Su contrato venció en diciembre, pero continuó a cargo, sin que medien explicaciones, hasta la tarde de ayer.
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Casi un millón y medio. Las personas que visitaron el MNBA en 2012. “Caravaggio y sus seguidores”, lo más visto. |
Por Mercedes Pérez Bergliaffa
Finalmente ocurrió lo que parecía que iba a ocurrir, pero igual
sorprendió: ayer por la tarde fueron al Museo Nacional de Bellas Artes
(MNBA) la subsecretaria de Gestión Cultural de la Nación, Marcela
Cardillo, y Alberto Petrina –director nacional de Patrimonio y Museos–
para comunicarle a Guillermo Alonso el final de su período como director
de la institución. A partir de hoy será Cardillo quien esté a cargo
durante el período de transición, hasta que se organice al nuevo
concurso para cubrir el cargo de director. Recordemos: fue en 2007, bajo
la gestión de José Nun –quien era por entonces secretario de Cultura de
la Nación– y Américo Castilla –en ese momento era director de
Patrimonio y Museos–, cuando se organizó por primera vez en la historia
del MNBA un concurso para cubrir el cargo de director ejecutivo del
museo. Para ello fue necesaria toda una reforma reglamentaria e
institucional. El objetivo de esta reforma y del establecimiento de un
concurso era, decían Nun y Castilla, a que un cargo tan importante como
el del director del MNBA no debía estar a la vera de los vaivenes
políticos.
En la actualidad, parece que el futuro concurso para
elegir director ejecutivo del MNBA ya tiene un jurado de selección
asignado, entre los que se cuentan María Isabel Larrañaga, Virgilio
Tedin Uriburu, Diana Saiegh y Alberto Petrina.
Hagamos memoria:
Alonso asumió su cargo en diciembre de 2007, luego de haber ganado el
concurso convocado para ello. Su período como director del MNBA
terminaba en diciembre de 2012. Pero entonces, el ahora saliente
director del museo no recibió ninguna notificación sobre si continuaba o
no en el cargo. Recientemente se rumoreaba que de Secretaría de Cultura
de la Nación le habían prorrogado su condición como director un tiempo
más, pero nadie supo especificar exactamente hasta cuándo. Ahora se
sabe: fue hasta ayer. Y parece que la visita de Cardillo y Petrina al
espacio del MNBA fue inesperada.
Durante la gestión de
Alonso se realizaron numerosas reformas en el MNBA, tanto a nivel
edilicio-arquitectónico como curatorial: se cambiaron los guiones
curatoriales de las salas de la planta baja, se ampliaron y renovaron
espacios –como en Pabellón de exposiciones temporarias– y, sobre todo,
se reformó de una manera contundente todo el primer piso del museo.
Allí, las salas cambiaron su arquitectura y circulación y la historia del arte que se contaba pasó a ser otra:
porque las obras de arte internacionales se mezclaron con las obras de
arte nacionales. Esto significa que se creó un nuevo discurso histórico,
que posicionó al arte nacional en el mismo estatuto que el internacional. Léger y Battle Planas, Picasso y Pettoruti, ahora conviven hermanados.
Claro
que el primer piso todavía no es accesible: si bien las salas están
prácticamente listas para ser inauguradas, este momento se viene
demorando y sucederá recién dentro de un mes. Habrá que esperar a la
apertura de estas salas y sobre todo al llamado a concurso, que se hará
próximamente, para tener un nuevo director: que gane el mejor, es lo que
se merece el museo más importante del país.
Una gestión de importantes transformaciones
Guillermo Alonso deja un legado importante en el MNBA. La
fisonomía del museo cambió en estos años. El ahora ex director ejecutó
dos grandes reformas edilicias y curatoriales. En 2011 cambió el color
de las salas. En vez del blanco, optó por paredes rojas, turquesas y
verdes que renovaron la experiencia de los visitantes. Cada color
representaba un momento histórico y una expresión artística diferente.
El
año pasado Alonso encabezó la segunda gran obra de su gestión: la
reestructuración del primer piso del museo, que incluye una revolución
en el guión curatorial. La obra –que costó 14 millones de pesos, está
prácticamente lista, y que Alonso no podrá inaugurar– le devuelve a las
salas del primer piso superior el esquema original de 1930, que diseñó
el arquitecto Alejandro Bustillo. Se tiró abajo el auditorio y se lo
unificó con la sala que ocupaba el arte argentino del siglo XX para que
éste se mezclara con los movimientos internacionales, y planeaba mudar
al segundo piso el arte precolombino. Una sala entera estará destinada a
uno de los artistas más importantes del país: Antonio Berni.
Justamente, para esa sala, Alonso consiguió que la hija del artista,
Lily Berni, donara al museo dos obras del pintor Cristo en el departamento (1981) y El obrero encadenado (1949) y que vendiera una tercera La Siesta
(1943). Ahora hay 24 cuadros de Berni. En octubre pasado la muestra
“Caravaggio y sus seguidores” significó un éxito sin precedentes en el
museo: pasaron 160 mil visitantes. En 2012, el año más importante para
Alonso, visitaron el museo 1.400.000 personas. Antes, en 2010, con
motivo del Bicentenario y con el patrocinio de Clarín, Alonso
saldó una vieja deuda del museo: presentó el catálogo razonado del MNBA,
dos grandes tomos de 600 páginas que condensan el estudio sistematizado
del patrimonio del museo.
Fuente: clarin.com
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