundamental de su historial.
Volátil. “Por favor, sin documentar. Esta es una obra efímera”, dice ¿Moisés? al dividir las aguas que pronto volverán a reunirse. |
Quien
se anima a reírse así del sistema del arte lo hace ni más ni menos que
desde el corazón mismo de lo más selecto del mundillo artístico: se
trata del artista mexicano Pablo Helguera, quien expone estas
gigantescas y ácidas historietas llamadas Artoons sobre los
muros de la formidable Casa Daros de Río de Janeiro –que posee una de
las colecciones más importantes de arte contemporáneo latinoamericano– y
quien a su vez trabaja en el Museo de Arte Moderno de Nueva York
(MoMA). Por lo tanto, tiene roce constante y gran desfile de todo tipo
de fauna artística.
Pero la cosa no se agota con los artistas.
Postula Helguera en otra de sus historietas: “Los curadores son los
nuevos artistas/ Los coleccionistas son los nuevos curadores/ Las
“socialités” son los nuevos teóricos/ Los artistas piensan que todo se
trata sobre ellos”. Por supuesto que en el mundo del arte no caen
demasiado bien, a veces, estos Artoons; pero nadie lo confiesa de manera directa.
El propio Helguera comenta desde Nueva York, cuando Clarín le pregunta cómo recibe el público especializado sus historietas: “Creo que las risas que generan los Artoons
tienen un componente de risa nerviosa porque en el fondo, todos nos
sentimos aludidos”. Agrega luego Helguera: “Recuerdo que una vez hice un
Artoon sobre coleccionistas teniendo a uno determinado en mente. Y él,
sin darse cuenta, se rió mucho y se burló de ‘aquellos coleccionistas’
que yo representaba en el Artoon y que eran, en realidad, él mismo”.
Pop. “Te dije que no había que quedarse cerca de Lichtenstein”, le dice un reptil liso a otro, que fue “víctima” de los puntos emblemáticos que el artista neoyorquino fallecido en 1997 incluyó en muchísimas de sus obras. |
-¿Le pasó alguna otra cosa curiosa con sus Artoons?
-Sí.
Una vez una galerista que luego fue acusada de fraude, poco antes de
eso me preguntó si me podía comprar un Artoon en el que aparecían dos
ladrones robándose una pintura de una casa particular. Uno le decía al
otro: “Básicamente, la idea de intercambiar arte por dinero siempre me
pareció muy vulgar”.
- ¿Por qué decidió hacer los Artoons, cuál fue su necesidad?
-Cuando entré a Facebook no quería poner fotos familiares aburridas,
como hace la mayoría de la gente. Por otro lado quería poner algo que
pudiera verse en 10 segundos, al ritmo de ese medio. Así surgieron los
Artoons.
- ¿Cree que es una forma de mostrar el mundo del arte en clave de sátira?
-Sí.
Siempre me exasperó que el mundo del arte se tome a sí mismo tan en serio
y que tampoco tenga un sentido crítico sobre sí. Por eso, los Artoons
no son sobre arte, sino sobre la sociedad artística que los crea, los
valora y que se posiciona en torno a ellos.
Arte conceptual. “Es un video largo. Comenzamos a verlo en 1979”, señala la pareja que se retira de la muestra. La barba da crédito a esas palabras. |
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